"Así nos ven": ¿qué lleva a cinco inocentes a confesar un crimen que no cometieron?
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De las historias de «Los cinco de Central Park» quizá la más aterradora sea la de Korey Wise, el único mayor de edad del grupo de adolescentes de Harlem que en 1990 fueron condenados a prisión por una violación que no cometieron. Ava Duvernay ha recuperado el caso en la miniserie de Netflix «Así nos ven», en la que dedica casi un capítulo entero a Wise. Después de 13 años en la cárcel, fue el último de los cinco en ser liberado. Peor aún, como la ley estadounidense establece la mayoría de edad a los 16, Wise, que los acababa de cumplir, fue juzgado como adulto y recluido a espera de su sentencia en Rikers Island, en lugar de en un reformatorio para menores como el resto de los chicos injustamente culpados. Rikers es la segunda cárcel más grande de Estados Unidos, la misma donde estuvo detenido Dominique Strauss-Kahn y por la que han pasado numerosos raperos famosos, de Lil Wayne y Tupac Shakur a Foxy Brown. Allí estuvo siete semanas Sid Vicious, de los Sex Pistols, después de ser acusado de asesinar a su novia, y Mark David Chapman, el hombre que mató a John Lennon. La fiscal del caso, Linda Fairstein, ha echado más leña al fuego de la polémica y, aunque admite que debieron ser exonerados por violación, asegura que no se les debería haber retirado el resto de delitos, según ha escrito en «The Wall Street Journal».
Según relata la serie de Duvernay, Wise pasó gran parte de su reclusión en confinamiento solitario para evitar las palizas que le propinaron varias veces otros reos. Allí, solo con sus recuerdos y obsesiones, estuvo a punto de perder la cabeza. Aunque no fue el caso de Wise, lo normal es que los presos que sufren de trastornos psiquiátricos sean trasladados al hospital de Bellevue. Allí comenzó su carrera la psicóloga forense española Virginia Barber, hoy directora clínica de salud mental en la unidad que gestiona los servicios médicos de todas las cárceles de Nueva York.
En su libro «Más allá del bien y del mal» (Debate) Barber relata los casos y pacientes que la han marcado a nivel personal y profesional. Aborda, además, algunos de los temas que aparecen en «Así nos ven», como las confesiones falsas y los métodos de interrogación con que se consiguen, al igual que los efectos psicológicos del aislamiento prolongado. Antron McCray, Yusef Salaam, Korey Wise, Raymond Santana y Kevin Richardson, conocidos como «Los cinco de Central Park», fueron interrogados violentamente durante horas y sin la presencia de sus padres ni abogados –lo que es ilegal cuando se trata de menores de edad–, y a algunos de ellos hasta los golpearon para que confesaran a una violación que no habían cometido.
«Este caso demostró el poder inculpatorio que puede llegar a tener una confesión, incluso en ausencia de cualquier otra evidencia. En el de los chicos de Central Park, además, no había solo una confesión, sino cinco», escribe Barber en su libro. Además, intenta responder a una pregunta que inevitablemente surge en este tipo de situaciones: ¿cómo es posible que una persona inocente se auto inculpe de un delito que no ha cometido? «La investigación ha identificado factores de riesgo situacionales e individuales que pueden aumentar las posibilidades de que se produzca una confesión falsa», explica la psicóloga.
Los primeros se refieren al interrogatorio como tal, es decir, a las técnicas que los policías ponen en práctica para «elevar en el acusado la ansiedad que produce la negación del hecho y disminuir la ansiedad asociada con la confesión». Estas pueden ser, según Barber, el aislamiento, la presentación de pruebas falsas y la disminución de la importancia del crimen. En el caso de «Los cinco de Central Park», todas ellas fueron aplicadas. La psicóloga también afirma que los estudios han establecido que «cuanto más largos sean los interrogatorios, mayores serán también las posibilidades de que se cometa falso testimonio». La policía estuvo interrogando a los jóvenes neoyorquinos entre 14 y 30 horas seguidas y, durante la mayor parte del tiempo, recordemos que sin que sus padres estuvieran presentes.
La técnica Reid
Barber explica que, aunque ha sido ampliamente criticado por psiquiatras y psicólogos durante años «debido a su alto potencial para inducir confesiones falsas», uno de los métodos de interrogación más utilizados en Estados Unidos es la técnica Reid. A ella se hace referencia en la serie de Duvernay porque incluye los tres elementos ya mencionados, además de un trato «beligerante y acusatorio, ya que en este punto la policía se halla convencida de que la persona miente». En efecto, los oficiales a cargo de la investigación de la violación de esa noche en Central Park estaban seguros de que los cinco chicos eran culpables.
Respecto a las variables individuales que aumentan las posibilidades de ofrecer una falsa confesión, Barber resalta que «quizá la más importante sea la edad. Los adolescentes o menores de 18 años son más proclives a confesar en general, incluyendo de manera falsa. Esto tiene sentido si pensamos en el hecho de que el cerebro de los adolescentes no se encuentra del todo formado y es inmaduro a la hora de tomar decisiones».
Además, indica que los jóvenes tienden a centrarse en las consecuencias de sus actos a corto en lugar de a largo plazo. «Este podría haber sido uno de los factores que contribuyeron a que los cinco adolescentes del caso de Central Park testimoniaran haber cometido agresiones con las que nada tenían que ver. La policía les hizo creer que se irían a casa si confesaban; como ya llevaban entre 14 y 30 horas de interrogatorio, decidieron que lo mejor sería inculparse».
Respecto al confinamiento en solitario, donde Wise pasó una gran parte de su sentencia, Barber afirma que «hay poca investigación rigurosa respecto a los efectos psicológicos del aislamiento. Sin embargo, muchos estudios han descrito profundas secuelas incluyendo suicidios, síntomas psicóticos (como alucinaciones y paranoia), ataques de pánico, conducta violenta, ira descontrolada, depresión, apatía y letargo, entre otros». En la serie se retrata a Wise hablando consigo mismo, recordando escenas del pasado como si las estuviera viviendo en ese momento y hasta teniendo alucinaciones de la vida que perdió.
Durante los 13 años en que estuvo encarcelado en cuatro centros de reclusión distintos, Korey Wise se presentó numerosas veces ante un comité de libertad condicional que le exigía admitir su supuesto crimen para ser puesto en libertad. Nunca lo hizo. Había aprendido ya que las confesiones falsas no le llevarían a ninguna parte. Pero por ello permaneció en prisión hasta que en 2002 otro hombre, también preso, confesó haber sido él quien violó a Trisha Meili aquella noche de abril en el parque. Las pruebas de ADN y una nueva investigación dejaron claro dejaron que ni Wise ni sus compañeros habían tenido nada que ver con ese crimen.