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Los Chichos: «Cantamos a la realidad social y nos llaman marginales»

Después de más de cuarenta años de carrera, y de anunciar una retirada y seguir en la carretera porque en realidad les apetece más, actuarán en el Primavera Sound en junio.

De izquierda a derecha: Emilio González García, Emilio González Gabarre y Julio González Gabarre
De izquierda a derecha: Emilio González García, Emilio González Gabarre y Julio González Gabarrelarazon

Después de más de cuarenta años de carrera, y de anunciar una retirada y seguir en la carretera porque en realidad les apetece más, actuarán en el Primavera Sound en junio.

Una búsqueda por la hemeroteca de la prensa nacional arroja un resultado bastante negativo de entrevistas a Los Chichos. Nunca han tenido buena prensa a pesar de que encarnan una época de la España reciente, definieron un sonido propio y conocieron el éxito más arrollador. Cantaron un universo de delincuentes, males de ojo y amores entre descarnados y truculentos. Alegría para cerrar bares con letras trágicas: lo suyo es el «eros» y el «tanatos» cotidiano cuando se cruza por Entrevías. Pero es que a Los Chichos no les va a escribir una introducción un redactor cualquiera. Ellos ya saben quiénes son y ustedes también.

Para hacer esta entrevista vamos, como procede, en autobús, al Pozo del Tío Raimundo, donde sigue viviendo Julio González Gabarre, hermano de Emilio y tío del tercer miembro del grupo, Emilio González García.

Julio nos abre el salón de su vivienda, un modesto «hotelito» en el que cuelgan sólo parte de los trofeos: 16 discos de oro, 15 de platino y 12 casetes de platino que acreditan mucho callejero.

–¿Qué es lo primero que piensan si les pregunto por su infancia en el Pozo?

–Julio González Gabarre: Chabolas y barro.

–¿Y la guitarra?

–Emilio González Gabarre: A todas partes. Yo me fui a Salamanca, al barrio chino para ganarme la vida.

–J.G: Le echó mucho valor, se fue con un traje de mafioso y nos daba una envidia...

–Pero volvió para tocar en Madrid, en barras americanas incluso.

–J.G.: ¡La Costa Fleming! Él tocaba y yo le cantaba a las putas... Mi hermano ha hecho glorias conmigo y nos sacábamos un sueldo.

–Se unieron a Jeros (tercer miembro del conjunto, fallecido en 1995) y el padre de Paco de Lucía les ayudó a conseguir el primer éxito.

–E.G.: «Quiero ser libre» fue un bombazo.

–J.G.: Éramos tres potros árabes de mente un poco «mermaos» y sólo queríamos grabar. Y cada vez que lo hacíamos temblaba el país. Un día, los de Phillips echaron cuentas y dijeron: «Estos señores merecen sus trofeos». El director, Zúñiga, descubrió que habíamos vendido ocho millones de singles de «Quiero ser libre» y ni ellos lo sabían. Por eso nos grabaron el disco completo. Un día nos trajeron tres carretillas con los premios.

–¿Qué premios, qué trofeos?

–J.G: Pues los discos de oro y de platino... (Señala a la pared del salón, donde están colgados). Tres carretillas.

–Emilio González García: Se nos acreditan 22 millones de discos vendidos oficialmente.

–J.G.: Pero es que eso se tenía que vender por narices. Porque mientras unos cantaban el «Borriquito tururú», nosotros hablábamos de los problemas, de los presos.

–E.G.G.: Hoy se habla de la violencia de género y hace 30 años que Los Chichos grabaron «Papa, tú no pegues a la mama».

–Sus canciones tiran a la tragedia con música de fiesta.

–E.G.G: Nosotros cantamos a los problemas sociales y nos llaman marginales por eso. Nuestras canciones no son políticamente correctas si «España va bien». ¿Bien? Por los cojones. Hay ahora y antes un paro, una discriminación, un mangoneo y un nacionalismo que te cagas. Y nosotros lo hemos denunciado y nos han marginado por ello. Decían que nuestra música era pachangueo y flamenquito, pero estamos hablando de problemas sociales. De lo que pasa en la calle. Letras reales, de presos y problemas.

–¿Piensan que su música no ha sido respetada como merece?

–E.G.G: Jamás. Nunca hemos aparecido en ninguna lista, ni en Los 40. Menos mal que ahora tenemos las redes sociales.

–Mencionaba a los presos. Actuaron en varias cárceles, donde sus temas eran himnos.

–E.G.: La primera vez fue porque el Vaquilla era fanático nuestro y pidió que hiciéramos la música de la película. Y estuvimos con él en el penal de Ocaña tres o cuatro horas.

–J.G: Nos dijo que no robaba un coche si dentro veía una casette de Los Chichos.

–E.G.: Él y el Torete eran gente guay, con conocimiento. Y hemos tocado en la cárcel de Ocaña, en La Modelo, en Alcalá Meco... porque los presos pedían a Los Chichos. Siempre altruistamente, nunca hemos cobrado porque esa es la realidad de nuestras letras.

