Andaluz, el acento que marcó América
La RAE y el académico José Luis Gómez presentan cuatro lecturas para entender la evolución del español en el Nuevo Mundo.
La RAE y el académico José Luis Gómez presentan cuatro lecturas para entender la evolución del español en el Nuevo Mundo.
Partía el 3 de agosto de 1492, desde Palos de la Frontera, (Huelva) la expedición marítima al servicio de los Reyes Católicos que capitaneaba Cristóbal Colón. La meta era clara: abrir una ruta que llevara hasta las Indias Orientales para restablecer el lucrativo comercio de especias interrumpido por el dominio turco en el Mediterráneo oriental y alrededores. Setenta y dos días de navegación después Rodrigo de Triana avistó, y gritó, tierra. No se había dado con el objetivo, pese a creer que sí; y aun así, ni Colón ni muchos de sus contemporáneos podían imaginar la repercusión que en Europa y en la Península, en particular, iba a tener el descubrimiento en los siguientes siglos. «La realidad cultural, política y económica que implica la expansión y el asentamiento del español en el continente americano y, por ende, en el mundo de hoy, superó todas las expectativas de entonces y de ahí que pueda decirse sin ambages que España es también América gracias a la lengua. La lengua que hablamos y la cultura, acuñada ya en común con los hispanoamericanos, constituyen el mayor potencial de nuestro país. En las naves que zarparon del sur de España viajaron hombres que llevaban consigo un idioma que les constituía y que, por gracia de aquella inmensa fortuna histórica, se convertiría en una de las lenguas privilegiadas del mundo: con aquellos marinos ‘‘la lengua española navegó a América’’», introduce José Luis Gómez.
Será el académico, actor y director de escena, el encargado de levantar el proyecto que toma nombre, precisamente, de esa frase, «La lengua navega a América». Partiendo del modelo ya utilizado por la RAE en «Cómicos de la lengua» –en conmemoración de su tercer centenario–, la institución ofrecerá –junto a la Diputación de Huelva, entre otras– cuatro lecturas «fundamentales», dicen, en el primer contacto de nuestra lengua con las tierras americanas. Así, «Diario de a bordo», de Cristóbal Colón; la «Historia verdadera de la conquista de la Nueva España», de Bernal Díaz del Castillo; la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», de fray Bartolomé de las Casas y los «Comentarios reales», del Inca Garcilaso de la Vega; son los textos elegidos por Gómez para festejar del 6 de noviembre al 5 de diciembre el 525º aniversario del encuentro entre dos mundos.
Fauna y flora inéditas
Cuatro lecturas para cuatro actores –Ernesto Arias, Mario Gas, Carlos Hipólito y Luis Peirano– y cuatro académicos –Luis Íñigo-Madrigal, José María Merino, Santiago Muñoz Machado y Mario Vargas Llosa– que comentarán la obra para los espectadores desde el plano histórico y lingüístico. Una recopilación que pretende mostrar el camino del español en el nuevo continente, así como su evolución a través del Inca y con la lengua castellana como personaje protagónico para recrear el origen de la literatura hispanoamericana.
Ignacio Caraballo Romero –presidente del Comité Organizador del 525º aniversario del encuentro entre dos mundos– describe el momento como «un hecho trascendental en la historia de la humanidad». Supuso la incorporación de un continente desconocido hasta entonces por la sociedad occidental. América no solo fue el despegue de España como potencia política y económica a nivel mundial; «también significó la incorporación de una realidad nueva que modificó la concepción que del planeta se tenía hasta 1492 –explica Caraballo Romero–. La constatación de civilizaciones social y culturalmente avanzadas; de una flora y fauna jamás vistas, del ulterior desarrollo comercial atlántico tuvo sus orígenes en el arco marítimo formado por varias villas onubenses, que hoy integran los denominados lugares colombinos», completa. Por ello, sumado al inicio del viaje, las Cocheras del Puerto de Huelva se convierten en sede junto a la Real Academia Española. Con lecturas en días seguidos de los textos en uno y otro lugar.
No podía faltar el acento andaluz en una empresa tan visionaria como errónea que fue plural: «Ideado con Castilla, financiado por un judío converso y gestionado desde Andalucía con la colaboración de Canarias –apunta Gómez–. Esto significa que más de la mitad de los colonizadores tenían como propias variedades meridionales de la lengua, con claro predominio de la andaluza». Dato al que se debe añadir que las tripulaciones de los barcos eran, también, mayoritariamente andaluzas. A pesar de que durante los siglos XVI y XVII existía una gran diversidad de dialectos peninsulares, entre el habla castellana y la andaluza había pocas diferencias, «a excepción del seseo y de la reducción de las consonantes finales», puntualiza el director de escena. Por lo que la unión de estas dos variedades dialectales, habladas por la inmensa mayoría de los colonos, «es la que puede considerarse como idiolecto base del español en América –continúa–. El habla andaluza determinó, en gran medida, el español hablado en América».
Pero el viaje fue de ida y vuelta, y como se expresó ayer durante la presentación, la lengua empezó a enriquecerse desde que Colón tocó tierra, y hoy en día siguen llegando a este lado del Atlántico americanismos. Idea que también defiende Caraballo Romero: «De todos los tesoros buscados, del mestizaje sobrevenido, de los imperios que surgen y desaparecen en absoluta banalidad, el tiempo, que es un gran escultor, como refería Marguerite Yourcenar, ha dejado un rastro común en el que nos reconocemos y admiramos. Una lengua compartida, con sus matices, a uno y otro lado del Atlántico, que la hace cada vez más poderosa; un vínculo que une, a través de la palabra, a más de 500 millones de personas. Esa lengua que nos acerca es hoy de nuevo motivo de alegría y celebración. La palabra como significante de diálogo y unión; como ejemplo de comunicación y tolerancia, que es la máxima expresión de civilidad entre los pueblos», cierra.