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Ramón García: «Nunca he bajado el precio de un cuadro para venderlo»

Galerista. A punto de desembarcar en la feria Summa, le habría gustado que Gosso, su perro, fuera el protagonista de la entrevista. Todo se andará.
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Galerista. A punto de desembarcar en la feria Summa, le habría gustado que Gosso, su perro, fuera el protagonista de la entrevista. Todo se andará.
Summa Contemporary abre sus puertas el viernes. Es el tercer año que la feria, con plaza en Madrid, reúne a galerías nacionales y extranjeras (de España, claro, y de Estados Unidos, Argentina, Colombia, Canadá, México, Francia y Reino Unido, entre otros), más de cincuenta que se distribuirán entre su Sección Principal y la Transversal, a la que este año se une Trazos, una revisión del mercado, sobre todo español, del arte del siglo XX. Entre las galerías nacionales nos topamos con My Name’s Lolita Art, que, apeada desde hace años de Arco, lleva acudiendo desde el nacimiento de la feria. Su director, con el humor a prueba de crisis y con Gosso (el jack russell que aparece en la foto dando ese salto tan imposible), cuenta las horas que faltan para el encuentro, que coincidirá en el tiempo con Madrid Gallery Weekend, la apertura simultánea de más de 40 galerías de la capital. El curso artístico empieza ya.
–¿Qué tiene de atractivo Summa?
–Para empezar, que quien lo organiza es una empresa privada de capital privado. Su forma, pues, de organización, trato y selección es más plural. Y me encanta el espacio en el que se desarrolla, el Matadero de Madrid, donde luce de manera increíble.
–En esta ocasión sí da gusto ir al Matadero, ¿no?
–Es un verdadero gusto. Ten en cuenta que además de las galerías españolas, que vamos unas cuantas, hay una fuerte presencia internacional. El nombre de Summa se debe a que a la feria de arte se une también PhotoMadrid, con lo que el encuentro se coloca en primera línea.
–¿Quien pasee por el Matadero podrá hacerse una idea global de lo que se cuece en nuestro panorama artístico?
–Por supuesto. Ofrece una visión tan amplia como ajustada de un panorama que está en cambio y en el que se pueden ver nuevos valores y propuestas. No es una feria parcial sino global e integradora. Es pequeña, cómoda y atractiva.
–No sé si puede temblar Arco. ¿Cree que le hace sombra?
–No, no es ésa la idea. Cuando en 2007 se pone en marcha Just Madrid lo puede hacer como un «refugio» de galerías que no habían sido aceptadas por el comité de Arco. Sin embargo, después ha tomado forma por sí misma, ha despegado. Se ha notado que algunas de las que participan aquí después son aceptadas en Arco. Summa tiene su propia filosofía. Ambas pueden convivir juntas sin perjudicarse.
–¿A qué artistas va a llevar al Matadero, en el mejor sentido del término?
–Cito por orden alfabético: a Ángel Mateo Charris, con una serie de dibujos deliciosos a tinta china y los dibujos originales de «Grandes esperanzas», de Dickens. A Paco Pomet, que ahora mismo disfruta de estar en los medios internacionales por haber sido seleccionado por Banksy para su propuesta «Dismaland», que inauguró hace unas semanas en Gran Bretaña. De él se podrán ver sus dos nuevos cuadros. Y la tercera es Leo Wellmer, una artista nacida en Suecia pero afincada en Barcelona que presenta paisajes nevados, fríos, muy suecos.
–¿Remonta el negocio galerístico o el de ustedes es un lamento eterno?
–Cada galería va a contar la mili como la ha vivido. El mercado se está reactivando, aunque se nota sobre todo en firmas muy consagradas. En el momento en que la recuperación llegue a las clases medias y los precios puedan ser más asequibles, se podrá notar de verdad esa mejoría.
–¿Se queja usted?
–No, no puedo. Sobre todo por el tirón internacional, por las ventas al extranjero. Aún no se vive una alegría de ventas pero con las ferias internacionales existen mayores posibilidades. Salvamos la empresa gracias a las exportaciones, es lo que nos hace resistir.
–¿Ha tenido que bajar los precios de algún artista?
–En mi galería eso es imposible. Nunca lo he hecho para vender. Tenemos una política de precios en la que los aumentamos con muchísimo cuidado teniendo en cuenta la participación de artistas en museos, fundaciones, bienales y etc. No se incrementa en relación a la oferta y la demanda ni de una manera descontrolada: aprendí bien la lección en la crisis de los 90, cuando, tras la burbuja, cayeron en picado los precios. Esa manera de inflar perjudica al artista, no le hace creíble. Una galería de arte no es una inmobiliaria. La cotización de un artista es una carrera de largo recorrido. Si surge un momento de crisis el precio sigue estando vigente.
–¿Y han aumentado los precios de las piezas de Pomet?
–Sí han subido, aunque no de manera exagerada. Ten en cuenta que ha ganado últimamente varios premios, ha sido seleccionado en bienales, tiene cuadros en el IVAM... Sus precios no eran altos. Ahora que su obra está a cuatro metros físicos de la de Damien Hirst, sí han aumentado, pero se sitúa por debajo de la de artistas nacionales e internacionales con menos currículum y proyección que él.
–Vamos a lo práctico: quiero comprar una obra de Paco Pomet. ¿Cuántos miles de euros tengo que desembolsar?
–Un cuadro de 40 x 30 te costaría 3.000 euros, y uno de 2 x 2 estaría en 16.900 con impuestos incluidos una vez sumado el 21 por ciento de IVA. Hace un mes sus precios no eran éstos. Mantiene una subida aceptable, es decir, que estamos con los pies en la tierra.
En My Name’s Lolita Art jamás hemos bajado el precio de una obra para venderla.
–¿Ha incorporado nuevos valores a su escudería?
–La verdad es que formamos un grupo ya compacto. Son artistas con los que llevo trabajando bastantes años. Jorge Hernández entró, por ejemplo, hace unos tres. Después de tanto tiempo me cuesta encontrar pintores que realmente me gusten, no lo tengo fácil.
–¿Y qué artistas le fascinan?
–Bacon y El Greco.