Ana de Armas: «“Blade Runner” me incomodaba»
Visitó recientemente Madrid para presentar su nueva película, secuela del clásico rubricado por Ridley Scott hace ya 35 años. Junto a ella, Harrison Ford y Ryan Gosling, los protagonistas del filme. La cubana ha entrado en Hollywood por la puerta grande, aunque sabe las limitaciones que imponen a las latinas: «Sé que nunca podré competir con una norteamericana por un papel». Pues ellos se lo pierden
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Visitó recientemente Madrid para presentar su nueva película, secuela del clásico rubricado por Ridley Scott hace ya 35 años. Junto a ella, Harrison Ford y Ryan Gosling, los protagonistas del filme. La cubana ha entrado en Hollywood por la puerta grande, aunque sabe las limitaciones que imponen a las latinas: «Sé que nunca podré competir con una norteamericana por un papel». Pues ellos se lo pierden.
Ajusta una vez y otra y otra el pronunciado escote de un modelo en negro y gasas precioso, en ocasiones hasta los grandes del diseño meten la pata. Y no será por la percha en este caso. Ana de Armas (cuánto ha llovido desde la serie televisiva «El internado» y qué jovencita estaba allí; bueno, y aquí) presentaba en España «Blade Runner 2049», que protagoniza junto a Ford y Gosling. El atractivo un tanto ingenuo y enigmático de la actriz se corresponde con una inteligente mujer de ideas bastante claras, lo que no suele ser tan habitual como imaginan en estos terrenos: «Joi, Mi personaje, es un misterio, alguien muy especial en la película. Complejo, con muchas capas y arco en la historia, que se va transformando con los acontecimientos. Se trata de la amante de K (Gosling) y la única amiga en la que puede confiar, el rayo de luz al final del túnel, que le señala detalles que él pasa por alto o que no quiere ver para encontrar respuestas». Y un nuevo tirón de la tela antes de hablar sobre las diferencias entre humanos y replicantes, recuerden, aquellos seres creados gracia a la ingeniería genética idénticos a nosotros y concebidos para cargar con el trabajo sucio: «La única radica en la forma en que vienen al mundo, incluso los segundos pueden mostrar más sentimientos. En realidad, todos los personajes resultan muy ricos... El director, Denis Villeneuve, dice que la película es como un buen libro, y estoy de acuerdo». Armas, a quien entrevistamos media hora antes que al tándem formado por Ford y Gosling (justo cuando un emocionado protagonista de «Indiana Jones» se hartó de llorar ante una pregunta sobre el trasfondo político social de «Blade Runner», quién ha visto a la estrella y quién la ve), opina asimismo sobre sus compañeros: «Trabajar con ambos ha supuesto una experiencia increíble y he pasado momentos de nervios e incredulidad, de no creérmelo. Pero también fueron instantes inspiradores, me sentía orgullosa». En resulmen, «cinco meses de rodaje y de aprendizaje gracias a ellos y a Denis». Y con la resposabilidad que supone formar parte de una cinta con un presupuesto de muchos millones: «Era una liga en la que nunca había trabajado, y todo fue emocionante e intenso».
Nada de mitómana
No obstante, saber que iba a compartir plano con Ford no le causó ninguna taquicardia porque «nunca fui muy mitómana, honestamente, pero sí provoca emoción coincidir en tu carrera con alguien que tenga esta experiencia, aunque cuando dicen acción todos estamos por lo mismo. A veces para una escena dedicábamos tres días, un lujo. Fue un proceso bastante artesanal, como el cine de autor que va directamente al corazón de lo que importa». Y nos preguntamos igualmente la sensación que provocó en De Armas, que entonces quizá andaba aún con muñecas, la película original: «La vi con 9 o 10 años y no entendí nada, pero recuerdo que era visualmente impactante. De mayor, volví a ella varias veces para procesarla, me hacía sentir incómoda. Da miedo porque se trata del reflejo de una sociedad futura». Racismo, superpoblación, diferencias de clase... La verdad es que el fondo de la devastadora obra tenía miga: «Sí, y esta nueva expande la idea y el mensaje, Denise lo lleva más allá. Vamos abocados a dicha situación que se refleja en la película». La primera, subraya, «era casi una profecía. Scott lo veía venir todo, y ya lo tenemos encima aunque no haya carros volando; estamos cerca de perder un poco nuestra identidad; los personajes del filme también la buscan, se sienten perdidos. E igualmente pretendemos conectar con otras cuestiones que olvidamos, el amor, la empatía, la compasión. En cuanto al medioambiente, la situación es insostenible, como tantas otras, con esos muros que levantan en ciertos países y el miedo a no saber quién eres». En cuanto a cómo se concibió la estética, el aspecto visual, de una secuela en la que, para bien o para mal, medio mundo tiene el ojo puesto, comenta que «fueron muchas horas de sentarnos alrededor de una mesa, de hablar de todas las escenas. Además, yo estuve involucrada desde el principio, en el vestuario, los colores, las telas, el maquillaje, la peluquería...». Todo por Joi, la perdidamente enamorada chica falsa. «Cuando supe que la iba a encarnar yo imaginé que muchos se sorprenderían por ser cubana. Hollywood está quitando barreras en ese aspecto, lo que tampoco significa que se haya roto ninguna... Denis buscó a la actriz más idónea Para Joi por encima de lo que dijera la gente. Fue un proceso de tres audiciones, en la primera me dieron material de otra película, y para las dos siguientes escenas ya del filme, pero nunca tuve el guión ni sabía cómo era Joi... Jamás pensé que mi talento fuese cuestionado, el realizador quería a la intérprete idónea. Y, cuando salí de aquellas primeras reuniones, ya pensaba que había trabajado con Denis porque fue un proceso muy orgánico».
Insistimos sobre el papel actual de la mujer en la Meca, porque a Meryl Street y otras señoras de la gran pantalla las sigue trayendo por la calle de la amargura: «Bueno, una golondrina no hace primavera, en Hollywood hay cambios, sí, y en el mundo, las actrices protestan y piden derechos. Sin embargo, la realidad es que no se escriben personajes femeninos y ya no digamos si ellas pertenecen como yo a otras culturas... Aquella es una industria que funciona así desde hace años, y éste es mi pequeño granito de arena para romper esquemas. Se trata de aceptación, aunque debemos seguir luchando aún hoy, yo misma lo noto. Tienen dudas cuando perteneces a otro lugar, lo que se trata de un problema de ignorancia que sucede en todos los países. La gente no se entiende cuando no se conoce». ¿Y cómo es su vida en aquel rincón del mundo? «En EE UU estoy tan integrada como quiero estar, porque hay rasgos míos que deseo conservar siempre. Encajo no encajando, y sé que nunca podré competir con una norteamericana, aun cuando ya sucede que hay papeles que fueron escritos para no latinas que los estamos encarnando nosotras. Toma tiempo, deben conocer tu trayectoría, y en EE UU es clave cuánto de profesional eres». De armas tomar, y no es un chiste fácil.