Animales

A diferencia de ti, los chimpancés están dispuestos a cambiar de opinión según este estudio

Un nuevo estudio de la revista Science confirma que los chimpancés son capaces de razonar y cambiar de parecer

Chimpancé mirando a cámara
Chimpancé mirando a cámaraFrancesco UngaroPexels

Aquello de que “somos el animal racional” ha envejecido bastante mal. Y no es porque con los nuevos tiempos hayamos perdido la razón, es que ni somos tan racionales ni los animales lo son tan poco. Lo que, en su momento, trazó una división meridiana entre nosotros y el resto de los seres vivos, ha quedado difuminado por los estudios en psicología y el comportamiento animal. Estudios como el que acaba de publicar la revista científica Science que, en realidad, tampoco dicen nada nuevo, pero visten de rigor a las intuiciones de tantos.

De algún modo, nos hemos llegado a convencer de que éramos únicos, y no solo entre los animales, sino incluso entre los humanos. La razón parecía una característica exclusiva de los hombres y, en especial, de los hombres blancos. Y, si se lo negábamos a otros humanos, cómo no se lo íbamos a negar también a nuestros parientes vivos más cercanos: los grandes simios, como los chimpancés y los bonobos. De hecho, incluso ahora, varios siglos después de la humillación darwiniana, algunos pensadores siguen adjetivando nuestras cualidades cognitivas para volverlas únicas o poniendo prefijos al aparente raciocinio de otros animales para quitarle algo de importancia. Por suerte, cada vez es más difícil negar lo evidente.

Cambiar de opinión

Investigadores de varias universidades se han reunido para analizar el raciocinio de los chimpancés. Sabemos que son inteligentes, que pueden resolver problemas y que superan a nuestros bebés en algunas tareas concretas. No obstante, hay quien sugiere que estos comportamientos son instintivos, automáticos, que en ellos apenas media la razón y que, en realidad, se guían por una serie de sesgos muy útiles que, en la mayoría de los contextos, reman a favor de la supervivencia. Para aclararlo, los investigadores han ido al santuario de chimpancés de la isla de Ngamba y, allí, le han sometido a una prueba.

Los chimpancés debían adivinar debajo de qué caja habían ocultado los científicos un poco de comida. Para ello, los investigadores les daban una pista de bajo qué caja se encontraba el alimento y, entonces, les pedían que eligieran. A continuación, antes de levantar las cajas, les daban una segunda pista y les volvían a preguntar. Los chimpancés no solo tenían en cuenta la nueva información, sino que parecían reflexionar sobre ella. Los investigadores modificaron las pistas para descartar que, simplemente, estuvieran dando prioridad a la última información recibida, fuera poco fiable. La conclusión es que eran capaces de sopesar la credibilidad de ambas pistas y elegir en función de eso. Una habilidad que los bebés humanos no desarrollan hasta los 4 años.

¿Y nosotros qué?

Tras recoger los resultados, los expertos comprobaron que encajaban con los que esperaríamos tras aplicar varias estrategias de razonamiento que hemos descrito en humanos. Emily Sanford, coautora del estudio e investigadora en la Universidad de California Berkeley (Estados Unidos), añade que “Esta investigación puede ayudarnos a pensar de manera diferente sobre cómo abordamos la educación temprana o cómo modelamos el razonamiento en sistemas de IA”. Y, a ellas, podemos sumar otra reflexión. Porque tras entronizarnos en la razón, ha sido muy fácil darla por hecho. Pero, en realidad, muchas veces la usamos para blindar nuestros sesgos, en lugar de para disolverlos.

¿Qué nos dice que, para evaluar la racionalidad de los chimpancés, nos hayamos preguntado si son capaces de cambiar de opinión? Nada de esto significa que el resto de los animales no caigan en sesgos y que se obcequen con una idea poco razonable. No significa que los humanos nos movamos siempre por emociones aquilatadas con supuesta razón. Significa que debemos pensar dos veces por qué creemos lo que creemos y, sobre todo, qué pruebas tendrían que presentarnos para cambiar de opinión. Solo así lograremos conservar nuestro autoimpuesto título de “animales racionales”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Decía Hal Foster en “El artista como etnógrafo” que, cuando analizamos otras comunidades a las que somos ajenos, debemos evitar dos extremos. Por un lado, sobre-identificarnos con ellas hasta diluir por completo ese contraste desde el que podemos comprender las peculiaridades que la definen. Por otro, la excesiva distancia, como si fuéramos algo totalmente diferente y, por lo tanto, incomparable. Dos extremos que también debemos evitar cuando pensamos en el comportamiento del resto de animales.

REFERENCIAS (MLA):

  • Sanford, Emily, et al. “Chimpanzees Rationally Revise Their Beliefs.” Science, 30 Oct. 2025.