Arte, Cultura y Espectáculos

Rubens S.A., la «pyme» del grabado

La Biblioteca Nacional, que atesora miles de grabados, reúne por primera vez cientos de piezas del artista flamenco y su discípulo Van Dyck, que demuestran el auge de este género entre la burguesía europea del XVII y revelan la enorme influencia del arte holandés

Este autorretrato de Rubens es uno de los grabados a buril que se muestran en la Biblioteca Nacional
Este autorretrato de Rubens es uno de los grabados a buril que se muestran en la Biblioteca Nacionallarazon

La Biblioteca Nacional reúne por primera vez cientos de piezas del artista flamenco y su discípulo Van Dyck, que demuestran el auge de este género entre la burguesía europea del XVII

Por fuerza tenía que ser en los Países Bajos (y en el siglo XVII) donde el grabado experimentara un auge hasta entonces insospechado. Por varios motivos, entre los cuales el primordial es la floreciente burguesía, que trajo consigo una gran demanda de arte con el que «ennoblecer» las casas de los nuevos ricos. El grabado fue, entonces, una gran opción para aquella generación de comerciantes y profesionales liberales que hicieron dinero en aquella extraña encrucijada de religiones y territorios. Si no podían tener el original –la pintura, especialmente de los grandes maestros de la época, estaba copada por reyes y nobles–, el grabado ofrecía la posibilidad de contar con un remedo artístico del mismo y, además, siendo como era un género más profano, permitió abrir la veda a numerosas temáticas: paisajes, bodegones, costumbrismo... Y aquí entra de nuevo el porqué de los Paises Bajos: sólo en aquel enclave predominantemente protestante, las nuevas temáticas podían hacerle sombra al omnipresente arte religioso de la época. La cuestión económica y técnica tampoco es nada desdeñable: la sociedad flamenca desarrolló un capitalismo incipiente y, junto con él, florecieron las artes aplicadas.

Sin embargo, nada hubiera sido lo mismo en el mundo del grabado sin la intervención decisiva de Rubens. El pintor ya era bien célebre cuando decidió apostar por este medio de reproducción artística. En la cúspide de su genio y su fama, la demanda se multiplicaba. De hecho, los encargos llegaban de toda Europa. Su taller se convirtió en algo así como una «pyme» del arte. Numerosos pupilos trabajaban bajo su supervisión en la creación de obras de la marca genuina Rubens. A partir de 1616, el grabado pasó a ser otra de sus «líneas de negocio», una vía certera para alimentar su fama y su cartera. Eso sí, Rubens no estaba dispuesto a dejarlo todo a la improvisación. «Era muy exigente, corregía sobre las pruebas y controlaba todo el proceso. En muchas ocasiones él creaba la obra al aguafuerte y los grabadores la remataban al buril», explica Concepción Huidobro, comisaria de la muestra «Rubens, Van Dyck y la Edad de Oro del grabado flamenco».

- Más de 300 Rubens

Fueron numerosos los grabadores que obtuvieron concesión y pudieron trabajar con Rubens. En las reproducciones se hacía constar esa colaboración, con leyendas de este tipo: «Rubens pinxit, Vorsterman sculpsit». Precisamente este artesano fue uno de los que más trabajó con el maestro holandés. Sus grabados están ampliamente representados en esta muestra que, por primera vez, reúne las numerosas piezas que atesora la Biblioteca Nacional. La institución cuenta con más de 300 grabados de Rubens y 200 de Van Dyck entre las miles de otros autrores. El total de las piezas presentadas al público son 180.

Junto con Rubens, su alumno estrella, y posteriormente maestro con derecho propio del arte europeo, Antoon Van Dyck, es el otro gran protagonista. A diferencia de Rubens, del que sólo se le conoce un grabado hecho íntegramente por sí mismo, Van Dyck manejó perfectamente todo el proceso y sus retratos alcanzaron gran predicamento. La exposición indaga finalmente en esa influencia de los maestros holandeses en el resto de artistas-grabadores europeos, mediante obras de Rembrandt, Callot, Reni o Ribera.

La forja del paisaje

El grabado se abrió durante el siglo XVII a numerosas temáticas que iban más allá de lo religioso. El retrato, el paisaje y las escenas de la vida cotidiana cobraron gran importancia en la Flandes de aquella época. La exposición «Rubens, Van Dyck y la Edad de Oro del grabado flamenco» ofrece numerosas obras que permiten rastrear cómo eran los gustos de la buerguesía del siglo XVII y quienes fueron sus autores predilectos. Entre ellos, se encuentran grabados de artistas como Jacob Jordaens, David Teniers, Adriaen Brouwer o Frans Wyngaerde. Además, se muestra una importante selección de libros ilustrados, que adquirieron gran importancia para el grabado flamenco del siglo XVII. «Rubens fue el principal autor de portadas e ilustraciones para dichos volúmenes», explica Concepción Huidobro.

- Dónde: Biblioteca Nacional (Madrid).

- Cuándo: hasta el 31 de enero de 2016.

- Cuánto: entrada libre