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Balada de la cárcel de Oscar Wilde

Ai Weiwei, Ralph Fiennes, Patti Smith, Richard Hamilton o Doris Salcedo, entre otros, homenajearán al que en 1895 se convirtiera en el preso número C.3.3.
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Ai Weiwei, Ralph Fiennes, Patti Smith, Richard Hamilton o Doris Salcedo, entre otros, homenajearán al que en 1895 se convirtiera en el preso número C.3.3.
No lo hubieran reconocido. Aquel tipo mustio, vestido de gris, el preso número C 3.3., fue en otro tiempo el azote de los hipócritas, el eterno pisaverde de Savile Row, nacido y crecido para el placer estético, el goce impúdico. Óscar Wilde, «aquel que presume de sodomita» (según escribió el marqués de Queensberry), vivió su martirio de San Sebastián en la cárcel de Reading, en el condado de Berkshire. Y allí, el escritor frívolo, ligerísimo, el del aforismo punzante, cuyo único código moral se reducía a completar un bonito dístico, se transformó en el solemne autor del «De profundis» (acaso la más desesperada carta de amor y odio) y la «Balada de la cárcel de Reading»: «Todos los hombres matan lo que aman», escribió. A prisión lo llevaron un amor tormentoso con Lord Alfred Douglas y su empeño en no evitar las habladurías, el morbo de atentar contra la moral victoriana. La sociedad que poco antes lo celebraba en teatros y tertulias, aquella ante la que lucía el clavel rojo y el «traje estético», lo estigmatizó. Sus huesos dieron en Reading en 1895. De allí salió dos años después transformado: «Yo entré a la prisión con un corazón de piedra y pensando tan sólo en mi placer; pero, ahora mi corazón se ha roto... y la piedad ha entrado en él». Se mudó a París, la ciudad de los depravados. Y allí murió en el más absoluto anonimato.
Durante más de un siglo después del paso de Wilde, Reading ha seguido siendo un lugar de confinamiento. Hasta 2013, cuando la prisión se «jubiló». Convertido en memorial y conservando la misma estructura del siglo XIX, Reading es desde el domingo –y hasta el 30 de octubre– un improvisado centro de arte en recuerdo de su más célebre inquilino. La muestra «Inside. Artists and writers in Reading Prison», una iniciativa de Artangel’s Project (empresa que produce «arte extraordinario en lugares inesperados»), reunirá a varias decenas de artistas británicos, pero también internacionales, en sendas actividades en este recinto: lectura de poemas, instalaciones, arte itinerante... Y, sobre todo, una revisión del mito de Wilde, de su fecunda obra y su desgraciada vida, desde la óptica de artistas dispares en tiempo y espacio.
En la antigua prisión (abierta en 1844 con el objetivo de ofrecer la mayor separación posible entre prisioneros), a escasos metros de la celda del poeta, se darán cita artistas (y sus respectivas obras) tan prestigiosos como Richard Hamilton, Steve McQueen, Roni Horn o Doris Salcedo. Todos ellos realizan trabajos comisionados por Artangel alrededor de la reclusión y la disgregación. Las piezas se ubicarán en las galerías y las celdas de Reading.
Más emotiva aún será la propuesta de varios artistas y escritores que han sufrido en algún momento privación de libertad, que redactarán cartas narrando su experiencia en penales de medio mundo. Entre ellos, destaca la presencia de Ai Weiwei. El activista y «performer» estuvo preso durante tres meses por su oposición al Gobierno chino. De hecho, una instalación que recrea su celda en aquellos duros días es el plato fuerte durante este verano de la exposición «La poética de la libertad», en la catedral de Cuenca. Las cartas podrán escucharse en el interior de las celdas. Para James Lingwood y Michael Morris, codirectores del evento, «es ilusionante poder ofrecer al público la oportunidad de reflexionar, precisamente en un lugar tan poderoso, sobre las implicaciones para el individuo de la separación del resto de la sociedad por parte del Estado».
Trauma entre rejas
Uno de los platos fuertes de esta agenda artística tan peculiar se producirá cada lunes de septiembre y octubre con la lectura del «De Profundis» y «La balada de la cárcel de Reading», las dos obras de Wilde íntimamente ligadas a aquella experiencia traumática entre rejas. La lectura correrá a cargo de reconocidísimas personalidades del mundo del arte, especialmente británico. Entre ellos, destaca Patti Smith. La cantante es confesa admiradora de la poesía y la narrativa finisecular, con especial predilección por el hombre que escribió en Reading que «quien vive más de una vida debe morir más de una muerte». El actor Ralph Fiennes o el escritor Colm Tóibín también serán altavoces de las más descarnadas palabras del irlandés. La BBC se suma a la iniciativa con una transmisión desde la mismísima celda de Wilde en la que se interpretará una versión reducida del «De profundis».
Más allá de la idea única de Artangel y el gran plantel de artistas invitados, sólo el hecho de poder visitar la habitación de Wilde es un reclamo suficiente para numerosos de sus incondicionales que hasta la fecha no podían ingresar en este espacio. Esa legión de fans que, entre otras cosas, obligó a colocar una mampara en su tumba en París por el efecto corrosivo que los numerosísimos besos estampados a diario tenían sobre el túmulo. Ahora, por los 20 euros que ha fijado la organización para el acceso a todo el recinto (una prisión del siglo XIX de gran valor histórico, repetimos) y a las actividades, los lectores del autor de «El retrato de Dorian Gray» podrán pisar el mismo reducido espacio que Wilde conoció durante dos largos años. Para los directores del evento, este incentivo va a provocar sin duda una especie de efecto «peregrinaje». Y es que, junto con el Trinity College, las calles más decadentes de Londres o el cementerio de Pere-Lachaise, la prisión de Reading no puede faltar en el mapa de todo buen amante de aquel poeta, genial de tan frívolo, que dijo: «Dad una máscara al hombre y os dirá la verdad».