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Semana Santa

La procesión que cambió la idiosincrasia de un pueblo

Almuñécar cuenta con una tradición que se ha mantenido intacta cuatro siglos

«El Paso» cuenta con imágenes articuladas con más de cuatro siglos de antigüedad | Ayuntamiento Almuñécar
La Cofradía del Nazareno saliendo de la Iglesia de la Encarnación | Ayuntamiento de Almuñécar
San Juan y la Virgen de la Esperanza en la puerta de la Iglesia de El Salvador | Ayuntamiento de Almuñécar

Almuñécar es uno de los destinos preferidos de la Costa Tropical de Granada. Recibe cada año miles de visitantes enamorados de su historia, patrimonio, tradición, cultura y naturaleza. Destacan sus playas de aguas cristalinas o su excelente gastronomía basada en la agricultura tropical. El municipio se caracteriza también por su belleza paisajística y por su vida cultural, de manera especial durante la Semana Santa.

En este contexto, la Semana Mayor sexitana es una de las más relevantes de la provincia granadina. Tanto es así que obtuvo el nombramiento de Interés Turístico Nacional hace más de dos décadas. Se distinguen dos tramos en la historia de esta exclusiva fiesta religiosa: el primero, desde sus orígenes, allá por el siglo XVII, hasta el año 1936 –coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil española-y una segunda fase, desde el año 1947 hasta hoy.

La religiosidad pasionista almuñequera guarda en su seno una representación sacra referida a determinados momentos de la Pasión de Jesucristo camino hacia el Monte Calvario («El Paso»). Los sexitanos recrean cada mañana de Viernes Santo esta obra que atesora una antigüedad de casi 400 años. Una procesión que ha marcado hasta la actualidad la forma en la que los vecinos interpretan la fe. Encontraremos su escenario en las calles antiguas intramuros de la localidad para disfrutar del momento central en la antiquísima Plaza de la Constitución. «El Paso» se nos desvela como un acto singular, extraordinario y único en España, en el que apreciaremos una procesión-ceremonia en la que participan cuatro de las más antiguas imágenes de culto católico de esta tierra –Santa Mujer Verónica, Jesús Nazareno, San Juan Evangelista y Virgen de los Dolores-. Estas advocaciones, todas articuladas, intervienen en la teatralización sacra arropadas de su particular cortejo procesional, de escuadra de figurantes ataviados de soldados romanos, incluido Longinos, que camina detrás de su lazarillo «Niño de los Lazos». Cuenta también con un grupo de Apóstoles, Simón de Cirene, una banda de música y una voz anónima que canta las dos coplas sobresalientes de la religiosidad sexitana: los «Decretos Eternos» y la «Voz del Ángel». La ceremonia transcurre al hilo director del párroco local, que narra los hechos representados desde un balcón en la Plaza de la Constitución.

"Catorce cofradías realizan estación de penitencia en esta localidad de Granada"

Aparte de esta soberbia recreación religiosa, la ciudad de Almuñécar cuenta con una nómina de 14 desfiles procesionales pasionistas; uno por cada una de las 14 cofradías y hermandades integradas en la Agrupación de Cofradías y Hermandades de Semana Santa del municipio. Asociaciones de fieles que sustentan el sentimiento religioso día a día, sin descanso, para llevarlo a sus calles cada primavera por medio de sus particulares carismas. Todos distintos entre sí, aunque complementarios como prueba de la riqueza que caracteriza a la fe almuñequera. En definitiva, diferentes maneras de entender la devoción de la ciudadanía que resaltan las esencias básicas y propias de cada grupo de fieles encargados de procesionar a sus sagrados titulares.

El observador imparcial apreciará las estaciones de penitencia que salvan imbricadas y sinuosas calles del Barrio antiguo del Castillo; allí bajarán la rebosante Cuesta del Carmen el Cristo Despojado y la Virgen de la Salud, grandiosos, en pequeños tronos portados con el sistema de trabajaderas granadinas, y, además, el Cristo de la Expiración, encumbrado en su estremecedor calvario de tinieblas y mutismo. Como contraste, el espectador distinguirá otras devociones a pie de exuberantes tronos frente al mar, testificados por el Peñón del Santo. Entonces, los turnos de la Borriquita, el Señor de la oración en el Huerto, San Juan y la Esperanza -Viva ella una vez más-, Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores, o el Resucitado con su Madre, la Virgen Triunfal. El público tiene a su disposición cerrar la nómina pasionista sexitana, conmovido, con el paseo de los Gitanos debajo de su Cristo Moreno atado a la Columna; reconociendo a los hermanos del Perdón las cariñosas mecidas a su Cristo y a la Verónica; agradecerá a los cofrades del Castillo su fervor incondicional hacia Santa María del Alba, al pie de su Hijo, Cristo en su Descendimiento; conectará, hasta integrarse, en el imponente misterio del Cristo de la Misericordia recostado en los brazos de la Piedad de San Sebastián. El público volverá al año siguiente en la búsqueda de complacerse, de nuevo, durante la solemnísima procesión del Santo Entierro de Cristo.

Curiosidades

Hubo miles de «pasos» en otros pueblos, aunque casi todos desaparecieron. En cambio, el sexitano ha perdurado en el tiempo hasta hoy. Esta recración vive como el hecho diferencial de la Semana Santa local. Han transcurrido cuatro siglos desde que este pueblo creó, mantuvo y continúa amando a «El Paso», su más preciado tesoro.