Gastronomía

Operación Beaujolais, curiosidad fermentada

Cuatro estaciones imprescindibles para hacer una parada: El Rodamón, Bodega Albarizas, Angolo Divino y Valen & Cia

Su carta de presentación es sencilla: vino fácil de beber, con persistencia en boca, que destila querencia de manera natural para todos los públicos
Su carta de presentación es sencilla: vino fácil de beber, con persistencia en boca, que destila querencia de manera natural para todos los públicosLa RazónGastro

La reciente vendimia se vuelve en satisfacción presente. Hay reencuentros vinícolas que nacen con la fecha escrita. No es necesario buscarse coartadas para jerarquizar el consumo del conocido Beaujolais Nouveau que nos acompañará durante el epílogo de noviembre. El maridaje acompasado está más que correspondido. No es ningún secreto, movidos por un impulso que no sabemos descifrar somos capaces de ponernos de acuerdo en su consumo.

En algunos establecimientos encumbran este vino con su particular cocina y la inestimable ayuda de embutidos, quesos, charcutería, conservas, salazones y patés, como aliados incondicionales, para crear una jornada irrenunciable de gastronomía infatigable y paladar fácil.

Se amontonan las razones para programar una serie de paradas, con incuestionable éxito, durante un circuito improvisado en cuatro estaciones diferentes e imprescindibles donde hacer una parada deseada: El Rodamón ( C/ Sueca, 47 ); Bodega Albarizas (Antonio Suárez, 29); Angolo Divino (Almirante Cadarso, 14) y Valen & Cia, (C/ Sorni, 35 ) donde tendrá sus efímeros dominios el Beaujolais las dos próximas semanas hasta acabar existencias.

Si nunca han oído hablar de nuestro protagonista, aquí tienen un mapa de oportunidades para familiarizarse.

Los emisarios de la distribuidora Sommelier Express nos confirman su presencia. Pidan y le será concedida esta oportunidad sin ningún eufemismo sumiller. Aunque recuerden que la hora punta de este encuentro será el próximo jueves 19 de noviembre.

De pie, frente a la copa, escuchamos las voces de la curiosidad fermentada por el (des)conocimiento. Sin caer en una cierta tendencia a la hipérbole de algunos «gastroforofos», el beaujolois, sin señas de identidad entre clientes habituales, se consolida cada vez más entre los presentes. Este vino es el encargado de cincelar temporalmente nuestro paladar al final del otoño como una verdad revelada en forma de costumbre.

Desprendidos por completo de las pompas mundanas vinícolas participemos en el adiestramiento sumiller que hace gala su presencia como algo diferente. Si nos movemos a destiempo nos quedamos fuera del encuadre vinícola como automatismo del buen gusto con la fecha escrita y la curiosidad destilada.

Un acontecimiento inaplazable dictado por la cercanía temporal de la vendimia. Una experiencia, incluidos todos los sentidos establecidos por la curiosidad, a la que hay que entregarse sin trabas. Aunque todos los gastrónomos tienen un ángel vinícola y un demonio sumiller en su interior, hay que decantarse por ofrecer una oportunidad al beaujolais. Un corto eslalon vinícola se precipita ante nosotros mientras los contrabajos enólogos percuten en la sincronía de nuestro consumo habitual.

No es necesario tener una resuelta sabiduría sumiller, más bien una desacomplejada intrepidez vinícola para saborear este joven caldo francés que crea vínculos al probarlo y cimenta una efímera empatía. Célebre y (des)conocido en nuestro país, su consumo empieza a ser más demandado, mientras en Lyon, la capital espiritual de su denominación de origen, se festeja por excelencia.

Su carta de presentación es sencilla: Vino fácil de beber, con persistencia en boca, que destila querencia de manera natural para todos los públicos. Su huella ligera y afrutada es evidente sin plantear grandes cuestiones que trascienden a un vino suave que tiene la particularidad de ser lanzado a la venta el mismo año de su cosecha. Aprovechemos su corto recorrido que activa nuestro metabolismo.

Las primeras copas se convierten en una evidencia incandescente. Solo hay una razón amarga para finalizar esta cata el poder efímero de este joven vino. Ustedes tienen la última palabra concédanle el beneficio de la duda en forma de prueba. No se resistan a aceptar la evidencia, su paladar lo agradecerá puntualmente. Aquí acaba este pequeño recorrido de sumiller sobrevenido. Agradecido por la oportunidad tan inesperada. Queda tan solo algo pendiente… brindar. No es una fábula, está ocurriendo. Operación Beaujolais, curiosidad fermentada.