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Belle & Sebastian quieren que bailen

larazon

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Los escoceses, que hicieron bandera de la nostalgia, presentan su álbum más «disco» en el Primavera Sound en Barcelona.
Se han hecho un nombre en la música a través de las letras de acento literario e irónico y por un tono melancólico sobre oportunidades perdidas y amores malogrados. Sin embargo, en su noveno disco de estudio, Belle & Sebastian se acercan a la música discotequera con una energía antes no vista en el repertorio de los escoceses. Para los incrédulos, presentarán «Girls in Peacetime Want to Dance» en el próximo Primavera Sound de Barcelona. «No estoy seguro de que sea tan novedoso como dices. Pienso que hemos llevado mucho más allá que nunca algunos aspectos que ya estaban presentes en nuestro sonido. Y es verdad que, al coformar todas una colección de canciones que van en esa dirección, puede parecer más sorprendente para el público, eso sí que lo reconozco», señala el teclista, Chris Geddes, a su paso por Madrid. Fiel al estilo del grupo, Geddes utiliza el humor al reconocer que «ha habido una época en la que era difícil vivir sin toparse con ‘‘Get Lucky’’ en alguna parte», en referencia al «hit» de Daft Punk de hace dos años.
Así que las explicaciones no hay que buscarlas en una indigestión de los discos de Bananarama, pero hay algunos ecos de eurobeat y muchos sintetizadores. «(Risas) Bueno, ahora que cumplimos años ya no nos da vergüenza nada. Escuchamos todo tipo de música, aunque nunca la pudieras asociar a nosotros y a muchos les dé hasta reparo mencionarla. Por ejemplo, en ‘‘The Cat with the Cream’’, uno de los cortes más moviditos del disco, teníamos presente ‘‘Crazy in Love’’, de Beyoncé. Y también el ‘‘groove’’ de guitarra de Nile Rodgers», cuenta Geddes revelando con su postura corporal que sí que le hace sentir culpable citar esas referencias. En todo caso, nada del nuevo sonido ha surgido por azar. El álbum está producido por Ben H. Allen, del grupo electrónico Animal Collective, para huir deliberadamente de su propia zona de confort hacia un territorio de más riesgo. «No prestamos mucha atención a las modas. El ‘‘northern soul’’ vuelve cada cierto tiempo y con la psicodelia de los 60 pasa lo mismo. Llevamos las canciones hacia donde lo piden, no estudiamos la dirección musical que queremos tomar», señala.
Convivir con la guerra
Sin embargo, el grupo no frivoliza. Stuart Murdoch, compositor principal y letrista de la banda, se ha animado a abrir sus recuerdos más auténticos y, cosa rara en su trayectoria, a escribir usando la primera persona para hablar de recuerdos delicados. La primera canción del disco, «Nobody’s Empire», trata sobre sus vivencias antes de la formación del grupo, tiempo durante el que padeció el síndrome de fatiga crónica y ejercía de «amo» de casa. Parece un contraste entre la música más alegre que han facturado y, en cambio, la escritura más confesional. Hay esbozos políticos («nos preocupa la pérdida de derechos con la crisis»), literarios («la canción dedicada a Sylvia Plath es otro de esos contrastes de una canción alegre con una tragedia de fondo»), y en la portada juegan con la guerra. «Hay un personaje que es medio robot de cintura para arriba y otro de cintura para abajo. Otro personaje lleva muletas, se puede ver un rifle... Creo que es un juego con la idea del hedonismo que nos podemos permitir en las sociedades avanzadas, donde nos sentimos seguros, frente a otros lugares del mundo en los que la superviviencia está comprometida, incluso en el mismo contiente europeo, como Ucrania. Y también es un guiño a la situación de conflicto social que vivís en muchos países como en España», dice Geddes. Pues a bailar mientras dure la paz.

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