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Antonio Mercero: «El mundo es de las mujeres, demos un paso atrás ya»

El hijo del director de cine publica «El final del hombre», un «thriller» policíaco que está protagonizado por un agente transexual.
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El hijo del director de cine publica «El final del hombre», un «thriller» policíaco que está protagonizado por un agente transexual.
Se licenció en Periodismo, pero pronto lo abandonó para entrar como guionista de éxito en series famosas, comenzando por la inolvidable «Farmacia de guardia», dirigida por su padre. Debe de ser cosa de los genes. Sin embargo, Antonio Mercero dio un paso más en el mundo de la escritura. «El final del hombre» (Alfaguara) es su tercera novela, pero la primera dentro del género negro. Un «thriller» policíaco protagonizado por un/a agente transexual, basado en el caso real de un policía inglés. Deberá resolver el asesinato de Jon, el hijo de un famoso escritor de novelas históricas, que apareció muerto junto a un columpio con un extraño cuchillo medieval clavado en el vientre.
–¿Hay muchas diferencias entre escribir guiones y novelas?
–Sí, el motor que pone en marcha una historia puede ser el mismo, se ocurre una idea y te preguntas cómo merece más la pena escribirla, en clave literaria o audiovisual. El guión es dialogar y dialogar y más inmediato. En la novela hay que construir una voz interna, un narrador que le dé cuerpo y se escribe más pausado. Lo que sí puedo es usar mi experiencia como guionista para hacer buenos diálogos.
–De pronto, el policía Carlos aparece como la agente Sofía. Un protagonista, cuanto menos, insólito.
–Nunca se sabe dónde está el chispazo que inicia una novela. Aquí fue la historia que me contó una amiga, un policía londinense que hizo el viaje alucinante de un sexo al opuesto. Me gustó porque pensé que en un mundo tan aparentemente viril como el de la policía, es difícil ver con buenos ojos un cambio de sexo con naturalidad.
–¿Encontró comprensión en su entorno?
–El rechazo fue total, lo pasó muy mal en todos los ámbitos. Hablé personalmente con él/ella y me contó las muchas humillaciones que sufrió, sanciones y persecuciones dentro del cuerpo de la policía. También la discriminación social y, lo peor, la familiar. Su padre dejó de hablarle y no sabía cómo comunicárselo a sus dos hijos. Delante de ellos no se vestía de mujer, tardó años en decírselo.
–¿Cómo lo refleja su novela?
–He suavizado ese rechazo, no lo he desarrollado con tanta crudeza, porque la realidad fue bastante cruda. Aquí goza de prestigio, es un inspector de homicidios encargado de investigar un crimen, que es la trama principal de la novela.
–¿Y cómo lo acepta su hijo?
–Mal, tiene diecisiete años y no comprende nada. «¿Ahora mi padre qué es, tengo dos madres o solo una madre y un padre desaparecido?», se pregunta. Lo entiende mal, le da mucha vergüenza, pero ésta es una de las tramas de la novela, la relación padre-hijo. Si algo le importa es su amor por él y no quiere perderlo.
–Plantea una reflexión sobre el actual cambio en las relaciones hombre mujer.
–Me pareció que ese viaje de cambio de sexo podía simbolizar ese cambio que está sucediendo en una sociedad, marcadamente masculina, que va pivotando a pasos lentos hacia otra, si no más femenina, sí más igualitaria.
–¿Cambio de valores?
–Eso es. El trasfondo de la novela es el machismo, el cambio de papeles y de paradigma, ver la llegada de la mujer con derechos largamente reivindicados. Los transexuales van más rezagados en cuanto a aceptación social, aún les dan palizas o los insultan. El mundo es de las mujeres, demos un paso atrás y dejemos que lleguen ya del todo.
–¿Sigue siendo una relación asimétrica?
–Queda mucho por recorrer, muchos resabios, muchas desigualdades. Unas muy evidentes y otras más sutiles que están en el hueso de la cultura machista y son difíciles de erradicar, pero poco a poco.
–Lo que sí cambia es el concepto de familia tradicional.
–Esta es una de las grandes revoluciones de nuestra época. La familia nuclear –padre, madre, hijos– está patas arriba o conceptos como el amor para toda la vida. Ha cambiado la variedad de parejas, la duración... Mucha gente vive sola por opción.
–¿Qué ingredientes no pueden faltar en una novela negra?
–Lo primero, una trama impactante, bien urdida, con giros, intriga y con un buen aroma de novela policíaca. Un personaje interesante, un protagonista que la canalice. Un contexto o trasfondo que de una visión de la sociedad, la corrupción de jueces, policías, políticos, etc. En mi caso es el machismo. Y por supuesto, suspense.
–¿Con Sofía pretende inaugurar una saga?
–Sí, ya está en marcha la segunda entrega, «Los crímenes de Madrid». El viaje que propongo de hombre a mujer va a ser muy largo. Las secuelas psicológicas y físicas dan para años y es difícil despacharlo en una entrega. Hasta que se sienta dueña de su nuevo sexo y realidad, que integre la mujer en la que se convierte.
–¿Qué parte de «culpa» tiene Antonio Mercero para que sus hijos lo hayan seguido?
–Pues mucha. Aparte de ser quien es, era un enamorado de la literatura y del cine. Un gran lector y gran cinéfilo, con una biblioteca impresionante, con películas clásicas. Él nos animaba a verlas y a leer, me recomendaba novelas. Nos fue inoculando el gusto por el cine y los libros. Y mordimos el anzuelo.