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Cómo arreglar un autobús averiado con un cepillo de dientes

«Sin fin», debut de los hermanos Alenda, flojea por su ingenuidad
larazon

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«Sin fin», debut de los hermanos Alenda, flojea por su ingenuidad.
Después del floclore típico y tópico de “El mundo es suyo”, que se proyectó ayer, dirigido, escrito e interpretado por Alfonso Sánchez, una comedia con una cierta carga crítica a la que se añaden las componendas y gracias a ilustres apellidos (alguna sonrisa arranca, eso es verdad) y que me trajo a la memoria una película italiana, en blanco y negro auténtico, con Aldo Fabrizi, y un enredo por un traje de comunión como sucede en este filme, nos topamos con una cinta de origen brasileño y hablada en portugués, con subtítulos en español, aunque dadas las condiciones acústicas de la sala de proyección, daba igual el idioma. Hablamos de «Benzinho», realizado por Gustavo Pizzi. Una historia contada en abusivos primeros planos que se aproxima a algo que toda madre parece sufrir: la marcha de casa de su hijo, eso que se da en llamar “el síndrome del nido vacío”. Lo que sucede es que todo demasiado exagerado, dado que ese hijo -jugador de balonmano- lo ha fichado un club alemán. Pasa sin pena ni gloria.
La otra película a concurso es la española «Sin fin», primer largometraje de los jóvenes hermanos Alenda, César y José Esteban. Una historia de amor en dos tiempos distintos. El pasado, cuando la pareja es joven, y el presente, ya de adultos aburridos, con la presencia de un tercer personaje, un tanto fantasmagórico que reparte tanto consejos como mochilas y cuya identidad no desvelaremos. Una película que flojea, con dos protagonistas fundamentales, María León y Javier Rey, tan ingenua como para que sea imposible que nos creamos que un autobús averiado se puede reparar con un cepillo de dientes.

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