Al menos un día de exposiciones

En el Día Internacional de los Museos hay que reivindicar el patrimonio extraordinario, y para muchos desconocido, de las colecciones españolas.

Los españoles no somos especialmente unos virtuosos de los museos, ni tan siquiera asiduos en demasía. Los tenemos tan a mano que para una mayoría de nuestros conciudadanos les puede resultar extraño que decenas de miles de personas crucen medio mundo para poder disfrutar con las joyas que albergan nuestras colecciones. De hecho, el 59% de quienes sacan su entrada son extranjeros y el 41%, residentes en España. Es cierto que esa pauta de extraña intrascendencia no es uniforme ni general y que las nuevas generaciones aprecian y disfrutan mucho más del patrimonio único que acogen las múltiples y generosas galerías. Pero las estadísticas son frías, muy frías. Los hábitos culturales de los españoles relegan al cuarto lugar entre sus prioridades la visita a museos, exposiciones o galerías de arte.

Por delante, optamos a una distancia considerable por los libros, el cine o los monumentos. Casi siete de cada diez personas de este país no han pisado un museo en el último año. Y la progresión tampoco acompaña, pues el porcentaje era prácticamente el mismo hace diez años. La irregular demanda no refleja la extraordinaria calidad y el voluntarioso esfuerzo público y privado que promueven y mantienen las colecciones. ¿Falta cultura museística? Las cifras no acompañan ni evolucionan como debieran en un país con un legado histórico y artístico excepcional y una oferta en pinacotecas acorde con el mismo. El Museo del Prado, por supuesto, es el emblema de ese patrimonio y, como tal, se mantiene entre los diez mejores del mundo, según los barómetros más reconocidos.

Pero el catálogo de lo que este país ofrece a sus conciudadanos va mucho más allá en cantidad y en calidad. La celebración del Día Internacional de los Museos este pasado viernes, con actividades que se prolongarán el fin de semana, es una oportunidad para reivindicar un acervo cultural que debe demandar mayor interés en los españoles de hoy y, sobre todo, en los del futuro. Necesitamos mejores estímulos formativos y educativos para que la visita a un Museo, que es siempre un reencuentro con la grandeza y el esplendor de esta vieja pero magnífica nación, no sea un acto insólito.