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«Bernie», la bondad de los extraños

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  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Dirección: Richard Linklater. Guión: R. Linklater y Skip Hollandsworth. Intérpretes: Jack Black, Shirley MacLaine. EE UU, 2011. Duración: 96 min. Comedia dramática.
En la secuencia de apertura de «Bernie», el protagonista, artista de las ciencias funerarias, explica, con todo lujo de detalles y ante un auditorio mudo, cómo «arreglar» un cadáver para que deslumbre desde su ataúd. Cuando llega a la boca, y mientras pega los labios del muerto para modelarlos, explica que es necesario que no se le vean los dientes, porque «no permitiremos que el dolor se convierta en una comedia». La escena es de una extraña crudeza, sobre todo porque Bernie (Jack Black) cuenta el proceso con una voz hospitalaria, como de programa de cocina para una televisión local. Linklater no teme disuadir al público, porque este singular arranque le sirve para definir el tono de la película, ambivalente y sin anclajes, y la complejidad del personaje, que tal vez confunda bondad con desesperación por pertenecer y ser aceptado, y cuyo sentido de la realidad está más del lado de los locos que de los cuerdos. Jack Black lo encarna con una sutileza enorme, trabajando el cuerpo, el modo de andar y la inflexión de voz en un alarde de composición que disfraza de rotunda naturalidad.
Linklater cuenta mucho más que la historia de una venenosa dependencia emocional, la que se establece entre Bernie y una vieja millonaria (Shirley MacLaine en un papel un tanto monocorde), hostil y manipuladora. Del mismo modo que Bernie, que tiene la insólita capacidad de meterse en el bolsillo a todo un pueblo (Carthage, en el Texas más benévolo), el director de «Boyhood» imita el formato de los docudramas con entrevistas y recreaciones, típicos de la televisión por cable americana, para explicar un caso real que cuestiona la realidad misma, esto es, la percepción que cada uno de nosotros tiene de lo que ve y experimenta, y los perturbadores límites entre lo que está bien o mal, que se reduce a lo que la voz de la comunidad decide aceptar unánimemente. Entre los entrevistados hay actores y gente de Carthage, y es casi imposible distinguir quién es quién, así de consistente es la polifonía que Linklater orquesta para su magnífico cuento moral, que llega a nuestras pantallas con cuatro inexplicables años de retraso.

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