–Sus cintas estaban en todas partes: lo mismo en El Corte Inglés que en una gasolinera.

–E.G.: Y en mercadillos, copiadas. Pero eso no es lo peor: nuestra casa de discos ha sacado recopilattorios iguales con portadas distintas.

–E.G.G.: Te la juegan. Se ha hecho millonario con Los Chichos todo el mundo menos los Chichos.

–Aquello sí que era «pirateo».

–J.G.: Una vez un tío en Barcelona me señaló un edificio. Y me dijo: «Eso es por vosotros». ¿Por nosotros? «Sí, el bloque es mío. Arreglé los permisos para vender cintas vuestras y me lo compré».

–No me cuenten historias, ustedes tienen que haber ganado una fortuna.

–(Todos): Sí.

–E.G.G.: Pero bueno, era otra época, es como comparar lo que ganaba Santillana con Ronaldo. Se ganaba, sí, pero...

–E.G.: Yo me he podido comprar varios Mercedes y R12 y 1430 (modelos de Renault y de Seat). Y los he quemado todos en la carretera.

–J.G.: Yo he sido millonario y como nací pobre, el dinero va y viene, no me afecta. Otros tienen querida y mujer y se ven asfixiados para aguantar hasta que se echan una soga a la vida y se ahorcan.

–E.G.G.: Hemos tratado de tener los pies en el suelo, porque te dicen que eres el mejor y te endiosan, te envanecen. Y te la pegas.

–No les hace falta sacar disco, pero su discográfica debería ponerles un monumento en la puerta.

–E.G.G.: Se han mantenido con nuestras recopilaciones y durante años. Incluso en tiempos de crisis y de internet, hemos vendido miles de copias, que eso no lo hace ya nadie.

–J.G.: Cambian de personas cada dos por tres y entra un chaval joven y caprichoso que desprecia lo que había antes. Antes los ejecutivos duraban quince años y había trato con ellos. Ahora hay una falta de humanidad exagerada. Y yo me voy a marchar, que tengo cosas que hacer. (Y se va, aunque vuelve al poco).

–Sacaron un disco de aniversario y yo traté de hablar con ustedes, pero me dijeron que no.

–E.G.: Es que nos negamos. Porque ellos se dedican a hacer refritos. Les ponen mil títulos pero todos son iguales. Y nosotros queríamos meter algo nuevo. Les hemos ofrecido un inédito de Jeros y no lo han querido. Las cabezas pensantes, que son muy torpes.

–Habían anunciado su retirada hace dos años. ¿Siguen por dinero?

–E.G.G.: No, hombre. Nos retiramos, pero un mes y medio después yo les veía a los dos tirados en el sofá, con una desidia y un aburrimiento, que decidimos seguir porque es preferible hacer algo, estar activo. Dentro de tres meses vamos a Barcelona.

–¿Cómo es que actúan en el Primavera Sound?

–E.G. G.: Pues mira, hemos ido al Viñarock dos veces (2009 y 2015) y hemos clausurado, y al Extremúsika (2007). Y lo único que hemos pedido es trabajar a la hora y el día en condiciones. Nos han confirmado el sábado a las 22:00, en «prime time». Y está todo vendido.

–Sí, pero es un festival de modernos...

–E.G.G.: Creo que ellos han dejado el tema de que somos un grupo «lolailo» y esas tonterías y se nos respeta como artistas. A nivel mundial, que es un festival muy importante. Hombre, es que es el Woodstock español.

–¿Pero conocen algún grupo?

–E.G.G.: (Risas) Ni uno. ¡Pero si yo me he enterado de que existe este año! Pregunté: «¿Eso que es?». Y me metí en internet y ya me he informado.

–¿Creen que tendrán química con el público? Que hay gente muy estirada que parece que va a aburrirse...

–E.G.G.: Mira, en el Viñarock hemos trabajado detrás un grupo punki. Y esos mismos crestas, luego se ponen a cantar. (Canta) «Mujer cruel...». Que son modernos, pero tienen su corazoncito.

–Artillería tienen para levantar a un muerto.

–E.G.: Vamos a tocar canciones que tengan, como mínimo, 25 ó 30 años. Porque es inviable que nos vayamos de allí sin tocar «Ni más ni menos», «Quiero ser libre»...

–¿Tocarán «Noches de Barcelona»?

–E.G.: No... esa canción la canta mi hermano y no sé si se acordará de la letra (ríe).

–Entonces, ¿ya actúan sólo por capricho?

–E.G.G.: Vivimos para nuestros «chicheros», que son lo más importante. Está feo decirlo, pero vamos sobrados. Decimos dónde queremos cantar y cuándo. Este mes tenemos tres fechas y no queremos más.

–Última: ¿El tema de Estopa «El de en medio de los Chichos», les gustó?

–E.G.: Claro, porque está dedicado a Jeros. Y nos gusta que nos reconozcan, porque ellos dicen que somos como sus abuelos.