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Canetti: cualquier cosa menos la muerte

Galaxia Gutenberg recopila en un volumen las reflexiones –más de un tercio de ellas inéditas– que el autor reunió sobre este tema, al que iba a consagrar una obra que finalmente nunca culminó.
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Galaxia Gutenberg recopila en un volumen las reflexiones –más de un tercio de ellas inéditas– que el autor reunió sobre este tema, al que iba a consagrar una obra que finalmente nunca culminó.
Re-mi, un motivo musical formado solamente por dos notas, constituye el obsesivo tema de Golaud, que se repite con diversas variaciones graves en la inquietante «Pelléas y Mélisande», de Debussy, la ópera basada en la obra de teatro simbolista de Maeterlinck. Como una premonición sombría, la obsesión por este tema resuena desde antiguo en la cabeza del artista, del músico, del escritor. Como dejó dicho Miguel Ángel, «no concibo ningún pensamiento en que la muerte no esté cincelada», y, como en las notas de Debussy o en las premoniciones fatales de la tragedia griega, la omnipresencia del pensamiento de la muerte se desarrolló con preferencia en la obra de Elias Canetti hasta dar forma a un libro solamente intuido hasta ahora, tenue y sutil, pero que ha dejado una impresión indeleble en el legado literario del Nobel búlgaro. El gran artista obsesionado por la muerte tiene en Canetti una interesante variatio: es un autor que escribe «contra» la muerte, tomando una posición militante en el épico combate que le llevó a llenar cientos de páginas con notas y apuntes sobre este tema, que ahora aparecen recopilados en la magnífica edición de un evanescente «Libro contra la muerte» (Galaxia Gutenberg).
Una partida prematura
Elias Canetti es uno de los autores indispensables del siglo XX en Europa y reúne en su propia peripecia vital gran parte de los vaivenes y dilemas que han azotado a nuestro continente: no es raro que la Dama Negra ocupe un lugar de excepción en la obra de quien atestiguó su imparable acción desde muy joven. Marcado por la temprana muerte de su padre, Canetti se mudó con su familia a Viena en 1912, a los siete años, tras abandonar su Bulgaria natal y después de una breve estadía en Inglaterra.
Él mismo reconoce que si su padre no hubiera muerto tan pronto –de ahí quizá su odio atroz a la Dama– su vida hubiera corrido otros derroteros. Nació Canetti en el seno de una familia de judíos sefarditas –su apellido procede del pueblo de Cañete (Cuenca) y su estirpe materna entronca con una dinastía de médicos de la Corona de Aragón– que se estableció para el comercio en la ciudad de Ruse. Pero pronto dejó los Balcanes por una Mitteleuropa que conoció en las postrimerías de la gran Austriahungría, en la época más convulsa entre las dos guerras mundiales. Acabó afincado en Austria y muriendo en Suiza: políglota consumado, con el judeoespañol, una lengua también moribunda, en la memoria, Canetti eligió como idioma de cultivo literario el alemán que había hecho grande al Imperio Austro-Húngaro en la literatura del fin de siglo y creó una obra poliédrica entre ensayo y ficción.
Supo dar cuenta de sus propias vivencias ante los totalitarismos y las exaltaciones políticas y bélicas de su siglo en obras emblemáticas como «Masa y poder» (1960) o «Auto de fe» (1936), que son buena muestra de su prosa ensayística y narrativa. Su talento literario fue reconocido con el Büchner-Preis, el más prestigioso galardón de las letras alemanas, en 1972 y una década después, en 1981, recibió el Premio Nobel de Literatura. Hace más de una década que la editorial Galaxia Gutenberg emprendió la meritoria tarea de publicar las obras completas de este autor imprescindible. Lo hizo en ediciones cuidadas bajo la dirección de Juan José del Solar, gran experto en la obra del búlgaro, y con variadas traducciones y anotaciones asesoradas por el crítico literario Ignacio Echevarría. Junto a varios volúmenes publicados, entre otros, «Masa y poder» o «Historia de una vida», hay que citar la aparición de volúmenes de apuntes y textos rescatados que evidencian la maestría de este autor en diversos formatos, como es el caso del aforismo.
