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¿Periodista o portavoz?

¿Periodista o portavoz?
¿Periodista o portavoz?larazon

Por Yolanda Berdasco

En un país que vive en elecciones constantes, corremos el riesgo de convertirnos en portavoces interesados. Cierto es que la línea editorial de cada medio es más que evidente y que además es completamente respetable que exista. Para eso, los ciudadanos somos capaces de distinguir y de optar por lo que se nos presenta.

Sin embargo, ahora que se acerca la campaña electoral, los cuchillos se afilan y sale a relucir lo más radical, lo que ahora se ha dado en llamar “sectario”, pero que no es otra cosa que contribuir a recabar votos para uno u otro partido.

Es difícil quedarse al margen, unas veces porque se deben favores previos y otras, porque se espera cobrar deudas futuras, en formas muy variadas.

Llegados a este punto, el periodista debido a un medio, – no olvidemos que las neveras no se llenan solas y el alquiler se paga cada mes-, se pone al servicio de la estructura política de un determinado partido y deja de deberse a los ciudadanos y a su audiencia potencial, para pasar a ser portavoz del candidato de turno.

Esto ya es, por desgracia, demasiado evidente en algunos medios tradicionales, pero es probablemente en las redes sociales donde algunos de los que se consideran líderes de opinión y no son más que arengadores de masas convencidas previamente, desarrollan su labor más incisiva.

La labor del periodista consistía, o eso nos enseñaron, en exponer la realidad con sus aristas y sus perspectivas, en ser coherentes y sobre todo, honestos.

No se nos puede pedir objetividad. La realidad de cada individuo, el entorno personal, familiar y social, las relaciones humanas que establecemos o que nos vienen preestablecidas nos aportan suficiente carga en el subconsciente como para tratar de eliminarlas de un plumazo y pensar que nuestra visión puede alcanzar la objetividad absoluta. Demasiado pretencioso sería entonces el periodista.

Sin embargo, en cuestiones como la que nos ocupa, la de la información electoral, es necesario que la audiencia conozca, no solo la línea editorial, sino también el origen de cada información (dentro del razonable respeto a las fuentes) y que evaluemos todas aquellas informaciones que nos llegan desde una perspectiva crítica, para saber si estamos siendo honestos con nuestro público o nos estamos convirtiendo en meros portavoces de noticias interesadas.

No perdamos de vista que los partidos políticos ya cuentan con su propia maquinaria de comunicación y que con demasiada frecuencia, los periodistas somos marionetas de uso puntual que perdemos el objetivo de nuestro trabajo para ponernos a su servicio.