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Las esculturas en movimiento de la israelí Sigalit Landau inundan el MACBA

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Las esculturas en movimiento de la israelí Sigalit Landau, una de las artistas internacionales más relevantes de su generación, inundan a partir de hoy la Capella MACBA, donde el público podrá conocer trece obras realizadas desde finales de los años noventa hasta la actualidad. El director del MACBA, Bartomeu Marí, ha considerado que las piezas que se exhiben en "La danza fenicia de la arena"son un ejemplo "muy claro de cómo el arte puede leer el paso del siglo XX al XXI, el inicio de una nueva era".
A su juicio, la artista tiene en cuenta su propio presente, así como "la historia en mayúsculas". "En su obra -ha proseguido- hay una fuerte presencia del individuo, del cuerpo humano, un trabajo profundamente poético y que no obvia cuestiones puramente políticas".
El público que acuda hasta la Capella se encontrará con trece obras en las que la artista aborda cuestiones como la globalización, la identidad, la dependencia, la amenaza, la lucha, el juego o la emancipación, entre las aguas del mar muerto, la arena de la playa o en una particular mesa de negociaciones.
En todas las obras conviven realismo y simbolismo, fragilidad y fuerza, inocencia y agresión, historia y futuro.
Landau ha indicado que cada vez que tiene la oportunidad de exponer en Europa intenta ayudar a la gente "a imaginar un mundo desconocido, en el que no se sabe si habrá guerra o si habrá una artista que está loca que hará de puente y cambiará las cosas".
Una de las piezas que más llama la atención es "Yotam", de 2014, colocada en el centro de la sala, en la que tres circuitos cerrados de tuberías provenientes de edificios de Tel Aviv, dan fe de la importancia que tiene el agua en la ciudad.
La artista quiere que estos circuitos se vean como unos objetos "por los que circula un fluido vital".
En el inicio del recorrido se encuentra "Three Men Hula", de 1999, una proyección en la que tres hombres bailan con un hula-hop, en un intento de cooperación que acaba convirtiéndose en una imagen "casi grotesca y absurda".
Asimismo, impacta la imagen de "Barbed Hula", en la que un cuerpo se ve amenazado por un hula-hop de púas, y no deja indiferente la serie de trabajos que tienen como protagonistas unas playas y la acción de las olas sobre ellas: "Dancing for Maya", "Phoenician Sand Dance", "Mermaids"y "Azkelon".
Un par de botas envueltas en cristales de sal sobre un lago helado son las protagonistas de "Salted Lake", mientras que en "Worcester", otro par de zapatos recubiertos de sal remiten al Holocausto.
Al final del recorrido, Landau expone la instalación "Salt Bridge Summit", en la que coloca alrededor de una mesa diferentes ordenadores que muestran a una niña atando entre sí los cordones de los zapatos de los asistentes a una reunión.
Cuando se dan cuenta de lo que ha hecho la niña, los adultos se quitan los zapatos y abandonan la mesa descalzos.
En la misma sala, aparece un anticristo femenino gracias a la videoinstalación "Santding on a Watermelon in the Dead Sea", en la que la artista sumergida en el Mar Muerto intenta mantener el equilibrio, de pie, sobre una sandía.
Durante el recorrido, precisamente, Sigalit Landau ha reconocido que es aficionada a dejar bajo el agua de este mar diferentes objetos, por como quedan adheridos en ellos partículas de sal, y ha bromeado con que tiene un vestido negro que ha pasado por este proceso y con el que le gustaría casarse en la Capella MACBA.