Pero es de celebrar ahora la magnífica noticia de la publicación de «El libro contra la muerte» en esta misma editorial y en la línea citada más arriba, en una cuidada edición. Se trata de una de esas obras subterráneas tan apasionantes que, de vez en cuando, transitan la historia oculta de la literatura. Obra en progreso, siempre inconclusa y tan solo apuntada y esbozada a lo largo de toda su vida, este fue uno de los proyectos centrales que obsesionó a Canetti de forma ambiciosa.
ReEsistencia
En 1942 escribía Canetti: «Hoy he decidido apuntar mis pensamientos contra la muerte tal y como me vienen por azar» y con ello estaba inaugurando su libro in fieri con una serie de notas que ponían de manifiesto, entre otros temas, su heroica resistencia contra la muerte, propia y ajena, su repudia a la matanza, al suicidio, a la mera idea de tener que perecer. «Mortem odi, ergo sum», parafrasea a Descartes, y hace de su vana gesta un motivo existencial y definitorio, pero también un programa literario: «Cualquier cosa menos ser comprensible, cualquier cosa menos morir». Casi cuatro décadas después reitera: «Decidí escribir el libro sobre la muerte». Y en 1986, después de recibir el Nobel, vuelve a ello al apuntar una lista de trabajos en los que quiere ocuparse en lo que le quede de vida, que aún serán ocho años. Cierra la lista «el libro sobre la muerte». Insiste: «Continúa siendo mi verdadero libro. ¿Lo escribiré por fin de un tirón?»
Canetti fue un indignado contra la muerte desde su temprana juventud y mostró siempre el propósito de escribir este libro que venciera a su gran enemiga, rebatiendo la fascinación que con respecto a la muerte han mostrado poetas suicidas y panegiristas de lo oscuro. Mención especial merecen sus palabras sobre Kleist y Améry, su extrañeza por el suicidio y su incomprensión de algunas famous «last words» de grandes escritores. Pero los temas relacionados con la muerte en el autor que nos ocupa, o en los que se sostiene, miran a la historia antigua y la literatura clásica: la citada lista de libros que le gustaría escribir antes de morir contiene tres relacionados con el mundo clásico –notablemente uno sobre la tragedia griega–, otro sobre las castas indias y otro sobre los libros bíblicos.
Hay que decir, en ese sentido, que el pensamiento de Canetti sobre la muerte está fuertemente influido por el pensamiento trágico griego. Prueba de que esto es así son las páginas que dedica en este libro de pasajes de un libro futuro a las tragedias de Esquilo «Agamenón» y «Los persas». Sobre todo se detiene en la primera, la obra maestra del severo poeta ateniense, como si fuera un epítome de todo lo que se puede decir sobre la muerte, sus elementos, rituales y diversos aspectos: desde el anuncio de ésta hasta el luto, la anticipación por la desgracia, la memoria de los muertos o lo que significa la venganza. Otro tanto ocurre en «Los persas» de Esquilo, que gira alradedor de la noticia que recibe la reina Atosa del fantasma de Darío de su pueblo ante los atenienses.
Sin la primera frase
Los apuntes y notas diversas que dejó Canetti, además de las alusiones en su obra más conocida, sobre este tema que le ocupó sin cesar se reúnen por fin en esta publicación en orden cronológico. Las notas que hacen referencia a este asunto y a este proyecto concreto son, en una parte importante –un tercio del total–, textos inéditos reunidos por los estudiosos del legado de su obra. Pero es su interacción con las otras referencias, citas y traducciones, en juego con la obra publicada de Canetti, lo que nos permite calibrar la dimensión e importancia de este motivo.
Constituyen teselas de un mosaico perdido cuya composición final no poseemos –«Canetti nunca escribió la primera frase de su libro», como apunta Peter von Matt en el postfacio del presente volumen– pero que dan testimonio indudable de la existencia de una obra subterránea, importante y omnipresente en la que devino este «leitmotiv» obsesivo: un tema recurrente (re-mi) y casi tan fatalmente ineludible como el de la citada «Pelléas y Mélisande».