Cultura

El curioso monasterio al que solo se puede llegar en barca

La orden Franciscana lo fundó en el año 1231

Convento de Sebúlcor
Convento de SebúlcorEduardo MargaretoIcal

España cuenta con infinidad de iglesias, templos y ermitas. Y muchas tras su belleza y majestuosidad esconden historias curiosas, como es el caso del monasterio que hoy nos ocupa que está situado en un sitio tan recóndito que solo se puede llegar a él, a través de una barca.

Muchas de las ermitas más curiosas de nuestro país son grandes desconocidas. Algunas quedan guardadas en nuestra memoria por su belleza, olvidando algún elemento singular en su arquitectura o las tradiciones en torno a las que se envuelven. Sin duda, conocer las ermitas más curiosas es una aventura apta para aquellos que disfruten con las historias y leyendas, los paisajes impactantes y las rarezas arquitectónicas.

Por este motivo les invitamos a descubrir un curioso monasterio al que solo se puede llegar a él en barca. Se trata del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz del Río Duratón, que en la actualidad se encuentra en ruinas. Se ubica en el fondo de la Hoz de Los Ángeles del cañón de las Hoces del Río Duratón, en la localidad segoviana de Sebúlcor.

La orden franciscana fundó este convento en el año 1231. No hay documentos originales que daten su fundación ni permitan saber la historia de lugar antes de ese año. Fray Felipe Vázquez señala que la existencia de un templo primitivo que remonta a antes de la invasión de los bárbaros (a finales del imperio romano) y señala que dicho templo estaba dedicado a la Virgen y a San Pantaleón (predicador y mártir del siglo III). Se ha verificado la existencia de una comunidad de eremitas que residía, aislados unos de otros o en pequeños grupos, en las cuevas de la zona. La más relevante es la cueva de los Siete Altares, gruta convertida en iglesia de origen visigótico. Este mismo monje, Fray Felipe, señala en su obra la existencia de monjes de la Orden de San Benito antes de la invasión árabe de la península. Se estima que en este mismo lugar habría alguna construcción religiosa perteneciente a los benedictinos.Se tiene constancia de que el priorato de San Frutos fue donado por los reyes al Monasterio de Silos en el año 1076 y su iglesia fue consagrada en el año 1000, lo que confirma la presencia religiosa en el lugar.

La fundación franciscana está ligada con la fundación del convento de Ayllón y Fray Bernardo de Quintaval, primer ministro provincial de esa Orden en España así como con su sucesor Fray Juan de Parente que llegó a ser General de la Orden en 1230.

El 7 de septiembre de 1492, en el transcurso de una tormenta, se derrumbó el convento pero se salvó la iglesia (donde estaba rezando maitines toda la comunidad). La reina Isabel la Católica encargó las obras de reconstrucción que terminó Felipe II, quien también añadió la hostería. Isabel la Católica era ferviente devota de la Virgen de la Hoz y visitó en varias ocasiones el convento, en donde tenía alojamiento propio. Sus armas aparecen en varias estancias del convento.

 

Felipe II lo visitó en 1565 y financió diferentes obras que dieron como resultado la construcción de una plaza y una casa de huéspedes. Hay testimonio de esto en una inscripción que dice El católico Felipe segundo rey de las Españas vino aquí año 1565 y dio limosna para esta plazuela y para toda la obra nueva de esta casa.

Los frailes permanecieron más de seiscientos años, hasta 1835 cuando, por las leyes desamortizadoras de Mendizábal, como tantos otros monasterios de España, hubo de ser abandonado para caer en la ruina.

En Sebúlcor, municipio donde está el monasterio, la Asociación Amigos del Convento de la Hoz se encarga de mantener viva la memoria del convento. La asociación organizó durante más de diez años diversas actividades con el objetivo de conseguir que fuera declarado Bien de Interés Cultural el 13 de septiembre de 2012.

Pero la curiosidad de esta monasterio se produjo a partir del año 1953, ya que al construirse el Embalse de Burgomillodo, que anegó la parte baja de las hoces del Duratón, se cerraron los dos caminos habituales de acceso al convento, el occidental, llamado "Portillo de las Tres Cruces", y el meridional, llamado "Portillo de Pedraza", y un tercer acceso, más dificultoso y menos utilizado conocido como "camino de Sepúlveda", lo que provocó que solo se puede acceder a las ruinas desde el embalse, a excepción de aquellos momentos del año en las que baja el nivel del pantano y se puede llegar caminando.