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Berta Bernad: «Me fui de Instragram cuando sentí presión por un “like“»

«Mi nombre es Greta Godoy», es la novela en la que cuenta lo que le llevó a pasar de ser una «influencer» con proyección internacional a cerrar su cuenta con más de 98.000 seguidores
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • C. S. Macías (malo)

    C. S. Macías

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Trabaja como directora creativa. Periodista y ex «influencer», decidió cerrar su perfil de Instagram en 2016 cuando acumulaba 98.000 seguidores y había logrado muchas colaboraciones con las marcas más importantes de moda. En «Mi nombre es Greta Godoy» (Planeta) novela aquella decisión.
–¿Se puede sobrevivir a Instagram?
–Se puede, y creo que es bueno intentar parar por un tiempo, aunque sea corto, para volver de otra manera o detectar de qué manera lo utilizas. Mi consejo no sería «ciérrate la cuenta», porque hay gente que por su trabajo no podría, pero sí vivir aunque sea un fin de semana sin eso.
–Los adolescentes miden su valía según los «likes». ¿A usted le pasó lo mismo?
–Yo me quité cuando empecé a sentir que tenía presión por colgar fotos o tener un número determinado de «likes». Luego te das cuenta de que a la gente le da un poco igual tu vida. No es real ni comparable la importancia que tienen las cosas en la vida real que en la virtual. Hay amigos que pueden quererte un montón y nunca te ponen un «like» o los que te los ponen y luego les das igual. A mí me confundía mucho eso a nivel personal.
–¿Dos millones de seguidores la hizo dejar de ser usted?
–Es lo que le pasó a Greta Godoy en la novela, yo tuve menos, 98.000. Empezé el libro hace dos años y me permití ubicarlo en un contexto de cifras más reales. Y sí, te condiciona mucho porque no sabes el precio que hay que pagar por convertirte en «influencer». Mezcla mucho vida personal y profesional. Subir fotos ayuda a conseguir clientes y ahí está el peligro porque en un plan de amigas puedes estar vendiendo un bolso.
–Dice que hay dos mundos, el real y el que se fabrica en las redes. ¿Es así?
–Son dos realidades partiendo de que en la vida virtual solo se cuenta la parte bonita de las personas, porque la condición humana tiene luces y sombras.
–¿Era mejor contarlo para poder ser feliz y vivir?
–Totalmente. Hay cosas que en la novela dan mucho que pensar de cómo somos ahora a diferencia de cómo éramos en el siglo XX. La vida se ha vuelto un poco del revés y en vez de vivir para contarlo, ahora se ha convertido en qué puedo contar y según eso veo qué plan hago.
–¿Una vida tan expuesta resulta agotadora?
–Sí. Das más importancia a tu imagen, porque si cometes un error no es lo mismo hacerlo en tu trabajo, llegar a casa y comentárselo a tu novio y familia que cometerlo y que lo vean dos millones de personas. Esa amplitud es imposible que no genere estrés. Recuerdo que cuando subía una foto tenía la necesidad de ver rápidamente cuánto éxito había tenido, si había cogido un número de «likes», y eso te puede amargar una tarde. En el libro pasa. Greta se fastidia la tarde entera por ver una imagen de su ex novio con otra en las redes.
–¿De qué le gustaría ser ahora «influencer»?
–En el fondo voy a serlo toda mi vida, aunque no tenga Instagram.
–¿Pero «influenciar» en qué? Cuando alguien lo es, es porque los demás le siguen en algo...
–Me gustaría que me siguieran a nivel creativo. Creo que tengo una estética muy peculiar y se puede ver en mis fotografías, en los ambientes descritos en mi libro... Me gustan mucho las películas donde la estética está muy cuidada. Debe haber algo en mi ADN que me ha traspasado esa creatividad y forma de expresarme.
–Un joven investigador contra el cáncer influye menos que una persona que cuenta su vida privada. ¿Tiene sentido?
–Influye menos pero, al final, a los seres humanos nos interesa primero lo que le pase al de al lado, por eso se venden tantas revistas; y segundo, la moda. Por eso hay una empresa de ropa que es la que más vende. Instagram responde al interés humano por esos temas. Al final, la investigación contra el cáncer es un tema más delicado que quizá afecta más cuando tienes un caso cercano.
–¿Las relaciones personales se ven afectadas por esa sobrexposición?
–Crea admiración y rechazo. Es una profesión muy nueva donde se han desvelado los números que hay detrás y es un trabajo «agradecido», aunque tiene un coste emocional alto. Pero para mí esta nueva profesión merece todos mis respetos. No todo el mundo puede ser «influencer», debes ser fuerte para pasar de lo que te digan y tener mucha personalidad.
El lector
«Recurro mucho a periódicos digitales. Por la noche me gusta ver los telediarios porque creo que tienen noticias menos negativas que los del mediodía. Me interesan mucho también los documentales y ahora utilizo Instagram desde el lado de la proyección de mi trabajo», asegura Bernad.

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