Entrevista
Jordi Soler: «La manera que tengo de conservar lo que no existe es escribiéndolo»
El escritor se adentra en los territorios de su infancia con su nueva novela “Los hijos del volcán”
El escritor Jordi Soler regresa a la narrativa con su personal mirada a México en «Los hijos del volcán», que acaba de publicar Alfaguara. En él nos adentramos en la aventura de Tikú, el hijo del caporal de la plantación La Portuguesa, quien, con la compañía de un coyote, se adentra en la selva para descubrir una misteriosa tribu: la de los hijos del volcán.
En «Los hijos del volcán» regresa a un territorio que conoce bien.
Es la zona donde nací, un territorio que conozco perfectamente, no solo de manera emocional. Es de ahí de donde viene mi educación sentimental. Por tanto, escribo desde ahí. Es un territorio en el que se cruzan energías, también la zona mitológica, pueblos con gran fuerza prehistórica. Estamos hablando de mitología mexicana, pero también griega. Todos los pueblos de la Tierra tuvieron las mismas ocurrencias. Una razón más vasta, vulgar es que me siento terriblemente cómodo en ese territorio que ya no existe. La manera que tengo de conservarlo es escribiéndolo.
¿Es Tikú el niño que le gustaría ser?
No quisiera ser Tikú, aunque el personaje nace de esta idea de que todos oímos voces permanentemente. Es ese monólogo interior que sostenemos todo el día. Hay otra entelequia que llevamos dentro que nos orienta. Esa condición que es normal, de cierta intensidad, en cuanto se dispara es la que tiene Tikú. Se parece a los niños que jugaban conmigo durante mi infancia.
¿Por qué un coyote como compañero de Tikú?
Me parecía que Tikú debía tener un socio y me resultaba mucho más interesante que fuera un coyote que un perro. Un perro es demasiado doméstico para la criatura en la que se convertía Tikú. El coyote tiene un punto más salvaje que un perro y más doméstico que un lobo. Siempre he tenido un perro y pasear con él me ha dado muchas ideas. Soy una persona tremendamente distraída y el perro es el que me ayuda, el que siempre regresa. En este caso es el coyote quien protege a Tikú cuando se da cuenta que la pendiente está muy resbalosa. También tiene parte del nahual, de la mitología mexicana, en la que se desdobla la personalidad de un hombre.
¿Es el narrador de «Los hijos del volcán» el mismo Jordi Soler?
El narrador se parece mucho a mí. Es una fórmula a la que he llegado y donde puedo narrar mejor mis ideas, donde puedo sorprender más. Es un narrador que cobra protagonismo y esparce veneno.
Hace poco ha estado en México. Parece inevitable preguntarle por su opinión por las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador proponiendo «una pausa» en las relaciones con España.
Me parece una maniobra política que le deja muchos votos. Por otra parte, esta manera tan gratuita de meterse con España tiene su contraparte perfecta en VOX. Los dos empiezan a tirarse a un nivel que parece un lodazal. Lo que dice Obrador no corresponde con la realidad y hay vergüenza respecto a lo que dice el presidente. Fíjese que no se mete con Estados Unidos que es el grande. A mí me da mucha vergüenza.
La situación en México es muy complicada, como lo demuestran las recientes muertes de periodistas tras ser asesinados.
Esta mañana he comprobado que en el conteo entre México y Ucrania hay una diferencia de solamente seis muertos. Aquello no se derrumba porque el estado funciona, aunque está dirigido desde la total excentricidad. Los estados fallidos no hay quien los descomponga.
La desigualdad es uno de los grandes temas de su libro.
En México esta desigualdad está en el aspecto de las personas. Si tienes un aspecto indígena lo tendrás peor que si tienes un aspecto europeo. Ese es el problema de los países latinoamericanos. Es una desigualdad distinta de la que hay aquí, donde tenemos una clase media ejemplar, sin diferencias por racismo. En México existe un discurso de desigualdad. Por ejemplo, nadie invita a un indígena a su fiesta de cumpleaños. El único contacto que se tiene con la clase indígena es con los que te sirven.
¿Todavía hay, como ocurre en su novela, gente viviendo en el volcán en México?
Hay mucha gente viviendo en el volcán que es la garganta por donde sale ese mundo mitológico y mágico que se cuela en la novela. El volcán también puede ser la violencia extrema que acaba con el mundo. Esta violencia es también uno de los elementos de esa parte de la naturaleza, como también la de los narcotraficantes y los paramilitares. Son otros de los elementos que representa la violencia de la selva. Así que puede verse a esa naturaleza violenta como los guerrilleros.
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