Chapitô: La hilarante tragedia
Los portugueses aprovechan el Festival de Otoño a Primavera para llevar a la Sala Cuarta Pared dos de sus montajes más representativos, «Edipo» y «Electra»
Los portugueses aprovechan el Festival de Otoño a Primavera para llevar a la Sala Cuarta Pared dos de sus montajes más representativos, «Edipo» y «Electra».
Aplaudida allá por donde quiera que pasa, y ya quedan pocos rincones en el mundo que no haya visitado esta agrupación itinerante, recala ahora en Madrid, dentro del Festival de Otoño, la Companhia do Chapitô con dos de sus más exitosos montajes: «Edipo» y «Electra» –este fin de semana y el que viene, respectivamente, en la Cuarta Pared–. Sirven como ejemplo del original estilo artístico de los portugueses, caracterizado por la importancia que conceden al lenguaje físico y visual. En cuanto al repertorio –más de 30 montajes–, compaginan la creación de obra nueva con un recurrente acercamiento «sin complejos» a los clásicos.
Más clásicos no pueden ser estos dos mitos griegos sobre los cuales vierten su mirada, siempre cómica, en sendos espectáculos protagonizados por tres únicos actores. En «Edipo», la historia del desgraciado rey de Tebas se cuenta sobre las tablas sin elementos escenográficos de ninguna clase; en el caso de «Electra», la sencillez sigue siendo primordial, pero los intérpretes se ayudan de 200 cucharas para recrear la venganza urdida por la hija de Agamenón. En ambos casos, la idea es que el espectador, según la compañía, «vea todo sin nada». «Hacemos un teatro pobre en cuanto a recursos; pero muy rico en imaginación –explica Jorge Cruz, miembro estable de Chapitô y coprotagonista de los montajes–. Vamos creando con lo que tenemos al alcance Cuando surgió ''Edipo'', estábamos en el gimnasio y empezamos a contar la historia sin nada, solo con nuestros cuerpos; y así fue hasta el final. Otras veces hay una búsqueda de un elemento que nos permita jugar, como pasó en ''Electra'': estábamos comiendo en un ensayo y lo hacíamos sin nada; pero nuestro director, José Carlos García, nos pidió de pronto que comiéramos con cucharas. Y, claro, a partir de ahí..., las cucharas nos sirvieron para todo, ¡incluso como lágrimas!», cuenta entre risas.
Fuerte vocación social
Es el humor una de las señas de identidad de esta compañía lisboeta con una fuerte vocación social desde su fundación en 1996, tratando de llevar la formación y el cultivo de las artes escénicas a jóvenes marginales. Para ellos, mirar la realidad más triste implica necesariamente reírse de ella, y eso es los que hacen con las grandes tragedias. «La tragedia y la comedia están en realidad estrechamente ligadas –asegura Cruz–. Shakespeare no hacía un teatro serio y ceremonioso, sino un teatro de entretenimiento; la gente iba a ver sus obras para pasarlo bien. La risa no es sinónimo de banalidad. Como ya decía Brecht, el humor lleva a la comprensión. Y eso tratamos de hacer: que el público piense y comprenda la historia que contamos por medio del humor».