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El resort que me cambió la vida

Neus Ballús vuelve a indagar en la contradicción de la diferencia de clases en su película "El viaje de Marta"a través de un viaje de transición al corazón de África
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  • M.Moleón

    Marta Moleón

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Neus Ballús vuelve a indagar en la contradicción de la diferencia de clases en su película "El viaje de Marta"a través de un viaje de transición al corazón de África
Han pasado dieciséis años desde que Neus Ballús se prometiera a sí misma por primera vez que volvería a Senegal y seis de su última visita. La joven cineasta catalana decidió concederse unos días de desconexión tras el estreno de la laureada "La plaga", un primer largometraje por el que estuvo nominada al Goya a la Mejor Dirección Novel, y marcharse a la Isla de la Reunión. Un pequeño archipiélago del Océano Índico situado cerca de Madagascar en el que se encontró con "una realidad medio africana, medio europea, medio asiática, en la que el francés era el idioma predominante que hizo que me volvieran a la memoria todas las emociones que experimenté la primera vez que estuve allí".
Después de estar tres semanas en un sitio sin agua ni luz, Ballús descubre la magnitud de unos resorts pensados única y exclusivamente para la recepción de turistas en mitad de todo ese territorio que le sirve como inspiración para la gestación de su nuevo trabajo, "El viaje de Marta". Con el carácter rebelde propio de la adolescencia empujando, una chica de 17 años (a quien da vida la actriz novel Elena Andrada) viaja a Senegal acompañada de su hermano pequeño y de su padre (Sergi López) para emprender una aventura de contrastes y descubrimientos que terminará significando para su evolución personal mucho más de lo que ella puede llegar a percibir en un primer momento.
"El sentimiento de no confort que me invadió estando allí guarda bastante semejanza con el que se va creando de manera progresiva en la cabeza de Marta", indica la directora sobre el paralelismo vital patente con la protagonista de la cinta. A pesar del evidente choque cultural con el continente olvidado marcado por las desigualdades sociales y la superioridad colonialista de los turistas, las barreras idiomáticas consiguen difuminarse entre Marta y los trabajadores del hotel para dar lugar a situaciones de empatía y entendimiento: "He necesitado sentirme muy conocedora del entorno como para sentirme cómoda rodando una película allí, asumiendo la contradicción que implicaba hacerlo desde la perspectiva eurocentrista y occidental de la mujer blanca", comenta Ballús.
Una de las herramientas de las que se sirve para lograr este reflejo naturalista y desprejuiciado del turismo en África se lo debe, en parte, al afán documentalista del proyecto y a ese trabajo de campo en el que ha decidido implicarse más propio del antropólogo o el periodista que del cineasta: «La ingenuidad con la que los ojos de Marta ven por primera vez toda esta realidad era muy importante para mí. Su evolución no tiene nada que ver con la perspectiva del adulto y por lo tanto se encuentra libre de toda contaminación posible», señala. Los cambios, el contacto iniciático con una realidad ajena, la dificultad de las relaciones familiares y la llegada de las primeras decepciones marcarán para siempre la percepción social de Marta.