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Ewan McGregor: un escocés contra el sueño americano

El actor, que se pasa a la dirección con una propuesta arriesgada, la adaptación de «Pastoral americana», compartió con Richard Gere los focos del Festival que hoy conocerá a su vencedor
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El actor, que se pasa a la dirección con una propuesta arriesgada, la adaptación de «Pastoral americana», compartió con Richard Gere los focos del Festival que hoy conocerá a su vencedor
A esta hora de la tarde, lleva ya más de seis horas de promoción de su película, pero Ewan McGregor no se concede un respiro ni descuida una sola de las entrevistas que está dando. Se nota que le va mucho en esto. Es su ópera prima y, como siempre en los casos en que un actor bien conocido mundialmente da el paso a la dirección, la expectación es máxima. Más aún si consideramos que este escocés, que lleva años trabajando en Hollywood, no ha querido hacer un proyecto menor o de tanteo. En cambio, se ha decidido a adaptar una de las vacas sagradas de la literatura norteamericana contemporánea, Philip Roth, y una de sus obras fundamentales, «Pastoral americana». «Mucha gente me está preguntando por qué he elegido una novela de Philip Roth, así que probablemente no fue una idea tan inteligente –comenta entre risas–. Pero no tomé la decisión de esa manera: “Voy a adaptar a Roth para mi primera película”. Yo quería ser el “Sueco”, el protagonista, interpretarlo. Así que me sugerí a mí mismo dirigirlo. Básicamente, porque amo esta historia. Cuando me dieron el “ok” para el proyecto, leí la novela cada día y la escuchaba también. He estado viviendo en este libro desde el final de 2014 hasta agosto de 2015 y rodé cuando ya estaba seguro de estar imbuido de ella. Sentí que tenía que hacerlo desde el respeto, pero he querido hacer el texto accesible. Realmente quería entender a los personajes. Creo que es lo que intentó hacer Roth en la novela y yo ahora en esta película».
- Los demonios de Vietnam
No es fácil comprender todo lo que «Pastoral americana» (la novela y la película, estrenada ayer dentro de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián) pone en juego. Roth la concibió como una suerte de proceso de desmoronamiento del sueño americano de los 50, la grieta detrás de la sonrisa de un pueblo vencedor y los demonios que Vietnam desataron en una sociedad que no era tan perfecta como los Buick y las casas espaciosas que la publicidad prometía. Y ello a través de la historia del Sueco y su familia: un exitoso empresario, antaño gloria del deporte, casado con una antigua Miss America (Jennifer Connelly) que verá cómo su tranquilidad da un vuelco cuando su hija (Dakota Fanning), fuertemente politizada, desaparece tras un atentado en la central de correos de la pequeña localidad en que habitan durante los convulsos 60. Desde entonces, el Sueco tratará tanto de encontrar a la joven como de entender los motivos que la impulsaron a abandonar los valores de la Norteamérica que ayudó a crear. Y ese doble viaje destapara las miserias y los remordimientos no sólo de un país sino de la condición humana.
Su doble papel (director y actor) no ha condicionado, asegura McGregor, la escrupulosidad de su trabajo: «No fue un problema. Me sentía preparado para el papel porque llevaba tres años pensando en él y luego estaba la preparación como director que ya he dicho. Así que mucho tiempo pensando en esta cinta, imaginando las escenas, los colores, los vestidos, los actores... Tampoco tenía un plan cerrado, lo que te hace temer un poco. Aún así sentí ese trabajo doble de una manera muy simbiótica». Algunos de los numerosos directores con los que ha trabajado (el caso más conocido es el de Woody Allen) saben bien lo que es vivir esa pequeña «bipolaridad». De todos ellos (Polanski, Danny Boyle...) ha ido absorbiendo conceptos y modos de hacer. «No puedo decir exactamente qué, pero he ido aprendiendo de todos. Cada uno tiene su procedimiento, algunos son más emocionales y otros más técnicos. Danny Boyle (la mítica “Trainspotting”) fue mi primer director y por tanto muy importante para mí».
No obstante, «Pastoral americana» apuesta por un estilo clásico, academicista, para narrar el drama de un padre “perfecto” en una nación en crisis. No fueron muchos quienes salieron ayer enamorados del debut de Ewan McGregor, como tampoco son muchos (de hecho, prácticamente nadie) quienes hayan adaptado a Philip Roth con la densidad y la maestría que merece. Es una tarea muy ardua. No obstante, el director, ha contado con el «plácet» del novelista y Premio Pulitzer: «Para mí era muy intimidatorio hablar con él. Pero hace dos o tres semanas, cuando la película se mostró en Torornto, Roth me envió un email. Me decía que el filme parecía había sido exitoso; que no era demasiado duro, pero que eso estaba bien para la audiencia. También notó que redujimos a algunos personajes, pero aceptó. Al final me mandó muchos halagos por los personajes, el tratamiento, etc. Me sentí muy aliviado».

Richard Gere, solidario y caballero

En este San Sebastián plagado de estrellas no podía faltar un actor que, al igual que Ewan McGregor, ya recibió el Premio Donostia, el máximo galardón del festival. Es Richard Gere, el hombre que revolucionó ayer los alrededores del hotel María Cristina a su llegada y que amenaza con provocar un tsunami en toda la ciudad. Fue el propio actor el que se puso en contacto con el Festival para promocionar su película «Invisibles», en la que interpreta a un mendigo, así como las actividades de su fundación solidaria. Gere ha visitado un centro de acogida de la ciudad junto con su novia, la española Alejandra Puente, y se ha reunido con el alcalde donostiarra, Eneko Goia. Hoy toca día de cine: la presentación de su película y una rueda de prensa en la que, como siempre,el intérprete de «Oficial y caballero» o «Pretty Woman» mostrará su doble condición de galán y de activista.