Zapear por las joyas del Prado
Tener «Los fusilamientos» de Goya, «Las meninas» de Velázquez o las «Tres Gracias» de Rubens en la palma de la mano, hoy, no nos sorprende. Mucho más atractivo es ver sus bocetos originales y escuchar una lección magistral del experto del museo. Aún más fascinante nos parece percibir los trazos y las grietas de los lienzos con hacer un gesto en la pantalla de nuestro dispositivo móvil o tableta. El siguiente paso es zapear desde la televisión de casa, gracias a la conexión por cable Airplay, por las obras de los maestros en alta definición. En esta experiencia artística multimedia trabaja el Museo del Prado, que ha ampliado el acceso de su aplicación «second canvas» a los dispositivos con sistema operativo Android, que en menos de treinta días ha sumado varios miles de descargas. Hace poco más de cuatro meses que la galería madrileña lanzó la aplicación en la Apple Store para iPad y iPhone y se situó como la número uno en descargas en más de diez países en la categoría de Educación, con un precio de 3,59 euros. Con la inmersión en el sistema Android, el museo garantiza una mayor accesibilidad a los tesoros de la galería, ya que el mercado de este sistema operativo se ha incrementado en toda Europa, donde tiene el porcentaje de usuarios más elevado en numerosos países. Coincidiendo con el lanzamiento de esta versión de descarga gratuita, El Prado ha actualizado el contenido de la aplicación e incluye una imagen radiográfica de la obra «El emperador Carlos V, a caballo, en la batalla de Mühlberg» de Tiziano, que deja ver los trazos dudosos y arrepentimientos del artista al pintar la figura del monarca, que tocó y retocó hasta dejar erguido y estilizado. Se trata de la primera vez que la obra se muestra al gran público ya que hasta ahora solamente se había podido contemplar en círculos especializados o publicaciones de museos y deja al descubierto el bastidor o los clavos del soporte.
El nombre del servicio, «Second Canvas», que traducido significa «segundo lienzo», hace referencia a la tendencia de segunda pantalla, cada vez más extendida, en la que el espectador se apoya en un dispositivo electrónico para complementar lo que ve en la televisión, o, en este caso, en el museo. La aplicación de El Prado pone la última tecnología en el campo de la imagen al servicio del arte: los trazos de pigmentos, ya convertidos en píxeles, pasan a gigapíxeles, una resolución que permite apreciar detalles de la obra apenas perceptibles a simple vista. El hiperzoom que se consigue, sin dar un paso adelante frente al cuadro, nos lleva más allá de la grieta del lienzo y del relieve del trazo. La avidez de Goya con el pincel o la templanza de El Greco, al alcance de un simple gesto en la pantalla. En total, catorce obras maestras –por las que los usuarios de iOs pagan al comprar la aplicación y en los dispositivos Android se cobran aparte– y sesenta relacionadas, de la colección de cuatrocientas que alberga el museo, presentan esta calidad ultra-HD. Entre ellas, «Los fusilamientos», «Las Meninas», «El caballero de la mano en el pecho», «La Anunciación» o «Las tres Gracias».
Análisis y debate en la red
Como complemento a la precisión de detalle de los lienzos y a la navegación en diferentes niveles sobre los cuadros, las aplicaciones recogen audioguías, vídeos en lenguaje de signos e informaciones detalladas para completar la experiencia artística del usuario. Esta enciclopedia digital de El Prado se puso en marcha con la intención de ser una preparación para la visita al museo, una fuente de consulta para curiosos e interesados en el arte y una herramienta educativa para perfeccionar y actualizar la presentación de la galería en las aulas. Second Canvas se encuentra integrada en las redes sociales y permite capturar los detalles de los lienzos y compartirlos en los perfiles del usuario, haciendo público nuestro interés por la cultura o desvelando algún secreto oculto en el óleo.
En el debate sobre la accesibilidad, actualización y universalización de la cultura, donde se exponen infinitas ventajas a esta aplicación –sobre todo, rapidez y comodidad–, también se han pronunciado los detractores. Los hay quienes critican que la pantalla gana protagonismo frente al lienzo, un hecho comprobable en las salas de exposiciones, donde cada vez abundan más cabezas gachas que no desvían su atención del móvil o tableta mientras trastean con dedos curiosos de consumir información y no tanto de experimentar. Las conversaciones frente a los cuadros se trasladan a las redes sociales y consumir cultura se vuelve mucho más cómodo y sencillo. Dejando a un lado el riesgo de que la aplicación sustituya a la visita al museo, la combinación entre tecnología y cultura no hace sino ensanchar la experiencia artística, en la que tiene gran peso la relación entre el público y la sala y la interacción del visitante con la obra, de la que surge la experiencia estética que se busca cuando uno se enfrenta a las pinceladas de los maestros.