De Berlanga a Bigas
Nuestra colaboración arranca a finales de los 80 con «Las edad de Lulú», película de la que fue guionista y director. Siendo fiel a la verdad, diré que no había pensado en él para que la dirigiera, sino en Berlanga, que por aquel entonces presidía el jurado del premio La Sonrisa Vertical. Le dije, medio en broma, a Luis que siempre había dicho que quería rodar un filme porno y que ésta era una estupenda ocasión, aunque yo sabía que no era así, que no era verdad que quisiera. Y él, como respuesta, me propuso a Bigas Luna, a quien yo no conocía. Cuando le llamé me dijo que llevaba tiempo queriendo establecer contacto conmigo, así que le envíe el guión y acto seguido casi estaba viajando a Madrid para que nos reuniéramos. Fue todo bastante rápido. Yo creo que él tenía otra idea en la cabeza y que trató de convencerme para que rodáramos una película diferente. Entre nosotros hubo desde el primer momento muy buen entendimiento, hicimos un pacto de cómo trabajar y decidir los procesos creativos. En este primer trabajo, la propuesta había sido del productor, es decir mía. En el siguiente sería suya, buscando así una alternancia. Nuestra comunión de ideas era tal que lo hacíamos todo conjuntamente y, a ser posible, siempre delante de una buena comida. Para el casting de «Las edades», que tuvo un éxito arrollador en Italia, recuerdo que nos habíamos fijado en Penélope Cruz, pero era demasiado joven para el papel. Después sería Bigas quien le daría su gran oportunidad en «Jamón jamón» al lado de un soberbio Bardem y de Mollá. Vendrían después «Huevos de oro» y «La teta y la luna». Al poco de acabar la cuarta película, recibió una oferta italiana de esas que son imposibles de rechazar y nos separamos como grandes y buenos amigos. Con el tiempo nos volveríamos a encontrar para llevar al cine «Son de mar». Nos seguimos viendo, en la inauguración, por ejemplo, de su cabaret, donde hablamos de proyectos de futuro. Le recuerdo ahora tan humano, tan amigo de todos, tan preocupado por el medio ambiente que había montado una tienda ecológica, y es que la alimentación, la comida en general, se había convertido en una de sus pasiones: estaba obsesionado con la alimentación. Nadie se cuidaba más que él.
Bigas Luna era el optimismo, la energía, la alegría que te contagiaba, el director que mantenía una relación fantástica con todo el equipo que la rodeaba desde los técnicos a los actores. Nunca escuché a nadie criticarle, tampoco a él hacer un comentario malintencionado. Sería absurdo, ahora que no está, decir que ha sido el director con el que mejor he trabajado, pero no tuvimos desencuentros. Ha sido y es uno de mis directores más próximos.