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Angelina Jolie: «He vivido momentos muy oscuros, perdí la fe en mí misma»

La intérprete se pone de nuevo tras la cámara en «Unbroken», una película sobre el atleta y héroe de la Segunda Guerra Mundial Louis Zamperini con guión de los hermanos Coen
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La intérprete se pone de nuevo tras la cámara en «Unbroken», una película sobre el atleta y héroe de la Segunda Guerra Mundial Louis Zamperini con guión de los hermanos Coen
«Unbroken» es el segundo tanteo de Angelina Jolie tras las cámaras. El primero fue «En tierra de sangre y miel» (2011), donde trataba el conflicto yugoslavo. En esta ocasión la guerra es también la protagonista, pues su nuevo largometraje cuenta la historia de Louis Zamperini, un americano que fue capturado y torturado por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Jolie acaba de dirigir también a su marido en «By The Sea», que se estrenará a principios del próximo año. La actriz y directora parece sentirse, según sus palabras, «mucho más cómoda tras las cámaras» y aunque no va a dejar la actuación, como se ha dicho en la Prensa, lo cierto es que se plantea sólo dirigir. Entre sus proyectos y su papel como embajadora de Naciones Unidas, Jolie no para, y además en las últimas semanas está en el ojo de la polémica tras el robo de los correos electrónicos a la productora Sony por parte de los «piratas» informáticos de Corea del Norte, en los que se la trataba de «niña mimada sin talento».
–La película está basada en la vida de Louis Zamperini ¿Cree que los japoneses se lo pueden tomar a mal?
–No he querido hacer una película de americanos contra japoneses. Mi filme no es en absoluto anti japonés ni he retratado a Zamperini como un héroe. Quería realzar el espíritu humano, que sirva de inspiración, por eso cuando la película toca la guerra, lo que enseña es a superar las inclemencias, a sobrevivir a la desesperación, a cómo puedes encontrar la fuerza que tienes dentro de ti y que desconocías. Es una temática universal en la que todo el mundo puede verse reflejado.
–¿Se inspiró en los títulos clásicos de Hollywood?
–Imagino que cada director tiene sus películas de referencia y está influido por clásicos. No pensé en ninguno al rodar este filme pero el personaje y la época lo son, de ahí que el «look» deba ser un poco a la vieja usanza. No hubiera quedado bien rodarla con estilo moderno.
–Zamperini fue un «nuevo cristiano» siguiendo los pasos de su mujer. ¿Era premeditado no incluir su fervor religioso en el filme?
–Creo que la esencia no era eso. Lo hablamos personalmente con Louis y con la autora del libro. No hubiera quedado bien resumir en diez minutos toda su vida tras ser liberado. No queríamos pasar rápido por cada etapa de su vida. De todas formas, creo que su fe queda reflejada, que era lo importante, y no hablar de una religión en particular.
–¿Pensó en hacer una película que fuera comercialmente exitosa?
–Nunca me embarco en un proyecto con la idea de que sea un éxito de taquilla. Imagino que el estudio ya lo piensa por mí. Queríamos que la película fuera accesible a la mayor parte del público y que los mayores de trece años pudieran verla. Hay escenas que los más jóvenes pueden apreciar, como cuando están en el medio del océano con el tiburón. Estos momentos ayudan a los más intensos.
–Casi todo el reparto es masculino. ¿Es más fácil trabajar con hombres que con mujeres?
–No se me pasó por la cabeza. Tengo un hermano, hijos y un marido, por lo que estoy muy acostumbrada a estar con hombres y me llevo bien con ellos. Todos los actores son unos chicos estupendos y han realizado un gran esfuerzo. He intentado ser agradable pero a la vez firme para poder llevar el rodaje bien.
–¿Qué cree que hizo al personaje principal resistir tanto sufrimiento?
–Louis no quería en absoluto que la película reflejara que era un tipo excepcional, sino mostrar que esa fuerza la tenemos todos en el interior. Él tenía una familia fuerte, sobre todo su hermano Pete, que siempre le hizo creer en sí mismo cuando su autoestima estaba muy baja. Además, era atleta,lo que le ayudó a resistir. Jamás se rindió ante la adversidad, eso fue fundamental. Los pensamientos son muy poderosos.
–En la Historia vemos que el ser humano no aprende de sus errores, ya que los conflictos continúan. Como embajadora de la ONU, ¿pierde la fe en el ser humano por lo que ve?
–Ésa es una de las razones por las que quise poner en pie este proyecto. Hay muchos días en que se te cae el alma a los pies, y ahora más viendo noticias con el conflicto y los recortes de alimentos en Siria por parte de Naciones Unidas. Hay muchas cosas en el mundo por las que uno se deprime y pierde la esperanza, por eso cuando leí la historia de Louis me encantó. Veo refugiados en unas condiciones míseras, infrahumanas, a víctimas sexuales que salen adelante y continúan viviendo y esto te llena de satisfacción y te da fuerza. Hay mucha gente en el mundo así, lo importante es que se conozcan sus historias. Louis no nació siendo excepcional, era un niño conflictivo, fumaba, bebía y robaba con 9 años, sin embargo halló una salida en el deporte. Hoy se necesita más compasión y menos amargura, que hay demasiada en este mundo.
–Todos tenemos algún referente en nuestra vida ¿Quién es el suyo?
–Sin lugar a dudas, mi madre. He vivido unos momentos muy oscuros cuando estaba creciendo y perdí la fe en mí misma. Ella fue siempre la que me vio de otra manera, la que creyó en mí. Es lo mismo que le pasó a Louis con su hermano. De hecho, hubiera ido a la cárcel de no haber sido por él. Yo intento ser cada día como mi madre me veía, con todo el potencial que sabía que yo tenía.
–¿Es cierto que no tiene publicista?
–Sí, tuve uno hace unos diez años y creo que sólo trabajó para mi dos días. No me gustó la idea de que alguien representara lo que digo, que fuera mi imagen de cara a la galería. No he tenido a nadie desde entonces, por eso a lo mejor me meto en líos de vez en cuando (risas).

