Alicia Koplowitz presenta su colección de arte en París
Expondrá en marzo 53 obras de artistas como Zurbarán, Goya, Freud y De Kooning, entre otros.. Su pasión por la pintura arranca de su niñez.
Expondrá en marzo 53 obras de artistas como Zurbarán, Goya, Freud y De Kooning, entre otros.
Por primera, y quizás última vez, la empresaria Alicia Koplowitz expone su colección de arte personal, en el Museo Jacquemart-André. Se trata de una selección de 53 obras que van de Zurbarán y Goya a Giacometti y Barceló, pasando por Tiépolo, Van Gogh, Modigliani, Picasso o Rothko. «Es muy interesante», comenta Sophie Hovanessian directora de programación del Jacquemart-André, «porque permite realizar un recorrido sobre la historia del arte español y sobre la gran historia del arte occidental». La exposición no es exhaustiva, pero hay representados un total de 34 artistas a través de 35 cuadros, 7 dibujos y 11 esculturas. Estará abierta al público del 3 de marzo al 10 de julio, y permitirá penetrar en el universo «muy personal, muy íntimo» de Koplowitz porque la mayor parte de esas obras están expuestas en su domicilio o en su empresa.
El «muñidor» de este proyecto es Pablo Melendo Beltrán, que también tiene entre sus logros como comisario de exposiciones, la del Legado de la Casa de Alba en el Palacio de Cibeles de Madrid. Para él, la elección del museo Jacquemart-André para exponer la colección de Alicia Koplowitz no es anodino. Aquí en París adquirió su primera obra de arte, la primera de un largo trabajo de coleccionista que se ha prolongado a lo largo de 30 años. Se trata de una porcelana adquirida en la casa de subastas Drouot, y que todavía hoy conserva. Por otro, existe cierto paralelismo entre la vida de Alicia Koplowitz coleccionista y el origen de este museo. Nélie Jacquemart, viuda del rico heredero Adouard André, siguió el trabajo de coleccionista iniciado junto a su marido cuando éste falleció, y decidió legar al Instituto de Francia su hotel particular y su colección con la condición de que fuera expuesta al público. En ambos casos las colecciones son muestra «de una visión personal del arte» pero «realizada de forma profesional», asegura Melendo.
Carga simbólica
El criterio que ha primado a la hora de elegir las obras de la colección Alicia Koplowitz-Grupo Omega Capital que van a ser presentadas ha sido el del simbolismo. Por un lado, se ha dado importancia al arte español. «Son obras muy especiales, muy sutiles», señala el comisario, «no se trataba de traer un Goya más, sino que son piezas del artista que surgieron gracias a la amistad o la relación entre la persona que encargó el cuadro y el pintor». Es el caso también del magnífico Juan Pantoja de la Cruz que estará presente en la muestra.
También se ha puesto el acento en la pintura española del siglo XVIII, más desconocida en Francia, o en las relaciones de los pintores italianos del mismo siglo con España. Para Pierre Curie, conservador del Jacquemart-André, lo mejor de esta exposición son los Tiépolo. El artista italiano nunca piso Francia, pero Edouard André y Nélie Jacquemart adquirieron en 1892 unos frescos que fueron desprendidos y reinstalados en su palacete, y hoy se pueden contemplar en los techos de tres salones y el muro de las escaleras del museo. Ahora, los visitantes tendrán la oportunidad de apreciar otras obras de la familia Tiépolo, Giambattista, Giandomenico y Lorenzo.
De la majestuosidad italiana, la muestra dará un salto al arte moderno. Koplowitz posee al menos una obra maestra de cada uno de los más grandes representantes del arte moderno. Con un paisaje de Gauguin, «Mujeres al borde del río», realizado en su primer viaje a la Polinesia francesa; una dulce «Lectora» de Toulouse-Lautrec; o un «Jarro con claveles» de Van Gogh.
En la exposición se podrá apreciar la atracción por los retratos de mujeres, como «Cabeza y mano», de Pablo Picasso, o la fauvista «Mujer con gran sombrero» de Kees van Dongen. La colección también está enriquecida con el arte de la segunda mitad del siglo XX, con un bello retrato de Antonio López, que representa a su mujer, Mari; Antoni Tàpies y sus experimentos con la materia; o el trabajo sobre los colores de Mark Rothko.
Pero lo más excepcional de la colección de Alicia Koplowitz no podrá ser contemplado en París. Pierre Curie comenta que lo que más le ha impresionado son las grandes esculturas como las de Richard Serra o Anis Kapoor que «normalmente estamos habituados a ver en grandes espacios públicos y que encontramos en pleno Madrid en un jardín privado». El diseñador francés Hubert Le Gall es el encargado de la puesta en escena de la exposición. «Su trabajo es intentar sugerir el ambiente que rodea habitualmente la colección, evocar el universo de Alicia Koplowitz». Según Curie, la oportunidad de ver por primera vez parte de la colección de Koplowitz en Francia y no en España se debe a las relaciones «algo complicadas» que la empresaria tiene con las instituciones culturales de nuestro país, pero «por decirlo de forma positiva, Alicia Koplowitz es francófona y francófila», y la elección de París parecía la más natural. Gracias a Pablo Melendo, «que ha sabido convencerla de la necesidad de presentar su colección», ella sigue los pasos de otros coleccionistas: «Todos reúnen obras de arte de forma personal, para sí mismos, pero llega un momento en el que sienten la necesidad de compartir».
Una niña que amaba el lápiz
En el texto del catálogo de la expo que se inaugurará en marzo, Alici Koplowitz habla de su pasión por el coleccionismo, «un camino iniciático que empezó cuando tenía 17 años, un camino que ha sido, también, un escudo protector de los distintos avatares de la vida y que me ha enseñado a explorar vías desconocidas de mi interior, vías que fui descubriendo a través de cuadros, esculturas, muebles, objetos y cualquier cosa que fijaba mi atención. Por ello la colección tiene que ver mucho con mi biografía», desvela. Confiesa que desde niña sintió predilección por las clases de pintura en el colegio y que, tras recibir clases de pintura de adolescente su deseo era estudiar Bellas Artes. ¿Cómo recuerda la primera visita al Prado?: «Tenía 7 años y fuimos con la clase del Liceo Francés, donde yo estudié. Recuerdo perfectamente la enorme impresión que sentí cuando vi por primera vez ‘‘Las Meninas’’, esa misma emoción que se repite hoy cada vez que contemplo esa obra de arte». Y así describe la primera adquisición: «Fue aquí en Paris, en el Hotel Drouot, compré una porcelana de Sèvres que conservo y me quedé encantada de mi adquisición». Y a ésta seguirían unas cuantas obras más, de Zurbarán a Rothko, pasando por Goya o Lucien Freud, toda una lección de arte en medio centenar de piezas imprescindibles.