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Picasso, el artista desahuciado del Four Seasons

Un telón del malagueño corre peligro por el mal estado de conservación de un edificio. Su dueño quiere desprenderse de la pieza
larazon

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Como si se tratara de cumplir con el ritual neoyorquino de considerar corriente todo lo que es extraordinario, los clientes del restaurante, diseñado por el arquitecto Philip Johnson, de Park Avenue, el Four Seasons, han pasado durante más de 50 años por delante de «Le Tricorne», obra de Picasso, mientras buscaban la mesa de su reserva o se dirigían al servicio. Sin embargo, el citado ritual se acabará a partir del 9 de febrero, según ha anunciado el Centro de Conservación de Edificios (un organismo público), citado por «The New York Times», porque han saltado las alarmas. La pared de la que cuelga la obra del malagueño en el vetusto edificio necesita repararse con urgencia ya que corre riesgo de derrumbarse.
Es en este punto cuando la historia del trabajo del artista se escribe con un guión de conjuras e intrigas, puesto que se sospecha que a uno de los dueños del edificio Seagrams, que en sí mismo ya tiene valor arquitectónico y artístico, pues fue diseñado por el arquitecto Mies van der Rohe, simplemente no le gusta la obra. Según las opiniones de algunos analistas sobre el tema, que ha levantado mucha expectación en los círculos culturales neoyorquinos, parece que el propietario del edificio quiere cambiarla por otra pieza de un estilo diferente. Al telón de Picasso lo llama, despectivamente, «el trapo». Algunos temores del Centro de Conservación de Edificios que han trascendido a la Prensa especificaban sin aportar pruebas de ello que se podría estar utilizando de excusa el deterioro de la pared para deshacerse de «Le Tricorne».
La polémica
La persona que estaría detrás de esta confabulación es Aby Rosen, uno de los coleccionistas más importantes de la ciudad y presidente del Consejo de las Artes del estado de Nueva York. Sus gustos difieren mucho del estilo de Picasso. Prefiere a artistas contemporáneos como Damien Hirst y Jeff Koons. Según se asegura en «The New York Times», le habría confesado a sus amigos más cercanos que prefiere ver obras suyas en el lugar que ocupa «Le Tricorne». De ser esto cierto, la obra del español tendría los días contados, ya que el futuro del telón depende de Rosen. Incluso el MoMA ha salido al paso de la polémica ofreciéndole un espacio a la obra si el restaurante no la quiere en su pared.
1,6 millones de dólares
La pieza fue pintada durante tres semanas en 1919 en un estudio de Covent Garden en Londres. Encargado por Serge Diaghilev, el empresario de los Ballets Rusos, una compañía con sede en París. Según relató más tarde Vladimir Polunin, que ayudó a pintar la pieza, Picasso llevó zapatillas mientras hacía el trabajo para poder caminar sobre éste. Diaghilev decidió deshacerse de la obra para hacer frente a las facturas de los espectáculos de la compañía. Y se la vendió a un coleccionista suizo. En 1957 fue comprada por 50.000 dólares por los dueños del edificio donde se encuentra el Four Seasons y hoy, según los expertos, podría valer 1,6 millones de dólares, al ser un telón especial: al contrario que el resto que pintó Picasso, en este caso no se limitó a dibujar el boceto, sino que se empeñó en completar la obra.
No fue éste el único ejemplo de colaboración de distintas disciplinas con los Ballets Rusos gracias a Diaghilev, el director que supo elevar la categoría del conjunto. Un hombre cultivado, ávido lector y coleccionista de libros, apasionado por la música y cantante amateur, aficionado al teatro y a la pintura. Desde muy joven se relacionó con artistas, viajó por Europa y logró la colaboración de otros artistas visuales como Matisse, Braque, Derain, Goncharova, Laurencien y Chanel, que participaron en el diseño de vestuarios y escenografías; entre otros compositores renovadores como Ravel, Satie, Falla, Stravinsky, Prokofiev, Rimsky-Korsakov; y bailarines del renombre de Fokine, Nijinsky, Pavlova, Karsavina y Massine.

La culpa fue de Cocteau

Fue tal el impacto que los Ballets Rusos crearon en París que el mismísimo Jean Cocteau quiso ponerse a su servicio. Tras meses de maduración, el 18 de mayo de 1917, en el Teatro del Châtelet se producía el estreno del ballet «Parade», una creación colectiva con guión del propio Cocteau, música de Erik Satie, escenografía y vestuario de Pablo Picasso (autor del telón), coreografía de Léonide Massine y notas del programa de Guillaume Apollinaire. Todo un laboratorio artístico.