Pedro Sánchez

Madrileños

“Si las cuentas después del tibio verano no salían, menos aún con los capitolinos encerrados en sus casas gracias al ego desmedido de Pedro Sánchez”

La política, en verdadero estado de alarma
La política, en verdadero estado de alarmaRodrigo JiménezEFE

El zapatazo a nuestro motor económico se lo acaba de pegar el cierre a cal y canto de Madrid. Si las cuentas después del tibio verano no salían, menos aún con los madrileños encerrados en sus casas gracias al ego desmedido de Pedro Sánchez. No le importan ni su salud ni su economía, tan sólo buscar una grieta, una erosión de última hora para tratar de desbancar a Ayuso del Gobierno de la Comunidad. Cada cual tiene en su casa una pila de trapos sucios, un criadero de sapos para tragarse, pero el golpe en la mesa de Illa no sirve para apaciguar el fuego. Y esto se explica con facilidad, porque va más allá de una imagen en el TV. Desde la periferia, eso que allí llaman provincias, vemos los controles policiales para impedir el éxodo de los capitolinos con cierto estupor y haciendo cuentas de lo que se hubieran gastado en nuestra tierra durante este puente triste de la Hispanidad los que ahora vuelven a la casilla de salida de marzo. Nuestra principal «industria» sólo la puede medio sostener la llegada de viajeros nacionales, y a la cabeza de ellos se encuentran los madrileños que tienen casa en Andalucía. La gasolina de británicos, alemanes y orientales se cortó hace meses como en la Crisis del Petróleo del 1973 y ahora hay que tirar del mercado interno para mantener lo que queda de la locomotora económica. Todos a pedales y los primeros quienes tienen que bajar y subir la persiana cada día, pese a que alojarse en Andalucía en estos momentos sea más barato y cómodo que nunca. Este marasmo, llega después del autobombo de los 800.000 empleos, momento en el que volvió a salir una de las palabras de moda de esta pazguata época de fervor puritano. En boca de todos, «resiliencia», que en román paladino quiere decir tener grandes tragaderas y aguantarse con las lentejas que te ponen. Resignación, mejor dicho, para aguantar lo que se le ocurra al Gobierno de Sánchez mientras pasan los meses, el virus no da muestras de debilidad y la cuenta de resultados sigue sin cuadrar. Primero fueron los madrileños y no me importó, porque yo no era de Madrid…