Evolución

El sentido del humor podría tener, al menos, 13 millones de años

Un nuevo estudio rastrea el origen del humor a través de 18 comportamientos “humorísticos” que, en su mayoría, no habían sido descritos hasta ahora

Orangután juvenil tirándole del pelo a su madre
Dos gorilasBOS Foundation BPIEurekalert

El ser humano se ríe. Es algo bastante generalizable en este mundo cargado de excepciones. Hay tantas culturas humanas que se vuelve realmente complicado encontrar rasgos que nos unan a todos. No todas las culturas dibujan, ni cantan, ni cocinan… Su modelo de familia cambia, al igual que su economía y su espiritualidad. Incluso cuando tratamos de buscar principios éticos universales, nos encontramos con inquietantes diferencias. El humor parece ser diferente y es que, de hecho, está presente incluso en otros animales, en concreto un nuevo estudio apunta que, al menos, las otras cuatro especies grandes simios, parientes cercanos, pero que nos hacen sospechar que, el humor es mucho más antiguo que nosotros y que podría tener millones de años de antigüedad.

Se trata de un estudio publicado en las Actas de la Royal Society B, científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, la Universidad de Indiana y la Universidad de California en San Diego y, en él, los expertos reportan casos de bromas juguetonas en orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas. Es cierto que nosotros nos separamos de los chimpancés hace algo menos de 9 millones de años, pero estamos algo menos emparentados con los orangutanes y, si estos comportamientos se pueden considerar como una suerte de primitivo sentido del humor, sería razonable pensar que el este rasgo tan humano tendría, al menos 13 millones de años (si no más, incluso).

El humor universal

En palabras de Isabelle Laumer, principal autora del estudio, los grandes simios “participan en juegos sociales, muestran risas y presentan comprensiones relativamente sofisticadas de las expectativas de los demás" convirtiéndolos esto en excelentes candidatos para estos tipos de estudios. De hecho, los investigadores pudieron identificar unos 18 comportamientos que podríamos interpretar como humorísticos. Ninguno de ellos consistía en coger un micrófono y tirar chistes entre un taburete alto y una pared de ladrillos, pero si los imaginamos en un infante humano es difícil no interpretarlos como humorísticos.

Erica Cartmill, otra de las investigadoras, enumera algunas de estas “payasadas”: "Era común que los bromistas agitaran o balancearan repetidamente una parte del cuerpo u objeto en el campo visual del objetivo, lo golpearan o lo pincharan, lo miraran de cerca a la cara, perturbaran sus movimientos, tiraran de su cabello u realizaran otros comportamientos que eran extremadamente difíciles de ignorar para el objetivo". Por supuesto, no debemos interpretar todo esto a la ligera, porque, aunque seamos parientes, si hay choque cultural entre un español y un portugués, cómo no va a haberlo entre especies diferentes de grandes simios. Enseñar los dientes en nuestro caso es algo positivo, le llamamos sonrisa. En cambio, en un chimpancé puede ser un mensaje agresivo.

Por ejemplo, podríamos confundir todo esto con una simple actitud de juego, pero parece haber algo diferente. Por ejemplo, en estos casos de “bromear juguetón”, que así lo han llamado, la actividad es unilateral, el bromista es quien actúa durante toda la interacción hasta el final, donde el “bromista” mira la cara de su interlocutor y, en palabras de Laumer, en ese momento puede producirse un “elemento de sorpresa”. Y es que, en realidad, de eso se trata muchas veces el humor: de romper con lo esperado generando cierta sorpresa.

Por supuesto, hay más factores que entran en juego, pero posiblemente este sea uno de los más nucleares. Podemos conseguirlo creando un patrón que rompemos o aprovechando un patrón ya creado, por ejemplo, las convenciones sociales, para transgredirlas. Ese es el caso de los bebés cuando ofrecen un objeto a sus padres para, inmediatamente, retirarlo y reír. Puede que estén entendiendo que han roto un pacto social, pero lo más probable es que disfruten de la cara de sorpresa e indignación fingida de sus padres.

Así que, aunque es pronto para afirmar con rotundidad que estos comportamientos son un claro caso de humor en grandes simios, son, lo suficientemente parecidos para sospecharlo y que ocurran en contextos reconocibles para nosotros como “humorísticos” refuerzan la idea. Siendo ellos nuestros parientes vivos más cercanos, parece una especulación relativamente cauta que podemos permitirnos tener en cuenta hasta que haya más evidencia a favor (o en contra) del origen simiesco del humor.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Hay unas 70 especies de animales que “se ríen”, pero en realidad estamos hablando de una decena de vocalizaciones diferentes que usan para comunicarse. La estructura social de las hienas es muy compleja, y gracias a estos mensajes pueden establecer jerarquías, pedir ayuda y reclamar su territorio, por ejemplo. Para algunos la causa y el ánimo de esta risa no coincidirían con la risa humana y, por lo tanto, no deberíamos considerar que las hienas rían realmente. Pero no debemos olvidar que, incluso entre nosotros, existe la risa nerviosa

REFERENCIAS (MLA):

  • Isabelle Laumer, et al., “Spontaneous playful teasing in four great ape species” Proceedings of the Royal Society B Biological Sciences10.1098/rspb.2023.2345