Corre, Louis, corre

La historia de Zamperini (en la imagen) era carne de pantalla. Nació en 1917 y desde niño se crió en las calles. Sus padres eran inmigrantes italianos que habían llegado a EE UU buscando una vida más próspera. A los cinco años ya fumaba y a los ocho, bebía. Era un ladronzuelo del que no se podía hacer carrera. Sin embargo, el deporte le cambió la vida. Su hermano, que creyó siempre en él, jugó un papel decisivo cuando le apuntó al equipo de atletismo del instituto. Fue entonces cuando Zamperini descubrió su pasión por correr, que después tradujo en éxitos. Participó en los Juegos Olímpicos de 1936, celebrados en Berlín, en el equipo de Estados Unidos, donde compitió en los 5.000 metros y con sólo 19 años se convirtió en el olímpico estadounidense más joven de la especialidad hasta entonces. Su zancada y su manera de galopar hicieron que Hitler se fijara en él y pidiera que se lo presentaran. Tras los triunfos llegó la Segunda Guerra Mundial y Zamperini combatió pilotando un avión que en una maniobra y tras perder dos motores cayó al mar. Él, junto con dos supervivientes, estuvo 47 días a la deriva. En su país le daban por muerto. Fue rescatado por un navío japonés y cayó en las terribles garras del capitán Watanabe, famoso por sus métodos de extrema crueldad: sufrió todo tipo de castigos, pero jamás se rindió. Fue liberado al acabar la contienda. Consiguió salir del tremendo «shock» post traumático gracias a su fe y ayudado por la religión. Decidió entonces que la experiencia que había vivido tenía que comunicarla al resto del mundo. Y así lo hizo. Cuando regresó a Japón en 1950 volvió a tener enfrente a quienes le habían sometido a cautiverio y tortura, Zamperini tuvo un gesto de enorme humanidad: simplemente les dio la mano y los abrazó. Falleció en verano, el pasado 4 de julio, a los 97 años de una neumonía en Los Ángeles y de él se puede decir que tuvo tiempo para vivir muchas vidas.

El detalle

Sexo con Brad Pitt
Estrena ahora «Unbroken» y en unos meses verá la luz «By The Sea», película en la que comparte cartel y cama con su esposo, y que además dirige y es autora del guión. En una entrevista para MTV, y preguntada por la escena de sexo que interpreta con Brad Pitt en la película, aseguró: «Yo era la otra persona en la escena, así que no fue tan duro», y añade con un tono insinuante: «Él sabe lo que necesito. Siempre lo ha sabido». La cinta se sitúa en Francia, en los años 70, y en la película interpreta a una bailarina retirada, Vanessa, y Pitt a su marido, un escritor estadounidense, Roland, que no está en su mejor momento. Con estos antecedentes, la pareja se va distanciando poco a poco mientras recorren el país. Tras el periplo se establecerán en un pequeño pueblo junto al mar en el que comenzarán a relacionarse con sus habitantes.

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