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Bacon: ¿Puede batir su propio récord?

Es una de las citas de este otoño, rodeada con un círculo en las agendas de los coleccionistas. El viernes Christie’s pone a la venta en Londres dos obras del pintor: un retrato excepcional, por su carácter único, «Estudio para Papa rojo. Segunda versión» (1971) y «Cabeza con brazo levantado», de 1955.
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Es una de las citas de este otoño, rodeada con un círculo en las agendas de los coleccionistas. El viernes Christie’s pone a la venta en Londres dos obras del pintor: un retrato excepcional, por su carácter único, «Estudio para Papa rojo. Segunda versión» (1971) y «Cabeza con brazo levantado», de 1955.
Su mirada sadomasoquista sobre la homosexualidad, su explicación del hombre como bestia innata, sus retratos distorsionados, sus cuerpos retorcidos, sus no paisajes. Por diferentes razones, Francis Bacon (1909-1992) es uno de los pintores británicos más relevantes del arte contemporáneo. Nacido en Dublín, sentía especial debilidad por la pintura de Massaccio, Goya, Picasso y, en particular, Velázquez, de quien tomó «prestado» el retrato del Papa Inocencio X, transformándolo en diferentes versiones hasta convertirlo en la imagen icónica del aislamiento y la desesperación. Según el historiador y curator Michael Peppiatt, «los Papas de Bacon no son únicamente la pieza central de todas sus pinturas en la década de 1950, sino que constituyen una pieza central de todo el arte del siglo XX». Pero hay uno que destaca sobre el resto, «Estudio para Papa Rojo, segunda versión 1971». No solo se trata de la última pintura perteneciente a la famosa serie papal, sino que es además la única pieza donde Bacon unió sus dos obsesiones, presentando un encuentro inquietante entre el Pontífice y George Dyer, su amante y fuente de inspiración.
Cebo para coleccionistas
La obra maestra fue exhibida por primera vez en París en 1971 y se mostró luego en Düsseldorf el año siguiente. Desde entonces había estado tan solo en manos de un coleccionista privado, que nunca quiso mostrarla o prestarla para otras muestras. Pero 45 años después, Christie’s saca ahora a subasta el lienzo icónico del hombre al que Lucien Freud describió como «el más salvaje». Tiene todos los ingredientes que buscan los coleccionistas», asegura Jussi Pylkkänen, presidente de Christie’s. La subasta tendrá lugar el próximo 6 de octubre, en plena Feria Frieze, y el precio estimado –no se publicará ni un mínimo ni un máximo– rondará los 60 millones de libras (67,5 millones de euros). Se trata de una cifra inferior al récord de los casi 94,5 millones de euros que alcanzó en 2013 su tríptico «Tres estudios de Lucien Freud», por lo que la estimación podría ser superada fácilmente si los postores se excitan lo suficiente ante la intensa combinación del drama estético y humano de la pintura.
Después de todo, Bacon y récord se han convertido ya en dos palabras inseparables en el mundo del arte. Tras el bombazo de 2013, el artista volvió tan solo un año después a romper todos los parámetros cuando «Retrato de George Dyer hablando» se vendió en Londres por 51,3 millones de euros. Se trataba del retrato más importante realizado a gran escala dedicado a su amante presentado en subasta en más de una década. La obra que ahora se pone bajo martillo, «Estudio para Papa rojo, segunda versió» (1971) fue creada ex profeso para la histórica retrospectiva que el Grand Palais de París dedicó a Bacon en 1971. Fue inaugurada el 26 de octubre. Como francófilo que era, con amigos intelectuales en la ciudad de la luz, como el surrealista Michel Leiris, al artista le importaba especialmente cómo sería recibida su obra. Sabía que podía ser un momento decisivo en su carrera, como así fue.
Pero durante los preparativos, se enfrentó a un gran problema. Él quería incluir su famoso «Retrato del Papa Inocencio X», realizado en 1962, pero la persona que lo había comprado se negó a prestarlo. Por lo tanto, tan solo seis meses antes de que abriera la que fue la exposición más importante de su vida, el artista se encerró en su estudio de la calle 7 Reece Mews, en Kensington (Londres), para crear una nueva versión del Pontífice. La exposición en el Grand Palais se convirtió en el mayor triunfo de su carrera, elevando su reputación al nivel sublime que ha tenido desde entonces. Sin embargo, mientras Bacon se preparaba para la inauguración, Dyer se suicidó con una sobredosis de drogas en su habitación de hotel. Notoriamente (y como cabía esperar), hubo una conspiración de silencio durante dos días para que la muerte no estropeara el «vernissage» del artista.
En el lienzo, mientras el papa se retuerce como una gigantesca guadaña de seda, sentado en lo que parece un trono pero en verdad es una silla giratoria de los años 70, la cabina de cristal que lo envuelve se transforma en un espejo en el que ve la figura de Dyer. Aunque éste no es el hombre en descomposición en el que se convirtió en 1971. El modelo se parece más al joven dandi bien vestido que Bacon conoció por primera vez en un pub en 1963. Usando un elegante traje y corbata, su mano está apretada en un orgulloso gesto. Pylkkänen asegura que Bacon estaba trabajando en un pico artístico y emocional cuando pintó este furioso y sangriento cocktail de ambición y tristeza privada.
A los 17 años, Bacon se fue de casa. Su padre le echó tras pillarle vestido con la ropa de su madre. No fue lo que marcó su vida. Llevaba años viendo la realidad distorsionada, los cuerpos deformes, los miembros descuartizados, el paisaje en una cárcel. El ser humano, para él, en definitiva, no era más que un animal innato invadido por la venganza, el miedo y el horror. Además de esta pieza única, Christie’s también sacará a subasta el mismo día «Cabeza con brazo levantado» (1955). En 1962, la Galería Civica de Arte Moderno de Turín exhibió por última vez este lienzo, que un año después fue adquirido por los actuales propietarios. Durante estos 54 años había permanecido oculto a la vista del público, pero el próximo 6 de octubre saldrá por un precio estimado de entre 7 y 11 millones de euros. La ubicación de esta obra aparece como «desconocida» en la versión más reciente del catálogo razonado de Francis Bacon, editado por Martin Harrison y publicado el año pasado. «Este es un momento histórico», afirma Francis Outred, presidente y director de post-guerra y arte contemporáneo de Christie’s. «Cabeza con brazo levantado» plantea la pregunta que atormentaría a Bacon durante toda su carrera: cómo pintar la figura humana en la era de la fotografía. «La capacidad de la cámara para lanzar la ficción como verdad resonó con la tensión fundamental que Bacon identificó en las figuras religiosas y políticas: un conflicto entre la imagen pública y el instinto animal innato», asegura Oured.
Noches de vicio
El artista se esmeró por dar rienda suelta a su inconsciente y plasmar en el lienzo instantes recogidos en fotografías de prensa que, tras su muerte, fueron descubiertas entre el caos de su estudio. Tras noches de vicios llevados al extremo en los recónditos suburbios del Soho londinense, el artista ponía frente a sí recortes de periódicos (cogidas de toreros en alguna que otra ocasión) y los deformaba de tal manera que los rostros ya no eran rostros, sino pinceladas difusas que sólo reproducían la angustia que llevaba en su interior. Esa de la que no se podía desprender ni con alcohol, ni con sus prácticas sadomasoquistas homosexuales, ni con fiestas que a veces llegaron a los 2.000 euros de la época. «Champán para mis amigos, dolor para los que no lo son», solía brindar.