Cada oveja con su pareja
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Desde la portada del catálogo de la exposición «Seducidos por el arte», un ramo de flores estalla en mil pedazos. En la contraportada, el mismo conjunto, o, mejor dicho, un antepasado suyo con un par de siglos a la espalda, pinta muy bien. Entre una imagen y otra, entre la pintura del siglo XIX y la fotografía de hace unos pocos años, apenas media una paleta de color. Fantin-Latour pintó «La espléndida riqueza de junio» en 1886, un óleo que se puede ver en la National Gallery de Londres. La reinterpretación que hace Ori Gerst, con el título de «Blow up», está fechada en 2007.¿No es extremadamente moderna la composición del XIX? ¿O es más correcto decir que es atemporal? Los temas tradicionales de la pintura han sido asumidos por los pioneros de la fotografía que inmortalizaron sus trabajos allá por 1839, en cuyas obras, a su vez, han puesto la mirada los fotógrafos contemporáneos.
La muestra, inaugurada en CaixaForum Madrid, está organizada en colaboración con la National Gallery de Londres, donde se exhibió con anterioridad y que supuso la primera ocasión en que entró la fotografía en esta pinacoteca. Sin embargo, entre ambas se pueden establecer claras diferencias, ya que la que se vio en tierras británicas utilizaba como punto de partida los fondos de la propia institución. En Madrid la realidad es otra, según explicó ayer la comisaria, Hope Kingsle, encargada de seleccionar las 130 piezas (los préstamos proceden de museos como el Louvre, el Prado, el de Arte Contemporáneo de Barcelona, la Tate y el Museo de Orsay de París, entre otros) que conforman este particular recorrido. Naturalezas muertas, retratos, estampas familiares (uno de los apartados más impactantes), paisajes, marinas de maestros como Ingres, de quien se muestra un maravilloso dibujo de 1808 contrapuesto a una fotografía de Richard Learoyd fechada en 2010: entre el trazo a lápiz del primero y la imagen del segundo hay más que una asombrosa coincidencia, lo mismo que se observa en «Tras el baño, mujer secándose» (1890-1895), firmada por Degas, y una fotografía en blanco y negro de Craigie Horsfield datada en 1987.
Los ejemplos se suceden uno tras otro, buscan y encuentra a su compañero de viaje siglos atrás. «Hemos querido abrir una puerta de entrada para el público no especializado entre el pasado y el presente», asegura la comisaria, quien insiste en establecer una conexion entre «la historia de la pintura y los artistas actuales más innovadores como punto de partida». Basta mirar la imagen que recibe en una penumbra de Jeff Wall, la soberbia «La habitación destruida» (1978), y cruzar después la mirada con «La muerte de Sardanápalo (1827), que lleva el marchamo de Delacroix», para darse cuenta de por dónde van las tesis de «Seducidos por el arte». O, los retratos firmados por Pierre Gonnord: aunque apartes la vista de ellos, te siguen mientras caminas.