Andalucía

Ha muerto

Agonizaba Stalin y aguardaba el pleno del Politburó del PCUS en la antecámara, angustiaditos todos, cuando compareció el médico para dar la fatal noticia: «Tovarich –anunció solemne–, el camarada Secretario General acaba de fallecer». Tras varios segundos, se hicieron eternos, de un silencio que se cortaba con tijeras, tomó la palabra el temible Lavrenti Beria, responsable de las purgas: «Pues a ver quién tiene los santos cojones de entrar a decírselo». (…). Hace unas pocas semanas, Susana Díaz aseguró sentirse «con fuerzas» para intentar reconquistar el poder autonómico que le fue arrebatado en las urnas y, pese al evidente tufo a cadaverina (política) que emanaba desde hacía tiempo, nadie se atrevió a decirle que estaba muerta y enterrada (políticamente). Han permitido que se arrastre hasta niveles anélidos, humillada el mismo día de la investidura de Pedro Sánchez, cuando gusaneó ante su enemigo implorando el indulto. El verdugo ha sido Juan Espadas, que ayer fue llamado a Madrid para leer ante todo el Reino de España su acta de defunción (el de ella), en forma de postulación para el liderazgo del PSOE de Andalucía, vacante desde el pasado 2 de diciembre de 2018 de las elecciones autonómicas. Los tiempos sonríen al alcalde de Sevilla, quien prometió hace mucho que no concurriría a las municipales de 2023, lo que permitirá a su sucesor en el Ayuntamiento foguearse en el cargo durante el último año de la legislatura. Así, estarán patrocinados por Ferraz los dos candidatos a las primarias: el sevillano Espadas para perpetuar la tradición y el periférico Felipe Sicilia, virrey en la levantisca Jaén, para romper la hegemonía. Por lo que cuentan, Susana Díaz dio una rueda de prensa ayer a media mañana, pero no hemos podido confirmar qué dijo, si es que dijo algo: las palabras de los zombis no suenan en el mundo de los vivos.