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Aeropuerto espacial con apellido español

larazon

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El primer día que el ya profesor Luis Vidal (Barcelona, 1969) llegó a clase le puso una doble tarea a sus alumnos: que dibujaran una bicicleta y un plano de Madrid. Una tercera cuestión era el por qué deseaban aquellos chavales convertirse en arquitectos. Hoy, el pasado, tan cercano, no le suena ni lejano ni ajeno. Atrás, sí, han quedado los tiempos en que el mar era un elemento más de su vida en Palma de Mallorca: las olas, la pelea por remontarlas, las salidas casi a diario, las regatas... Siempre le ha atraído el mar: «Es lo que más echo de menos en Madrid, el poder salir a navegar», dice desde un aeropuerto a punto de embarcar rumbo a Reino Unido. La arquitectura le prendió desde niño. Estudió en Greenwich (Reino Unido), donde se licenció con honores en 1994. Es miembro del RIBA (Royal Institute of British Architects) desde 1995 (ingresó con 25 años y se convirtió en el miembro no británico más joven, nuevo récord, de este selecto club fundado en 1834) y se especializó en el diseño de aeropuertos e infraestructuras de transportes junto a los hospitales (en los que aplica técnicas de arquitectura curativa).

Futuro a medio plazo

Hoy tiene el estudio español de arquitectura más importante, que fundó en 2004. «Eso dicen», responde, sin darle la menor importancia. Sabe que es la cabeza visible, con su pelo encanecido, pero jamás, dicen quienes le conocen de toda la vida, se arroga un protagonismo que no sea suyo. «Somos un equipo», repite durante la conversación. Basta entrar en su página web para comprobarlo: cada uno de los integrantes del despacho aparece fotografiado y le acompaña un sucinto currículo. El proyecto que le ha dado notoriedad universal no deja de ser un tanto especial, espacial y marciano. Y no es ciencia-ficción, sino futuro a medio plazo. A saber: construir junto a la empresa de ingeniería y arquitectura norteamericana HDR, un puerto espacial en Front Rage, Colorado (Estados Unidos). Luis Vidal + Arquitectos se convierte así en el primer estudio español en diseñar un aeropuerto espacial. El concurso se inició hace dos años a través de una solicitud publicada por el citado aeropuerto a la que respondieron más de 80 empresas: «Realmente tuve acceso al nombre de las últimas once en el proceso de selección y en ese momento éramos los únicos europeos. Nuestro currículum posee la suficiente experiencia aeroportuaria como para llegar hasta el final», comenta. ¿Satisfecho? «Por supuesto, cuando te presentas a un concurso es para ganarlo. Hemos puesto todo nuestro esfuerzo y cariño. Además, será la primera vez que se construya un puerto espacial comercial», remarca.
El desarrollo de la estación se encuentra en su fase preliminar, es decir, en la elaboración de un anteproyecto que valore su viabilidad, requisito imprescindible para obtener la licencia que permita su construcción y que no cree que se alargue más de unos meses desde el momento en que se presente la solicitud. El objetivo es conectar diferentes puntos del planeta en tiempos cortos: un Londres-Denver, por ejemplo, en hora y media o un Denver-Tokio, en poco más de 120 minutos. Increíble, pero posible ya. Cuando le preguntamos por el siguiente paso: «Será la teletransportación».
El funcionamiento de este puerto espacial, que hará historia, dependerá de la concesión de la licencia y de la tecnología, que cree que para este tipo de aviones puede estar lista en unos cinco años. «Te asombrarías, además, de la demanda y de la cantidad de gente interesada, aunque se desconoce el coste y cuándo estará operativo», comenta. ¿Será posible en España? «Ya hemos mantenido conversaciones con diferentes administraciones para levantar uno aquí. Es una realidad cercana», deja caer.
En el proyecto se definirán las necesidades del aeropuerto: «Habrá que dotarlo de un observatorio, donde se puedan ver despegar y aterrizar los vuelos, un centro de visitantes, habilitar zonas para niños e incluso un museo interactivo, además de un simulador para que el público pueda entrar en contacto con la tripulación. Todo está estudiado para que sea económicamente viable», explica Vidal, quien subraya las tres claves que marcan su trabajo: «Nuestros proyectos tienen que ser económica, social y medioambientalmente responsables», dice mientras confiesa que se considera un profesional con mucha suerte «porque a mi edad no es normal acometer obras de este volumen. En mi sector no es frecuente». Cuando le preguntamos por los materiales que utilizará tiene claro que «siempre estaremos a la vanguardia con nuevas tecnologías y trabajaremos con aquellos que nos faciliten y ofrezcan ventajas de tipo térmico o de habitabilidad. Entre ellos, la pintura prismática, que cambia de color en función del ángulo desde el que la mires y de la luz. Ahora, por ejemplo, estamos diseñando una variación para poder aplicarla en el hospital que construimos en Vigo. Además, ayuda a integrar el edificio, que se convierte en un camaleón, en su entorno», adelanta. Trabajan también con el grafeno y el nanocarbono, «materiales ambos muy resistentes, buenos conductores, dúctiles y moldeables». Llevará también su firma el futuro centro de arte Botín en Santander, para el que trabajan asociados con el estudio Renzo Piano: «Hay una gran expectación con este trabajo, que está yendo estupendamente y desarrollándose en plazos. Esperamos que esté inaugurado el año que viene».
Ha trabajado con estudios de medio planeta, aunque su última etapa se asienta fundamentalmente en suelo español, un orgullo. La forma de la terminal responderá a sus necesidades. Aquí el arquitecto se decanta por lo práctico y realista. Los planos señalan «un diseño similar al de una nave con forma de pájaro y que esté pegada al terreno». ¿Lo próximo será construir un hotel en la luna? Y la respuesta nos deja de piedra: «Ha sido una de las ideas que siempre he tenido en la cabeza. He estado en conversaciones con una cadena hotelera que se mostró muy interesada. Ya veremos».
Carrera supersónica
Desde 1998 a 2001, Luis Vidal, (en la imagen) fue profesor de diseño y proyectos en la Politécnica de Madrid. En 1994 entra a formar parte de Lamela Arquitectos. Entre 1999 y 2003 es director general en el estudio, del que se convierte en socio en el año 2000. Desde allí ejerció como director de Proyecto de la Nueva Terminal T4 del Aeropuerto de Madrid Barajas desde su inicio en 1996 hasta su desarrollo completo en 2003. Ha sido coautor y director del nuevo aeropuerto Internacional de Varsovia, y de otros 14 proyectos aeroportuarios, seis de los cuales resultaron ganadores en concursos internacionales. Entre sus proyectos destacan la arquitectura interior del restaurante del Museo Reina Sofía, los Hospitales Can Misses en Ibiza y el Nuevo Hospital de Vigo en Galicia, el Hospital Infanta Leonor (en el que implica el empleo de una arquitectura «curativa» que da prioridad a los usuarios y a su bienestar, en oposición al modelo de dimensiones masivas predominante