Tribunales

La acusada de matar a su marido enfermo dice que le ayudó a suicidarse

Asegura que llegaron a hacer trámites para conseguir la eutanasia en otros países

Un Tribunal Popular juzga a una mujer (en la imagen a la izq) acusada de matar a su marido, que tenía una enfermedad degenerativa y no podría valerse por sí mismo, y enterrarlo en una finca de Godelleta que había alquilado poco antes de los hechos.
Un Tribunal Popular juzga a una mujer (en la imagen a la izq) acusada de matar a su marido, que tenía una enfermedad degenerativa y no podría valerse por sí mismo, y enterrarlo en una finca de Godelleta que había alquilado poco antes de los hechos.Biel AliñoAgencia EFE

La mujer acusada de matar a su marido, que padecía una enfermedad degenerativa y no podía valerse por sí mismo, enterrarlo en un terreno en Godelleta (Valencia) y fingir su desaparición voluntaria, ha asegurado este viernes que le ayudó a suicidarse, y que al no lograrlo con pastillas, trató de asfixiarlo con butano y luego le estranguló.

Su abogado, en el informe final, ha considerado a su defendida responsable de haber infringido el artículo 143.4 del Código Penal -cooperar con actos directos a la muerte de una persona que sufriera un padecimiento grave, con sufrimientos físicos o psíquicos constantes, por petición expresa de ésta- y ha propuesto una condena de dos años.

Por el contrario, tanto la Fiscalía como la acusación particular han mantenido la petición inicial de prisión permanente revisable para esta mujer.

En su declaración ante el Tribunal del Jurado, que se había dejado para el final del juicio, esta mujer ha explicado que su marido estaba enfermo, que su situación empeoró mucho y que empezó a considerar la eutanasia en 2019. “Me decía a diario que quería morir, incluso hizo huelga de hambre al paralizarse la tramitación de la muerte asistida en España”.

“Hicimos los trámites para conseguir la eutanasia en países donde estaba legalizada. Pedí información por correo a Suiza y nos dieron un presupuesto de 7.000 euros, pero él se vio incapacitado para viajar en tren. Nos planteamos ir en furgoneta, pero ahí se quedó la cosa, no volvimos a hablar”, ha asegurado.

Posteriormente ha explicado que ella y su marido se pusieron en contacto con asociaciones pro derecho a morir dignamente, que les informaron de cómo podían comprar fenobarbital u otros medicamentos, y como combinarlos para morir, y les dieron consejos sobre cómo hacerlo.

Llegaron a comprar ese producto, pero “se quedó en la aduana”, ha asegurado.

Finalmente, optaron por una combinación de medicamentos, algunos de los cuales adquirieron sin receta, y la acusada se los proporcionó a su marido, que los tomó, según su relato.

“Pero pasaban las horas y no moría”, ha detallado la procesada, quien ha explicado que ya había llevado a su marido a una finca que tenían en Godelleta. “Cogimos una bombona de butano, abrimos la válvula y le encerramos en el coche, pero esto tampoco funcionó, así que hice algo que no debería haber hecho -ha afirmado entre sollozos- cogí un cordón y le ahogué”.

Ha relatado que al sacar al hombre del coche se le cayó, y “de ahí las contusiones”, porque ha negado haberle pegado o forcejeado con él.

Finalmente, ha admitido que depositó el cuerpo en una fosa en la parcela y lo roció con sosa cáustica, un total de 13 botes que asegura que tenía para combatir las malas hierbas y que echó sobre el cuerpo “por el olor, no para descomponer el cuerpo”.

“Él había sido policía y sabía lo que iba a hacer la policía y la familia. Por eso me dijo que tuviera cuidado, que me fuera lejos y que mandara un mensaje. No me dijo lo que tenía que escribir. Lo hice yo y escribí lo que me salió en ese momento”, ha concluido.

El fallecido, que presuntamente fue asesinado el 1 de diciembre de 2019, se había casado con la acusada en 2017 y, en el momento de su fallecimiento tenía reconocida una discapacidad del 79 %, y una enfermedad, ataxia cerebelosa, que estaba en estado “muy avanzado”.

Según el relato de las acusaciones, la mujer alquiló una parcela en Godelleta, donde llevó a su marido, al que había dormido tras darle un somnífero asegurándole que era una pastilla para el dolor, el 1 de diciembre de 2019.

Asimismo, mandó excavar una fosa en el terreno y, el día de los hechos, hizo que le acompañara su hijo, entonces menor de edad, a quien hizo creer que estaba cumpliendo la voluntad del marido y ayudándole a morir sin dolor.

Una vez en la parcela, dejó al hombre dormido dentro del coche y abrió la espita de una bombona de butano, pero “al comprobar que seguía con vida, cogió un cordón de las zapatillas del menor y lo estranguló con ellas”, mientras el fallecido “se revolvía”.

Una vez fallecido, siempre según el relato de las acusaciones, “sacó el cadáver del vehículo y, ayudada por su hijo, lo metió en la fosa, en la que introdujo productos químicos para disolverlo”, lugar donde permaneció el cuerpo hasta el hallazgo del cadáver en junio de 2020.

Pocos días después, el 5 de diciembre, denunció la desaparición de su marido, al que aseguró haber llevado a una fiesta, y afirmó que cuando había ido a recogerlo ya no estaba.

Asimismo, enseñó un mensaje enviado desde el teléfono de él en el que decía “lo siento mucho, no voy a volver a casa”, al que siguieron varias comunicaciones más que, según la Fiscalía y la Policía, enviaba ella misma desde el teléfono del fallecido, también a sus familiares y amigos, en las que reclamaba que no se le buscara.