Cristina Iglesias funde el bronce con el agua y la luz en el Reina Sofía
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Aunque el agua no es el medio más apropiado para la escultura, Cristina Iglesias la ha puesto en el centro de sus últimos trabajos
Aunque a primera vista el agua es el medio menos apropiado para la escultura, Cristina Iglesias la ha puesto en el centro de sus últimos trabajos, algunos de los cuales se pueden contemplar en la exposición que el Museo Reina Sofía dedica a la escultora.
Formada por más de cincuenta piezas, el recorrido de la muestra es más temático y sensorial que cronológico, con unos espacios laberínticos en los que la luz juega un papel muy importante. Las ventanas de la sala que acoge la exposición se han abierto para que penetre la luz natural.
Además, desde el interior se puede contemplar el jardín del museo, en el que se han situado tres "pozos", su obra más reciente que no se ha mostrado hasta ahora en España, los cuales revelan la fascinación de la artista por el agua.
Como afirma el profesor estadounidense Russell Ferguson en el catálogo, en estas piezas se observa cómo el paso del tiempo se ha convertido en un elemento cada vez más presente en la obra de la artista. "El flujo y el reflujo del agua impiden que la obra permanezca fija en un estado particular".
Realizados con un exterior de granito negro, en su interior habitan formas vegetales, hojas, raíces, barro, que permiten que el agua discurra y provoque distintos sonidos según la intensidad del caudal.
En el interior del museo, donde se ha situado otro de sus pozos, se puede contemplar "Towards the Bottom"(Hacia el fondo), de 2009, en la que el agua también tiene una importancia crucial.
Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956), que utiliza la literatura, la poesía, la naturaleza como herramientas para "hablar de otras cosas", se ha planteado la exposición como un viaje en el que se conjugan obras recientes con otras realizadas hace treinta años, "pero que aquí adquieren un nuevo sentido".
Durante estos años, la artista ha procurado "hacer una obra que sea sensible al espacio que ocupa, y el montaje en este museo ha sido maravilloso".
Esta es la exposición más extensa de la carrera de la artista, quien espera que el recorrido logre "despertar los sentidos y crear una experiencia nueva en el espectador", a través de celosías donde se perciben influencias de la arquitectura árabe; corredores suspendidos o la exuberante vegetación presente en algunos de sus muros, en ocasiones laberínticos.
Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999 y autora de las monumentales puertas de bronce situadas en la fachada del edificio con el que se amplió el Museo del Prado, Iglesias utiliza materiales como hierro, hormigón, fibrocemento, vidrio, seda, resina o madera junto a vegetales, consiguiendo una fusión entre lo orgánico y lo industrial y dotando a sus obras de distintas pieles.
Con ello crea un diálogo con el espectador, que se siente invitado a explorar alrededor de sus obras e incluso a través de ellas para apreciar los juegos de texturas.
Cristina Iglesias se inscribe con personalidad propia en el panorama artístico contemporáneo, reinventando el lenguaje plástico "y con una gran capacidad para romper con lo establecido", en opinión Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, quien consideró a la artista como una de las más destacadas y más reconocidas internacionalmente.
Su escultura "tiene algo de laberinto y un cierto principio barroco que escribe su obra y explica su complejidad", consideró Borja-Villel, para quien la obra de Cristina Iglesias tiene una dimensión íntima.
"Le interesan los materiales no convencionales, como el hierro dulce que utiliza como esparto", afirmó y señaló que sus esculturas "no ocupan el lugar, sino que lo protegen".
La comisaria Lynne Cooke ha elegido para la exposición el título de "Cristina Iglesias: Metonimia", pensando en que la muestra forma parte de algo mucho más amplio, ya que una faceta de su obra no se puede mostrar y es la que hace referencia a sus trabajos públicos, incluidos en el recorrido a través de documentación y de dos documentales.
Entre estos trabajos se encuentra un proyecto en Toledo en el que trabaja actualmente la artista y que será inaugurado próximamente. Se trata de cuatro piezas que se situarán en la Fábrica de Armas, de la Universidad de Castilla-La Mancha (torre de agua); en el río (la Cava) y las otras dos en el casco histórico: en un sótano (San Pedro Mártir) y en la plaza del Ayuntamiento.
Para este proyecto, la artista ha utilizado los materiales usados en la ciudad a través de los siglos, como son la piedra, el hierro, el agua y la luz.