Alba Molina: «Doy gracias a la vida, pero temo no estar a la altura»
La hija de Lole y Manuel rinde tributo a sus padres en «Alba canta a Lole y Manuel», que ha supuesto valor y sufrimiento a partes iguales.
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La hija de Lole y Manuel rinde tributo a sus padres en «Alba canta a Lole y Manuel», que ha supuesto valor y sufrimiento a partes iguales.
Irrumpieron en el flamenco en los años 70 como una bocanada de aire fresco, con letras renovadas cargadas de poesía. Sufrieron críticas de los puristas, pero atrajeron un público muy alejado del flamenco. Tras la pérdida de su padre, Alba Molina canta por primera vez a Lole y Manuel. Un disco homenaje hecho desde el orgullo y el sentimiento más profundo. Y lo hace con la guitarra de José Acedo, un trianero auténtico que también ha tocado con ellos. Dice Alba que «su aportación hace que el disco huela a Manuel, no sólo por usar su guitarra, sino porque su aire y su estilo son lo más parecido».
–Un merecido homenaje.
–Ya tocaba, era el momento. Otras veces lo pensé, pero lo desechaba rápido. Me da vergüenza, siento pudor de interpretar estas canciones, porque, como las canta ella, no hay quien lo logre. Lo sucedido con mi padre me ha empujado y me ha hecho decidirme.
–¿Supone un reto, un orgullo...?
–Un placer absoluto. Como un reto no lo hubiese hecho, aunque lo es. Prefería no pensarlo porque me echaba atrás. Hay que tener mucho valor para hacer estas canciones tan hermosas. Me da miedo no estar a la altura. Más que orgullosa, estoy agradecida a la vida por ser su hija.
–¿Es su disco más flamenco?
–El más flamenco no, el único. Sólo vivo el momento. Y, aunque nunca se sabe, no creo que siga cantando flamenco, no me considero cantaora, todavía no.
–Y el más sentido y personal.
–Es lo que tenía muy dentro. Tanto que ni yo misma sabía que lo tenía. Es una puerta distinta a las que había tocado antes.
–¿Lo va superando?
–Esa palabra no la encuentro, no la entiendo, para mí ahora mismo eso no existe. No me acostumbro. Creo que estas cosas no se superan. Por lo menos estoy haciendo cosas bonitas que es lo que él quiere que yo haga seguro.
–Hay momentos en los que resulta difícil distinguir quién canta, si usted o su madre.
–Algo que ratifica José Acedo: «Es increíble cómo te pareces, más de lo que tú misma crees». Eso es un halago, pero me cuesta. Mi percepción es que soy más mi padre. Noto mi evolución y se ve que soy hija de mi madre, pero como nunca había cantado estas canciones, no me había escuchado a mí misma.
–¿Y cómo es que no las había cantado?
–Algunas sí, pero la mayoría no. No sé si por respeto, pero no me metía yo ahí. Directamente es algo divino. Algunas, incluso, están hechas sin ensayarlas. Me las sé porque las he oído desde pequeña, pero hay letras que he tenido que aprender.
–¿Qué tiene de una y de otro?
–Muchas cosas. Creo que estoy muy mezclada. Mi carácter es Molina, pero también Montoya. Hay rasgos físicos de mi padre, los ojos y el cuerpo, pero en otros soy igual que mi madre, sobre todo ahora con la edad. Yo percibo más a mi padre en la manera de interpretar y de cantar. En el timbre hay cosas, como los bajos, que son de ella, aunque cuando abro la voz, eso es de mi padre, que no es cualquier cosa. Con esto me estoy tirando flores.
–Para usted era algo más que un padre.
–Lo nuestro no es normal, no es una relación común. Era más de amigos que de padre e hija. Ha sido una relación de complicidad, de compartir escenario, de confidente, de hablarnos sin hablar... Con mirarnos ya teníamos suficiente. Es la vida, pero se ha pasado un poco. Estoy muy orgullosa de él y de su herencia.
–¿Cómo valora la aportación de Lole y Manuel al flamenco?
–Fueron vanguardia, pioneros que abrieron un camino. Únicos en su estilo y, si nadie los imita, por algo será. Para Acedo: «Por separados también serían inimitables. La voz de Lole es prodigiosa, puede cantar lo que quiera, y Manuel tiene tanta personalidad... Aportaron poesía, una forma nueva de escribir e interpretar».
–¿Necesita el flamenco un revulsivo como lo fueron ellos o Camarón?
–Pienso que está estancado, parado, imitando a todo lo antiguo. Hay que tener una base y unos patrones de los que aprender, pero no podemos estar siempre imitando a gente como Mairena, se debe evolucionar y ellos lo hicieron. Ahora no hay una figura rompedora así. Respetando a todos, estamos a años luz.
–Los puristas les criticaron.
–Sí, pero habla ahora a ver qué dicen.
–Interviene José Acedo: «Hay mucha gente que ha escuchado flamenco por Lole y Manuel y por Camarón, que no les puedes pedir que entren en el cante jondo, porque no lo entienden, pero ellos les dieron una llave para abrir esa puerta. Tienen razón en conservar la base, pero ellos la dominan. ¡Cuidado el día que Lole saque un disco de flamenco puro!» ¡Si la gente la ve cantando por fandangos se muere!
–¿Costó seleccionar los temas?
–Lo que cuesta es dejar fuera. Nos poníamos a escuchar y los queríamos todos. Decidimos por lo más escuchado por el público.
–¿Habrá segunda parte?
–Ahora no lo veo. Confío en que éste tenga buena respuesta. Es goloso, ver cómo canta la niña de la Lole por ella. Lo he hecho porque he querido, lo necesitaba y lo he hecho a conciencia. Ha tenido que morirse mi padre que esto ocurra. Imagínate de dónde me ha salido, de lo más hondo. Es desagradable decirlo, pero es así. Está cantado de verdad, con el corazón, desde el alma, sin poder y pudiendo. Con todas las ganas del mundo y hecha polvo.
–¿Cuáles son sus proyectos?
–Ahora mismo no puedo mirar ni para atrás ni para adelante. Me siento asentada y en el futuro no pienso. Es ahora y estoy rebosando. Como decía mi padre: «Mañana no existe».