Carmen Maura: «Me encanta ser española y me considero buena actriz»
Carmen Maura es aún mejor entrevistada que actriz (y eso es decir mucho). «Pedro me lo decía siempre» (me responde cuando se lo insinúo). Y cuando se apaga la grabadora, no quedan dudas de que lo que le hubiera gustado de verdad es que el manchego hubiera dado la sorpresa, al estilo de los Premios Goya, y le hubiera entregado el Donostia a toda su carrera que le acaba de otorgar el Festival de San Sebastián. No hace falta nombrarle para que su nombre surja una y otra vez en la conversación. La Maura no lo evita, pero tampoco quiere hacer de menos a otros como Saura y Álex de la Iglesia. «No se me suben los premios a la cabeza», insiste y, con ironía, todo lo achaca a que, como no es «ni lista, ni guapa, ni alta» ha podido tener una carrera tan diversa. Se sabe gran actriz, aunque no le da demasiada importancia porque, según ella misma reconoce, no hay método, ni estudios, todo le sale así de natural.
–Insiste en que la vida ha sido mucho más difícil que el cine, ¿a la persona que soporta a la actriz no le va bien?
–Hoy estoy tranquila, hablo de las cosas que me han pasado en el pasado, que son como para escribir un libro. Todos tenemos gente cercana que sufre, las circunstancias que vive el país, pero, ahora mismo, no tengo grandes problemas.
–¿Se puede tener el éxito de Carmen Maura y ser infeliz?
–Sí. Es que no tiene nada que ver la vida personal y la profesional. Sé que ser actriz me ha ayudado mucho. Lo encuentro como un regalo en mi vida que me ha ayudado a olvidar las cosas desagradables.
–¿Ha pensado alguna vez qué hubiera ocurrido de nacer en Wisconsin y que su lengua fuera el inglés?
–Seguramente sería una actriz más importante, pero no me da pena no haber nacido en Wisconsin. Me encanta ser española y me considero buena actriz, al mismo nivel que otras de mi país que admiro mucho y no tenemos que envidiar nada a las grandes, pero todo depende del tamaño del mercado donde trabajes y de los señores importantes que te elijan. Hay actrices cojonudas que no han tenido el mismo éxito que yo porque nadie les ha dado un papel como los míos. Esto ha sido una lotería.
–Destaca tres películas de su filmografía: «Ay, Carmela», «La ley del deseo» y «La comunidad». ¿Sabe que pasará a la historia por «Mujeres al borde un ataque de nervios»?
–Ya. Es una película a la que tengo mucho que agradecer porque me abrió la puerta al extranjero, pero también te digo que es la única vez en mi vida que he pensado en abandonar, porque nunca más me ha pasado que el director no estuviera contento con lo que yo hacía.
–Habla con tanta nostalgia de Almodóvar que tengo que preguntarle: ¿hay alguna posibilidad de salvar lo suyo?
–No creo. No puedo hablar de él porque se enfada. Intento contar las cosas con sentido del humor, pero a esta edad ya digo lo que pienso.
–¿Le quiere?
–No sabría qué decir (y se le aguan los ojos). Le quise muchísimo. Durante diez años fue la persona con la que más había viajado en avión. Todos los primeros momentos fueron inolvidables, lo que nos reímos, las historias que me contaba... Reconozco que aprendí mucho con él, como que cualquier cosa era posible. Ahora le veo como si fuera otra persona.
–Tiene un discurso muy patriota. ¿Ha contribuido a eso su vida fuera?
–Cuando una película española triunfa en el exterior da un gusto que no se puede comparar, porque hemos sido un país tan cerrado durante tantos años... Cuando veo que en Francia una de las nuestras ha tenido éxito, lo paso genial aunque no esté dentro. Me siento la madre de todos: de Bayona, de Amenábar, de Rodrigo Cortés.
–¿Por qué ha abandonado el teatro en España durante cuarenta años?
–El cine me encantó. Mis primeros años fue todo teatro y cabaret. He tenido proposiciones escénicas varias todos los años, pero cuando ya he sido conocida me han ofrecido papeles de primadonna para que me dieran premios. Por fin he encontrado una obra, una comedia de Mihura en el teatro María Guerrero –«Carlota», dirigida por Mariano de Paco Serrano-. He aceptado porque la función está repartida, hay buenos papeles para todos mis compañeros, el teatro está a cinco minutos de mi casa, además es una obra con la que se puede divertir mi nuera, los del bar de abajo... Ya que hago teatro no quería hacer una cosa ni muy cerrada, ni muy importante, aunque se va a volver porque todo el mundo tiene curiosidad.