Colección Cisneros: 50 obras para el Reina Sofía
Quedarán en depósito, por un largo periodo temporal, y se integrarán en los fondos del museo
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Hace unos años, el arte latinoamericano era poco menos que despreciado por los grandes centros de la vanguardia (Nueva York, París...) por ser la expresión etnográfica y folclórica de un continente empobrecido y sometido al dictado de pintorescos caudillos. Pero la historia ha cambiado, no tanto como para decir que se ha dado la vuelta a la tortilla, pero sí para que los museos que acuñan el canon lo incluyan en sus colecciones como ejemplo de vanguardismo e inconformismo. Fascina su espíritu crítico frente al monetarismo europeo y norteamericano. La colección que representa como ninguna otra este nuevo poder es la de Patricia Phelps de Cisneros. Esta coleccionista –esposa de Gustavo Cisneros, una de las grandes fortunas del continente americano– «custodia» –como le gusta decir a ella– miles de cuadros que representan precisamente la aportación a la modernidad del arte Latinoamericano: el arte geométrico, cinético, concreto y analítico.
Una exposición con cerca de 190 obras mostrará en el Reina Sofía –a partir del próximo día 23 y hasta mediados de septiembre– lo que ha sido para el arte del siglo XX esta corriente que huía del lirismo para mezclar abiertamente ciencia y poesía, arte urbano y efectos ópticos. El acuerdo entre el Reina Sofía y la colección Patricia Phelps de Cisneros va más allá: dejará en depósito unas cincuenta obras, que se integrarán en los fondos del museo español. El acuerdo se cerrará definitivamente en el próximo mes de septiembre, cuando concluya la exposición «La invención concreta». Será un depósito a largo plazo, según han confirmado las dos partes. En el caso de otros museos con los que mantienen acuerdos parecidos, como el de Los Angeles County Museum, es de treinta años.
Los venezolanos Patricia Phelps y Gustavo Cisneros decidieron no crear un museo propio, aunque admiten que podrían haberlo hecho, guiados por una filosofía que expresa de una manera muy clara y sencilla: «No tengo ningún sentido de la propiedad». De hecho, calcula que en este momento hay unas quinientas obras de la colección que están viajando por diferentes museos. Gabriel Pérez-Barreiro, director de la colección de Patricia Cisneros, confirma que está estudiando el número de obras y cuáles en concreto, en función de cómo se van a integrar en en los fondos del Reina Sofía.
El paso previo a esta cesión ha sido la reciente creación de la Fundación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de la que la coleccionista venezolana forma parte (junto a empresarios como el español Juan Abelló o financieros como el brasileño José Olympio Pereira y el colombiano Alejandro Santo Domingo). Otros museos internacionales con los que los Cisneros mantienen acuerdos son el MoMA, la Tate Modern de Londres, el Museo de Bellas Artes de Huston y el de Boston. La próxima exposición es la primera colaboración entre las dos instituciones.
Cuando a finales de los años 70 nadie quería saber nada de la tristeza latinoamericana, Patricia Phelps compró arte de años 40 y 60 del continente, pero que no se asociaba precisamente a Latinoamérica. Sin embargo, fue en España, durante un viaje en el año 1973, cuando compró su primera obra, una pieza del desaparecido Manuel Rivera. «Las obras que adquiríamos sólo son para el público», declara Patricia Phelps. Pérez-Barreiro dice que el encuentro entre el arte latinoamericano y el internacional viene de lejos y ha pasado por diferentes etapas. «En un primer momento, sencillamente se decía que el arte latinoamericano no existía para el eurocentrismo, pero ahora es el momento del diálogo, porque ya no se trata de buscar lo identitario, sino de inscribirlo en una historia general del arte moderno». Sobre esta cuestión, el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, añade que el «canon ya no lo hace la academia y los museos se han quedado en estructuras estatales, de ahí que pensase que los museos tuviesen que buscar una posición internacional, algo que, además, ha exigido la crisis». Su propuesta se concretó en los «museos en red».
Selva de mitos
La exposición muestra un arte vanguardista hecho en un continente vanguardista, a pesar de los tópicos más etnográficos que lo convierten exclusivamente en una selva inexpugnable de mitos y pasado colonial. «La imagen de Latinoamérica era folclórica y trágica, que también existe, pero ignorando que allí se forja una parte importante del arte abstracto y geométrico. Hay una explicación, y es que Latinoamérica se veía sólo como víctima, pero las cosas han cambiado, incluso ya no somos sólo emigrantes, sino que se recibimos gente de otros lugares», dice el director de la colección Cisneros.
La muestra abarca desde los años 30 a los 60 y en ella están nombres como los brasileños Helio Oiticica, Lygia Pape, Lygia Clark, Geraldo de Barros y Mira Schendel; los argentinos Raúl Lozza, Tomás Maldonado, Alfredo Hlilto y Gyula Kosice; el uruguayo Joaquín Torres-García; y los venezolanos Jesús Soto, Gego y Carlos Cruz-Díez. «Ahora, el arte y la cultura de Latinoamérica están en la cabeza del colectivo y si hay estereotipos, se están rompiendo», considera Patricia Phelps. Su colección de arte moderno es la de un continente en crecimiento, en unos años, entre los 30 y los 60, en los que se construye Brasilia y Venezuela es un país rico en pleno desarrollo, con la Universidad Central de Caracas que tiene la escultura más grande de Calder, un mural de Léger o una escultura de Arp. «Ésa es la Caracas en la que se ha educado Patricia Phelps y su manera de coleccionar también lo muestra», dice Gabriel Pérez-Barreiro