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El judío que dió caza a Eichmann

Lars Kraume dirige «El caso Fritz Bauer», filme en el que relata los entresijos de la operación para detener en Argentina del responsable de la temible «Solución Final».
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Lars Kraume dirige «El caso Fritz Bauer», filme en el que relata los entresijos de la operación para detener en Argentina del responsable de la temible «Solución Final».
Se equivocan quienes creen que sólo España ha tenido (tiene) una relación conflictiva con su memoria histórica. En Alemania, sin ir más lejos, aquel despojarse de la herencia oscura del nazismo no fue, en absoluto, un proceso limpio y meridiano. «El caso Fritz Bauer» lo pone de manifiesto a través de una de las figuras más señeras y discutidas de la posguerra: el fiscal que impulsó los procesos de Auschwitz y cazó al jerarca nazi Adolf Eichmann. «Bauer no era tan famoso como Wiesenthal y era más humilde; además, no era exactamente un caza-nazis, era un fiscal que acabó buscándolos pero su propósito era educar al pueblo alemán en la democracia. No quería venganza, sino evolución democrática», explica Lars Kraume, director de esta producción germana que ganó el Premio del Público en el Festival de Locarno.

Machacado por la vida

Burghart Klaussner interpreta de forma magnética a este fiscal machacado por la vida, los recuerdos y la presión de cumplir su misión. Así era Bauer, opina el director, un tipo molesto pero atractivo: «Fue una figura incómoda, de hecho mucha gente se alegró cuando murió. Muchos lo veían como un judío vengativo». Durante la guerra, Bauer había logrado ponerse a salvo en Dinamarca. A su vuelta, señala Kraume, «se sentía lleno de culpa porque el fue huyendo de la guerra mientras la gente era enviada al exilio o al matadero. Bauer se sentía débil y culpable pero también poderoso y resolutivo». Y en esa doble dinámica lo presenta «El caso Fritz Bauer», que narra las investigaciones y sucesos que llevaron al fiscal a localizar a Adolf Eichmann, uno de los responsables directos de la solución final, en Argentina, y los juegos de poder e influencia que retrasaron y obstaculizaron la caza del criminal.
«Tras la guerra, la mayoría de los agentes de Policía en Alemania eran nazis –explica el director–, sólo aceptaba a personas de esa índole y yo diría que eso se ha ido perpetuando». Así, desde las cloacas del Estado y la Inteligencia, Bauer encuentra palos en las ruedas a la hora de investigar y juzgar a los antiguos mandamases mientras Alemania vive de las rentas cada vez más abundantes del «milagro económico». «Ante esa situación, él solía preguntar: ¿Queréis grandes ideas o pequeños objetos? Era un ejemplo de resistencia y de que el espíritu crítico es posible». «El caso Fritz Bauer» trata también de manera vaga y sin tomar partido uno de los asuntos más polémicos en torno a esta figura de referencia: su presunta homosexualidad. Utilizada como arma contra él en su época, el museo judío de Frankfurt ya dedicó una exposición de 2004 a este asunto, donde se mostraba el expediente de la Policía danesa que ligaba a Bauer con «chaperos» durante su estancia en el país. Aquel documento y la presión a la que fue sometido, no lograron evitar que Eichmann cayera. Eso sí, el juicio nunca pudo celebrarse en Alemania.

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