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Juan Kreisler: «He vendido obras carísimas y también otras de 10 euros»

Este galerista ya ha visto a tres generaciones de su familia entrar en el bello negocio del arte.. Su galería, que es una de las más longevas de España, cumple medio siglo de vida.
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Este galerista ya ha visto a tres generaciones de su familia entrar en el bello negocio del arte.
Las bodas de oro bien merecen una celebración. Y la Galería Kreisler, una de las decanas de España, cumple 50 años promoviendo a algunos de los artistas plásticos más importantes de los siglos XX y XXI. El aniversario coincide con la incorporación de la tercera generación de los Kreisler, una familia con mucho arte. Le pregunto a Juan Kreisler, actual director, por sus artistas favoritos. Y la lista que me enumera resulta prácticamente interminable. Tiene 74 años, pero de su voz se desprende un espíritu enérgico y una gran vitalidad. Tras trabajar en canteras de piedra caliza, se escapó en cuanto pudo para entrar en el mundo artístico. Piensa que en la vida hay que tener golpes de fortuna y confiesa haberlos recibido.
–Está al frente de la decana de las galerías madrileñas.
–Me siento orgulloso. Hemos pasado momentos muy difíciles, pero hemos logrado salir adelante. Presidí durante cuatro años la Asociación Española de Galerías de Arte. También fui vicepresidente de la Asociación europea. Son recuerdos bellos. La galería la empezaron mis padres y la continuó mi hermano Jorge. Iniciamos nuestra andadura en 1965.
¿Cuál es su principal deseo para estas bodas de oro?
–Hemos tenido pocos apoyos por parte del Gobierno durante los últimos años para salir a las ferias internacionales, algo básico para que las galerías jóvenes puedan desarrollarse y tener esa necesaria difusión en el extranjero. El Ministerio debería retomar las ayudas. El arte español goza de una buena reputación mundial, y ha disfrutado de una revalorización importante.
–¿Está el arte dentro del ADN familiar?
–Sí. Al fin y al cabo mi hermano y yo hemos trabajado durante toda nuestra vida en esto. He tenido otros negocios, pero ha sido en el mundo del arte donde realmente he disfrutado y me he sentido a gusto. Una de las cosas de las que más orgulloso me siento es de haber mostrado fuera los magníficos pintores que tenemos en España.
–Es la de los Kreisler una familia con mucho arte. Ahora Tamara y Alejandra se incorporan al negocio...
–Han creado sus propias páginas webs para vender por internet. Las veo con mucha ilusión y creo que lo van a hacer muy bien. Tienen buen gusto. Además son extrovertidas y pueden llegar fácilmente a captar clientes. Nunca creí que internet avanzaría a tal velocidad.
–¿Cómo puede aprovechar el arte las posibilidades del mundo on-line?
–Yo creo que es el futuro, por los propios costes de las galerías. El arte que se venderá por internet oscilará entre los 1.000 y los 5.000 euros. Porque cuando se va a pagar una cantidad mayor el deseo es ver y comprobar en directo si esa obra te emociona.
–Las obras en formato digital, ¿pierden su esencia?
–Yo sólo me emociono si tengo el cuadro delante, pero reconozco que hay cosas que se pueden comprar perfectamente por internet. Eso sí, en este mundo es muy importante dirigirse a galerías profesionales, que no se vayan a jugar su reputación con una venta sin tener la seguridad de que es auténtica.
–Cuando ve una obra, ¿qué siente?
–Emoción. Si no me gusta aparto la vista rápidamente. Si me gusta, la miro largo y tendido hasta que me enamoro. Al observar un cuadro es muy importante dialogar con él, sentirse unido.
_¿Cómo se dialoga con un cuadro?
–Te puedes hacer preguntas y el cuadro te irá respondiendo.
–¿Me puede desvelar el secreto para sobrevivir tres generaciones?
–No es fácil. ¡Cuántas galerías han muerto con sus fundadores!
–Quizá sea la transmisión de la pasión.
–Lo intento. Dentro de lo que he podido he regalado a mis hijas obras interesantes, de buenos artistas. Se pueden sentir orgullosas de tener un pequeño Picasso en casa, por ejemplo. Eso ayuda a que se emocionen y a que tengan ganas de poseer su propia colección.
–Coleccionar arte es la única actividad en la que la pasión del galerista es tan fuerte como la del coleccionista.
Esta profesión es una de las más bellas del mundo. Hay una simbiosis tremenda. El artista crea la obra y tiene pasión por su obra. Yo compro su obra y también tengo pasión por ella. La pasión es compartida por comprador y vendedor. He sido un comprador compulsivo, y creo que eso es bueno. El artista es un ser especial. Los galeristas debemos tener paciencia, comprender sus frustraciones.
–Pero se ha perdido algo de aquella bohemia de tiempos pasados.
–Cerrábamos la galería a las 21 horas y a las 20:45 venían algunos pintores para tomar una copa y charlar conmigo. Cuando se vendía un cuadro era tal la alegría que esa noche prácticamente no dormíamos. Gastábamos parte de la ganancia en algún restaurante. Eso se ha perdido. Hoy en día, los artistas a veces saben más empresarialmente.
–¿A cuánto asciende la factura de la crisis?
–Ha hecho muchos estragos. Yo he tenido la suerte de que con el apoyo de mis padres, pudimos comprar el local, pero hay que luchar mucho. Las ventas que se realizan en algunas subastas no benefician ni al pintor ni al galerista.
–La clase alta, el colectivo al que se dirigen mayoritariamente las obras caras, no ha sido tan castigada.
–A mí me ha comprado todo tipo de gente con un valor económico completamente distinto. Cuando una persona ha tenido dificultades, le hemos dado más plazos. Para mí son más importantes otras cosas. He vendido cuadros carísimos en otras épocas de Picasso, de Miró, de Tàpies, pero también he vendido cosas de 10 euros.
–¿Puedo preguntarle por el IVA cultural?
–Mientras en España lo tenemos al 21%, las galerías francesas, alemanas o suecas lo tienen al 5%. Esa diferencia dificulta enormemente la venta de obras españolas.
–¿Tenemos en España una buena cantera de artistas?
Por supuesto. Es un país maravilloso en ese aspecto, y en el extranjero lo reconocen.