El peso de una corona
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Dirección y guión: Fernando Trueba. Intérpretes: Penélope Cruz, Antonio Resines, Neus Asensi, Ana Belén, Javier Cámara. España, 2016. Duración: 128 minutos. Comedia.
Ha esperado Trueba a que cumpla la mayoría de edad el filme, 18 años justos, para estrenar la continuación de «La niña de tus ojos» (1998), o la historia de una aspirante a actriz, Macarena Granada, que en plena Guerra Civil viaja con un grupo de artistas españoles hasta Alemania para rodar un filme folclórico en los estudios de la UFA nazi. Hija de un preso republicano que acabará muriendo en la cárcel, Macarena es capaz de enfrentarse al mismísimo Goebbels, jefe de propaganda del Tercer Reich, por motivos ideológicos. No resulta extraño, pues que, ya ahora, durante la España de los 50 y convertida en una estrella estadounidense, regrese a su país para rodar una producción sobre Isabel la Católica y tenga su correspondiente encontronazo con el propio Franco Bahamonde. Pero no adelantemos acontecimientos ni «espoilemos», porque el tan improbable desencuentro entre ambos (una de las descacharrantes respuestas de la intérprete al dictador tiene miga) casi cierra la película de Trueba. Antes, asistimos igualmente al regreso a nuestra patria de Blas Fontiveros, que no había vuelto desde que realizó aquella cinta en tierra germana y que desea reencontrarse con los viejos amigos que lo acompañaron en tamaña empresa. Pero la historia se embrolla de nuevo y acaba con el pobre tipo en prisión, lo que inflama a Macarena, que divide el tiempo entre estudiar como puede el papel de la reina «ayudada» por un director senil tuerto en clara referencia a John Ford, sus escarceos sexuales con un integrante del equipo técnico y dándole vueltas a la cabeza para idear un plan y sacar a Fontiveros de la trena. El director cuenta otra vez con un reparto de cómicos extraordinario donde destacan la interpretación de Antonio Resines salpicada de amargura –«los del cine no pintamos nada», dice en un instante determinado el ex presidente de la Academia, otro jardín espinoso– y una Penélope Cruz que parece nació para interpretar a esta diva andaluza y malhablada, con permiso de Raimunda, una mujer de armas tomar a medio camino entre Sophia Loren y Sara Montiel, aunque el guión carece de la suficiente fuerza, de cohesión, parece desordenado, y le falta parte del insolente desparpajo y descaro de la primera. Un par de escenas más como la de Macarena cantando en inglés «Granada, tierra soñada por mí» vestida de Isabel, por ejemplo, que a los norteamericanos les pierde un musical. O aquella en que unos desesperados Resines y Rosa María Sardá mezcla una obra de Lope de Vega con el «Don Mendo» del extraordinario Muñoz Seca. Quizá a esta monarca tan zalamera le pese un poco la corona.