Declaración de la Renta

Genética
Hay veces que la ciencia les da a los medios exactamente lo que quieren contar. Son ocasiones en las que no hace falta forzar ningún titular ni omitir detalles, y esta es una de esas veces, porque así lo han comunicado los científicos implicados: “un riesgo sin precedentes para la vida en la Tierra”. Ahora bien, no hablan de un riesgo inminente y, para ser sinceros, es difícil cuantificar si realmente tiene o no precedentes, pero si los acontecimientos siguen el curso que ellos predicen podríamos estar hablando de uno de los eventos más peligrosos de la historia de la vida en la Tierra, y no solo para los humanos, sino para el resto de los organismos.
En una carta firmada por 38 científicos de gran peso mediático (o al menos tanto peso como un científico puede ganarse en los medios generalistas), varios expertos han pedido que se detengan las investigaciones que pretenden desarrollar formas de vida especulares. Concretamente microbios con moléculas que, en lugar de ser idénticas a las que forman la vida de la totalidad de organismos del planeta, sean su versión vista al espejo: invertida. Su propia estructura podría ser lo suficientemente diferente para saltarse nuestras defensas inmunitarias e, incluso a la mayoría de los antibióticos. Imaginemos ahora una bacteria especular que empieza a infectarnos con gran éxito. ¿Qué daño llegaría a causar? ¿Podríamos detenerla antes de que se extendiera a otras especies? El peligro es en potencia y 299 páginas lo avalan.
La naturaleza es caprichosa y a veces toma caminos sin que sepamos muy bien por qué. En un momento de la historia de la vida en la Tierra (probablemente muy al principio) quedó restringido el tipo de moléculas que nos pueden conformar. Para resumirlo mucho podemos decir que del mismo modo que las gafas de sol polarizadas son capaces de desviar la luz en una dirección, moléculas como los aminoácidos que forman proteínas o los nucleótidos que forman el ADN también pueden hacerlo. Son capaces de desviar la luz polarizada, en realidad. La cuestión es hacia dónde.
Las moléculas que desvían la luz polarizada hacia un lado se llaman “levógiras”, vamos, que giran hacia la izquierda. Las que desvían a la luz polarizada en sentido contrario son “dextrógiras”, por lo tanto. Pues bien… en la naturaleza hay un poco de todo, las reacciones químicas, por lo general, producen aminoácidos levógiros y dextrógiros, nucleótidos levórigos y dextrógiros, sin embargo, los organismos vivos no son tan flexibles. Las proteínas que conforman a todos los seres vivos que conocemos están formadas solamente por aminoácidos levógiros y los nucleótidos que forman el ADN de todos los seres vivos que conocemos son dextrógiros. La vida en la Tierra es de ADN dextrógiro y proteínas levógiras, y punto, y esa universalidad es el problema.
La biología sintética ya nos ha permitido diseñar formas de vida realmente raras desde la perspectiva bioquímica y, aunque todavía nos queda muy grande crear formas de vida especulares (con proteínas dextrógiras y ADN levógiro), podríamos ser capaces de hacerlo en una decena de años. Puede parecer mucho tiempo, pero sus consecuencias son desconocidas y, sobre el papel, podrían ser realmente desoladoras. Nuestros anticuerpos funcionan detectando secuencias genéticas de microorganismos dañinos que han visto antes, encajando entre sí como una llave y una cerradura. Imagina ahora que en lugar de tu llave te doy su versión especular, simplemente no entrará en la cerradura y es ese, a grandes rasgos, el miedo de los investigadores.
Evidentemente, si el microorganismo es nuevo, lo más probable es que no podamos reconocerlo, pero el problema aquí es mayor: ¿y si directamente no podemos acoplarnos a su material genético para “valorar” si es peligroso? Nuestro sistema inmunitario podría atacarle de formas menos específicas, pero, posiblemente, no sería suficiente para detenerlo. Podría afectarnos a nosotros, a cultivos, al ganado o a las especies más vulnerables. ¿Y cómo lo dentendríamos? Es un escenario propio de la ciencia ficción, de hecho, recuerda bastante a la novela que fundó el género: Frankenstein de Mary Shelley, donde la escritora londinense nos enfrenta al miedo de dar a luz una tecnología capaz de amenazar nuestra supervivencia.
Son varios los investigadores que, en los últimos años, han abandonado líneas de investigación similares en biología sintética, pero no todos están de acuerdo. En un entorno controlado, teóricamente, los microorganismos especulares no deberían de suponer ningún riesgo y, su beneficio, podría ser enorme. Los microorganismos espejo podrían ser más resistentes a la contaminación y, por lo tanto, permitirnos que diseñemos instalaciones de bioproducción con bacterias menos vulnerables e igual de capaces de producir fármacos que las que desarrollamos ahora. No será tan fácil detener la investigación en microrganismos especulares si es que realmente queremos detenerla, pero tenemos unos años para ponernos de acuerdo y elegir qué tipo de riesgos queremos (y podemos) tomar como sociedad.
Declaración de la Renta
Guerra comercial