Adiós a María de Ávila, figura central de la danza clásica
Nos dejó ayer con 94 años, una vida longeva que le dieron para una de las carreras más brillantes de la danza clásica en nuestro país durante el siglo XX, sino la más. En 1954 abrió su estudio en Zaragoza y en aquellos salones se formaron algunas de las principales figuras de las siguientes generaciones: Víctor Ullate, Ana Laguna, Arantxa Argüelles, Amaya Iglesias, Trinidad Sevillano... Algunos la recordaban ayer, como Víctor Ullate: «El que yo me haya dedicado a la danza es por ella, ella es la responsable porque me dio una base muy sólida para que pudiera entrar en el Ballet del siglo XX de Maurice Béjart. En los comienzos nadie es autodidacta y si no tienes unos buenos principios es imposible», En 1982 fundó el Ballet de Zaragoza y desde 1983 a 1986 estuvo al frente de las dos compañías estatales (el Ballet Nacional de España y el Ballet Nacional Clásico, que se fundieron para aquella ocasión) y cuyos frutos artísticos todavía ser recuerdan.
Comenzó sus estudios de ballet clásico y español a los 10 años con Pauleta Pamiés, en el Liceu de Barcelona. Los maestros Alejandro Goudinov, Antonio Bautista y Antonio Alcaraz continuaron después con la formación de esta figura imprescindible de la danza española. Enseguida entró a formar parte del Ballet del Liceu, y poco después ya era primera bailarina. Durante este tiempo, trabaja como partenaire habitual del bailarín Juan Magrinyá y protagoniza inolvidables interpretaciones como la de El Amor Brujo en 1939, junto a Vicente Escudero. Los Ballets de Barcelona y la Compañía Española de Ballet, en las que figuraba como bailarina estrella, y el Instituto del Teatro de la Diputación de Barcelona, en el que trabajó como profesora de danza hasta que emprendió retos mayores.