Carmen Iglesias: «Con el primer diccionario se perdió credibilidad»
La historiadora presentará el jueves, ante los Reyes, el nuevo Diccionario Biográfico, totalmente digital.
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La historiadora presentará el jueves, ante los Reyes, el nuevo Diccionario Biográfico, totalmente digital.
Insiste Carmen Iglesias (Madrid, 1942): «Ésta no es la edición digital del diccionario en papel». Quiere así distanciarse de la versión del Diccionario Biográfico que Gonzalo Anes encabezó en 2011 y que se vio envuelto en más de una polémica. Principalmente, en su entrada sobre Franco, escrita en su día por Luis Suárez y ahora a cargo de Juan Pablo Fusi. «Fue algo muy llamativo, pero los errores no fueron más que el 0,001%», reconoce la directora de la Real Academia de la Historia de un proyecto «inacabado e inacabable» y en el que no se han incorporado personajes vivos. Su nuevo carácter online obliga a la base de datos a «actualizarse prácticamente a diario».
–¿Estuvo mal concebida de inicio la versión del Diccionario Biográfico de 2011?
–En parte, sí. Era un proyecto fundacional en el que ya pensaron los académicos del siglo XVIII, pero publicar 50 tomos con personajes todavía vivos no fue un acierto. Lo de ahora solo es comparable al Diccionario de Oxford. Eso sí, la base de hace diez años nos ha servido para la edición actual.
–¿Qué daño hizo a la institución ese primer trabajo?
–Fue una precipitación porque las biografías deben tener una planta sólida. Por ello, hemos insistido hasta en los adjetivos.
–¿Se perdió credibilidad?
–Sí, porque se atacó al diccionario y a la Academia. Fue por intereses en los que no quiero entrar y Gonzalo Anes, que fue el motor, se llevó un disgusto grande.
–¿Faltó una comisión editora?
–Ahora la tenemos para echar una vista global de cada periodo, pero también existe una ventana junto a las entradas para subsanar erratas. También hemos intentado evitar todo sesgo.
–¿Cómo se sintieron cuando por algunas entradas se tildó a la obra de «fracaso»?
–Fue una pena encontrarnos con una polémica que se exacerbó.
–Uno de los puntos fuertes de la versión on-line es su flexibilidad y capacidad de cambio.
–Total. Es algo que nos permite ir más allá de crear un diccionario de políticos o de nombres importantes. Tenemos todas las profesiones, de un faquir en Cuenca a los maravillosos maestros del siglo XVI de sordomudos y ciegos.
–Y deduzco que habrán hecho una labor arqueológica desenterrando a muchas mujeres que la Historia ha ocultado.
–Exactamente es eso. Cuando hemos tenido noticias de un equipo que trabajaba en ello hemos tratado de integrar todo lo que había documentado. El problema es que las mujeres en el mundo de la Prehistoria no contaban, en los visigodos ya empiezan a asomar, en la Edad Media se habla de alguna monja, mística o grandes nobles... Van aumentando a medida que avanzamos y en el XVIII hay una gran eclosión, sobre todo, en las élites.
–¿Cómo ve la equiparación?
–Falta mucho, aunque siempre me ha gustado decir que el siglo XXI será el de las mujeres.
–¿Vamos por buen camino?
–Sí. Lo que se consiguió en los 80 y 90 fue básico: que las mujeres cambiasen la percepción sobre sí mismas. En mi época conocí chicas que estudiaban una carrera, aunque al terminar solo pensaban en casarse.
–¿Habrá algún ejemplar impreso, aunque sea simbólico?
–Se pueden llevar tanto al papel como a una aplicación algunos aspectos detallados. Un ejemplo, los conquistadores o los personajes históricos de una determinada comunidad; se desarrollaría entonces una app o se editaría un libro. Pero no creo que tenga sentido sacar volúmenes de todo esto.
–¿Y esta vez quién subvenciona la obra?
–Telefónica y laCaixa. Nosotros tenemos un presupuesto tan pequeño que sobrevivimos gracias a una decena de protectores privados. Sin ellos no podríamos ni encender la luz. Y tenemos el edificio sectorializado para gastar menos. La austeridad en esta casa es ejemplar. Conozco bien otros sitios y aquí estamos con unos presupuestos... Cuando llegamos nos encontramos un déficit importante.
–¿Es posible modernizarse con ese margen tan pequeño?
–Somos modernos. Se eligió a una mujer de directora, que es una buena pica en Flandes.
–La RAE da otra sensación de avance...
–Ahí se tiene más dinero para publicidad. Conozco muy bien la Academia [es miembro] y sé lo que entra allí. Además, la RAE ha hecho un sistema de comunicación que aquí es imposible porque somos nosotros mismos los que nos promocionamos.
–Por otro lado, formamos el país con más prejuicios...
–Desde luego...
–¿Cómo se limpia esto?
–La maldición de la interiorización de la Leyenda Negra por parte de los españoles... El franquismo y el péndulo antifranquista fue nefasto para ello porque se empeñaron en proyectar sobre el pasado lo que suponía ese presente franquista y se apropiaron de símbolos. Recomiendo leer «Imperiofobia», de Elvira Roca.
–¿Han hecho más los hispanistas por limpiar nuestro nombre que nosotros?
–Depende, porque con frecuencia hay una mirada de superioridad en la que dicen que no somos tan malos, pero terminan metiendo su cuña.