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Educación

“Poner límites no traumatiza a los niños. Educar no es hacerse amigos de tus hijos”

La Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental reúne a más de 200 expertos en Valencia

La sobreprotección es uno de los problemas más frecuentes en la educación Pepo HerreraEFE

La sobreprotección, la ausencia de límites y la falta de autoridad son factores de riesgo para el desarrollo de la violencia filio-parental, la que ejercen los hijos contra sus progenitores tanto de forma física como verbal, un delito por el que cada año se abren en España cerca de 5.000 expedientes y que no ha dejado de crecer desde principios de este siglo.

“Hay que trabajar con la idea de que la manera correcta de educar no es hacerse amigo de los hijos”, ha asegurado a EFE Roberto Pereira, presidente de honor de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental, que en su tercer Congreso Nacional reúne en València a más de 200 expertos en el ámbito de la intervención de este tipo de violencia intrafamiliar.

Pereira, médico psiquiatra y psicoterapeuta familiar y de pareja, afirma que muchos progenitores sienten que si ponen límites a sus hijos “van a perder su afecto o los van a traumatizar, cuando no es así. Deben demostrar firmeza y a ser posible con autoridad, porque tener autoridad ayuda”.

Según Pereira, la alarma sobre este tipo de violencia comenzó a principios del siglo XXI y no ha dejado de incrementarse desde entonces, y aunque no hay un estudio a nivel nacional que lo haya medido, hay uno que se hizo durante tres años en Vizcaya y cuyos datos podrían extrapolarse a nivel nacional.

Así, se concluyó que entre el 13 y 14 % de los jóvenes de edades comprendidas entre los 13 y 18 años ejercían la violencia filio-parental y, de ellos, un 12,5 % usó la violencia psicológica de manera frecuente y un 3,2 %, la violencia física. A nivel nacional, sería una cifra aproximada de 200.000 jóvenes.

Entre los factores de riesgo que pueden dar lugar a este tipo de violencia, según Pereira, están el hecho de que cada vez se tienen menos hijos, se les consiente y se les “mima más” y también se tienen más tarde, “con lo cual el ejercicio de la autoridad se ve más dificultada”.

También favorecen circunstancias como los conflictos en la pareja o los cambios en los modelos familiares, ya que actualmente la familia tradicional o nuclear supone menos del 50 % de los modelos familiares y aparecen nuevos como las familias monoparentales, reconstituidas, y muchas adopciones. “No es que sean malos en sí mismo, pero modifican la manera de educar”..

Además, destaca, hay un “cambio importante” en la manera de educar: mientras la sociedad actual piensa que el modelo de educación tradicional que se ha vivido hasta finales del siglo XX “era excesivamente autoritario y jerárquico”, ahora se busca que la educación “sea más democrática, más horizontal, más emocional”.

“Es muy difícil tener autoridad sobre alguien con el que tienes una relación emocional muy cercana y horizontal, como de amigos, y llegado el momento tienes que poner unos límites. Pero es necesario hacerlo y si estás demasiado cerca de ellos es difícil decirles que hagan esto o que dejen de hacerlo”.

Según Pereira, los datos de las memorias fiscales de cada año señalan que hay una media de 5.000 procedimientos abiertos de padres que han denunciado a sus hijos por casos de violencia filio-parental.

Perfil del agresor

Aunque cuando comenzó el fenómeno eran más denunciados los chicos que las chicas, ya que ellas suelen usar de forma más habitual la violencia verbal y psicológica (insultos, descalificaciones o chantaje), y ellos utilizan la violencia física, la cifra se está equilibrando en el caso de esta última.

Respecto a las familias donde se produce este tipo de violencia, Pereira señala que se da en “todo tipo, tanto de un nivel socioeconómico bajo o alto y en cualquier tipo de estructura familiar”.

También señala que es importante la influencia de internet en este tipo de acciones, pues en la red “se encuentra a veces un tipo de funcionamiento que puede ayudar a conductas de todo tipo, lo vemos no solo ahora con el auge de abusos sexuales entre los jóvenes”.

Considera que la juventud actual está perdiendo muchos de los valores que se estimaban en generaciones anteriores y afirma: “La sociedad está cambiando, estamos en un momento de buscar nuevas maneras de relacionarnos y eso genera una crisis”.

Según afirma, “encontramos muchos padres con una gran confusión sobre cuál es la manera correcta de educar y con mucho temor a que los hijos no vayan bien”, y debido a esa inseguridad acerca de cómo actuar “aparece constantemente esa protección excesiva de los hijos”.

Soluciones y medidas

A su juicio, es necesario corregir y volver a la alianza entre los dos grandes sistemas educativos, el escolar y el familiar, que se han distanciado hasta el punto de que a veces hay conflictos entre los progenitores y el sistema escolar.

También se debe trabajar “con la idea de que la manera correcta de educar no es hacerse amigos de los hijos. Lo que realmente afecta a la relación entre padres e hijos es que carezcan de afecto y que sus padres o madres no estén presentes para guiarles, orientarles y corregirles”.

Pereira señala a EFE que aunque el sistema de medidas judiciales para menores “está funcionando bien”, se está aplicando la ley de violencia intrafamiliar, la de violencia doméstica, que está pensada básicamente para combatir la violencia machista, lo que a veces “genera algunas disfunciones, como aplicar de manera frecuente la orden de alejamiento”.

“Eso es útil para algunos casos pero para otros es contraproducente, porque la solución de este problema no es que cese la convivencia. Los hijos, si son menores, tienen que seguir conviviendo y hay que intentar resolver el problema de disfunción familiar sin que cese la convivencia”.

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