Gerard Butler, un macho alfa contra el robo del siglo
El actor británico da vida a un rudo policía de dudosa moral en «Juego de ladrones», una trepidante cinta de acción en la que un grupo de ex militares intenta atracar la Reserva Federal.
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El actor británico da vida a un rudo policía de dudosa moral en «Juego de ladrones», una trepidante cinta de acción en la que un grupo de ex militares intenta atracar la Reserva Federal.
Aunque es la gran fuerza motriz del mundo (por desgracia, cabría añadir), el dinero, a diferencia de la energia, sí se crea y se destruye. Principalmente cambia de manos, es decir, se transforma, y en ese proceso hay muchos intereses creados. Pero vamos con el primer postulado: el dinero se crea y se destruye. ¿Dónde? Si hablamos de Estados Unidos, en la Reserva Federal. Una de sus sedes se encuentra en Los Ángeles y en su interior se destruyen cada día 120 millones de dólares que hay que sacar de la circulación. Un botín jugoso pero inalcanzable. ¿O no? De esa descabellada idea –robar en la mayor caja fuerte del mundo– nace «Juego de ladrones. El atraco perfecto», la nueva oportunidad que nos brinda la pantalla grande de ver a ese mastín sin cadenas que es Gerard Butler. El ya paradigmático Leónidas de «300», el agente Banning de la saga «Objetivo». Un macho alfa en toda regla. Cuidado.
Si hacemos caso a las estadísticas que encabezan el filme, en la ciudad de Los Ángeles, «la capital mundial del robo», cada 48 minutos se atraca un banco. Desde luego ninguno tan ambicioso como el que planea Ray Merriman, un ex agente de las Fuerzas Especiales del Ejército que lidera ahora a la banda de los Outlaws («fuera de la ley»). Un grupo de élite que no deja nada al azar. Chicos profesionales, fornidos y listos para cualquier eventualidad. Excepto para vérselas con El Gran Nick, es decir, con Gerard Butler.
El intérprete británico radicado en Hollywood no era consciente de hasta qué punto quería este papel. De hecho, durante un buen tiempo ignoró el guión que le mandó su agente: «Me terminó sacando de quicio. No paraba de decirme: ''¿Lo has leído?''. Pero yo no estaba de humor. De pronto lo hice un fin de semana. Llamé a mi agente y le dije: ''¿Por qué no me dijiste que lo leyera? ¡Es increíble!», relata con humor el actor. Lo que allí vio fue un personaje de acción pero con un corte muy particular: un policía obsesionado con llevar a término su trabajo pero incapaz de sacar adelante su propia familia. Nick bebe (mucho), Nick fuma (mucho), Nick engaña a su mujer hasta que la pierde. A ella y a sus hijas. Es un desastre de persona, con una apariencia de vida caótica: barba, pelos descuidados, chupa de cuero desgastada. Y es que su existencia no está reglada. Solo se rige por un principio: dar caza a los malos. ¿Los malos? Lo curioso de «Juego de ladrones» es que los cacos parecen mejores ciudadanos que El Gran Nick y sus colegas del equipo del sheriff.
Un tipo muy punk
Butler ve a su personaje «como un gorila de espalda plateada que lo devora todo a su alcance. Es fuerte. Cuando aparece, sencillamente se hace con su entorno. Es divertido y rudo. Está involucrado en crímenes importantes, por lo que tiene que serlo, ya que todos los días debe lidiar con lo peor de lo peor. Vive en ese mundo en el que tienes que estar dispuesto a hacer cualquier cosa para salir adelante y todo resulta muy peligroso. Al principio parece muy punk, pero a medida que el personaje evoluciona, comprendes que es un obsesivo y que la presión le afecta. Ha arruinado su vida por el trabajo, y es emocionalmente vulnerable por ello».
La cinta, de metraje largo (140 minutos), alcanza momentos de gran interés en la contraposición entre «polis y ladrones», «buenos y malos», Nick y Merriman (a quien da vida Pablo Schreiber). En una ciudad corrupta, con unos estamentos poco diáfanos y una tasa de criminalidad alta, se hace difícil reconocer quiénes son los buenos y quienes los malos, quiénes son moralmente no reprobables. En el fondo, Nick y Merriman son solo dos profesionales de lo suyo que juegan al ratón y al gato sin medir las implicaciones morales. «Lo que me gusta de esta película –añade Butler– es que tiene un sabor, un ingrediente, que tienen muchas de mis películas favoritas, como ''El golpe del siglo'' y ''Heat'', con toques de ''Tarde de perros'' y ''Contra el imperio de la droga''. Pero es un gran filme por sí misma. Puede que resulte una cinta de policías y ladrones un tanto compleja pero tiene mucho corazón y emoción. Tiene el potencial de convertirse en una de esas películas inolvidables gracias a los personajes que hemos creado».
Rap y artes marciales mixtas
De hecho, la cinta está plagada de secundarios que rodean a los dos gallos del corral. En el equipo de los «Outlaws» encontramos, por ejemplo, al rapero 50 cents, que da vida a un ex integrante de la banda que pretende llevar una vida tranquila. Fue el propio músico quien persiguió con ahínco trabajar en la cinta desde que, seis años antes, había caído el guión en sus manos por casualidad. «Oye, quiero estar en esta peli, en serio», le dijo a uno de los productores abordándolo en una fiesta de los Globos de Oro. «Él iba de etiqueta y estaba muy ocupado, así que debió pensar: ''Pero, ¿qué le pasa a este chico?», relata. Al final, el papel fue suyo. No es la única conexión con el mundo del rap de una cinta en la que suena música callejera y se habla en un americano con mucho «slang». El actor O’Shea Jackson Jr. (que hace de conductor de la banda de los cacos) es hijo del rapero Ice Cube. Su primera película fue «Straight Outta Compton» (2015). Tampoco 50 Cents es nuevo en estas lides: lo hemos visto en «Redención» (2015), «Plan en Las Vegas» (2013) o «Caza al asesino» (2013). Otro gremio altamente representado en el reparto de «Juego de ladrones», probablemente la cinta con más testosterona por metro de celuloide que hemos visto en los últimos meses, es el de los luchadores. Tres integrantes del casting (Max Holloway, Oleg Taktarov, John Lewis y Michael Bisping) proceden de la UFC, ya saben, la liga que engloba las artes marciales mixtas. Con todo, los productores de la cinta consideran que «Juego de ladrones» añade un plus de detalle en el retrato de los integrantes de ambas bandas y, dicen, «la historia refleja este mundo en el que las personas son complejas, las líneas enttre lo bueno y lo malo no están delineadas tan claramente como nos gustaría pensar».