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“Los romanos modificaron su entorno, pero esto produjo una catástrofe ambiental”, señala un experto que analizó sequías del pasado en España

Fernándo Gázquez, investigador de la Universidad de Almería, explica cómo los romanos alteraron hace 2 000 años la hidrología de un lago de la península para paliar los efectos de la sequía.

Sequía
Laguna de Zóñar, la zona modificada por los romanos, actualmente. VegaporVegapor

Unos 2000 años atrás, en la zona central de Andalucía, los romanos dominaban la Península Ibérica mientras se enfrentaban a periodos de sequías intensas, en los que llovía hasta un 20% menos que en la actualidad. Para satisfacer la alta demanda de agua para uso urbano y agrícola, los habitantes de la región derivaron riachuelos que de forma natural alimentan zonas húmedas, provocando, en el proceso, graves consecuencias ambientales.

Quien analizó esto fue un equipo de las universidades de Almería, de Granada, de la Complutense de Madrid y de la Royal Holloway de Londres, liderados por el investigador Fernando Gázquez. “Mediante el análisis de sedimentos del lago Zóñar – nos explica Gázquez en conversación telefónica - hemos comprobado que en torno al siglo I d.C el nivel del lago era de tan solo 3 metros de profundidad, y que su agua era mucho más salada que en la actualidad, y esto se debía tanto a la escasez de lluvia como a la derivación por parte de los romanos de los manantiales que alimentan el lago”.

Esto ocurrió en una época en la que llovía un 20% menos que ahora y lo que analizó el estudio, publicado en Scientific Reports , son los restos arqueológicos de infraestructuras hidráulicas, canales y cisternas que fueron usadas para transportar el agua de los manantiales a una villa romana que estaba al lado del lago.

“Los resultados demuestran que los romanos fueron capaces de adaptarse a periodos de sequías – añade Gázquez -. Descubrimos que en la época romana el manantial se derivó por completo y la laguna se fue secando. En la zona norte de la laguna hay restos de una villa romana, lo lógico sería que se hubiera llevado el agua para suministrar a esa villa. Cerca también hay unas termas romanas y podría ser que también hubiera suministrado agua a esta zona. Los hallazgos ponen sobre la mesa el que es probablemente uno de los primeros ejemplos del impacto medioambiental del ser humano sobre ecosistemas acuáticos en la península Ibérica”.

Hay que tener en cuenta que, en estas fechas, determinadas a partir del uso de carbono 14 en los sedimentos, se llevó a cabo precisamente en esta región la batalla de Munda, que enfrentó a Cayo Julio César y a Cneo Pompeyo el Joven. Ocurrió en el año 45 a. de C. y se calcula que ambos ejércitos contaban con una fuerza total de 70.000 personas, lo que podría haber puesto en peligro, también, la estabilidad de la laguna.

“Un aprendizaje de nuestro estudio – continúa Gázquez - es que los romanos eran capaces de modificar su entorno lo que produjo una catástrofe ambiental. La laguna pasó de 14 metros de profundidad y dulce a unos 2 metros y muy salada. Para la fauna que podría vivir en esa zona fue una catástrofe”.

La ventaja de nuestra época es que tenemos un nivel tecnológico que nos permite acceder a acuíferos profundos y a técnicas de desalinización. Pero también que las sequías son cíclicas, mientras que, en aquellas épocas, señala el estudio, las sequías podían durar 20 años.

“Un mensaje importante es que las medidas que se toman para paliar la sequía pueden tener consecuencias devastadoras para el medioambiente – agrega Gázquez, experto en geodinámica -. La desalación de agua puede tener muchas consecuencias. Si eso lo hacemos durante mucho tiempo y las llevamos al mar, el Mediterráneo puede terminar siendo el mar Muerto. En Almería, los acuíferos están secos, contaminados y como no llueve no se reabastecen, es agua que está almacenada miles de años y se va acabando. Cada vez se intenta ser más racional en el consumo de agua, tenemos sistemas autónomos de riego, cada vez se consume menos agua, pero al mismo tiempo, cada vez hay más superficie de cultivo. Es verdad que producen más, pero también se consume más agua para ello”.

Los estudios de Gázquez también se centran en lo que se conoce como la anomalía climática medieval, un periodo de altas temperaturas y seco durante el siglo X, que afectó a los árabes en la península. La solución para ellos fue “sembrar agua”. En la región de la Alpujarra granadina hay unas canalizaciones conocidas como careos. “Los árabes movían el agua por esas canalizaciones para que se infiltrara en el terreno – concluye Gázquez -, el objetivo era que el agua, de las cumbres nevadas, abasteciera manantiales. Esto hoy se sigue usando en la actualidad. Gracias a este sistema hay pueblos que aún hoy dependen de ellos para el agua”.