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«Kong: la isla calavera»***: El rey no ha muerto

Director: Jordan Vogt-Roberts. Guión: Dan Gilroy, Max Borenstein. Intérpretes: Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, Brie Larson. EE UU, 2017. Duración: 120 min. Aventuras.
La Razón

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La espléndida «King Kong» (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) era, lectura amoroso-erótica a un lado, un filme sumamente visionario: en su afán depredador y xenófobo, un puñado de hombres con ningún respeto por la Naturaleza decide capturar al gigantesco simio que habita en una isla remota para arrastrarlo hasta la gran ciudad e intentar someterlo, lo que desemboca en uno de los finales más hermosos y crueles de la historia. Tras aquel filme legendario, Kong regresó de manera periódica a las pantallas pero con resultados irregulares. Ni siquiera la sensualidad de Jessica Lange logró despertarlo apenas de su letargo. Con excepción de la aparatosa, grandilocuente, excesiva y sensible cinta de Peter Jackson, brutal derroche económico con un corazón enorme apenas mal disimulado detrás que obtuvo críticas dispares. Todo esto debía estar barruntando Jordan Vogt-Roberts, o sea, el riesgo que corría al retomar el mito, cuando Warner le hizo la propuesta, pero el realizador, muy curtido en el medio televisivo y mucho menos en el cinematográfico, decidió aceptar el reto y ponerse detrás de la cámara. A su manera, claro. Principios de los años 70, Nixon da por terminada como buenamente puede la contienda de Vietnam, y un grupo de viajeros, exploradores y soldados que en teoría regresaban a casa se reúne por muy distintos motivos para viajar hasta una misteriosa isla del Pacífico que no aparece en los mapas. Después de una llegada en helicóptero al más puro estilo «Apocalypse Now», los visitantes descubren horrorizados quién es el auténtico rey de esas paradisíacas tierras, un gigantesco gorila cuyos habitantes veneran como a un dios, y razones no les faltan. La aparición casi milagrosa de un soldado superviviente de la Segunda Guerra Mundial les ayuda a comprender todos los secretos que encierra el atolón. En el que viven, al más puro estilo de la serie B realizada durante los años 50 y 60 (así, «Jason y los argonautas» entre tantas otras) descomunales y estrafalarias criaturas que protagonizan memorables batallas a muerte entre ellas. La influencia de «Parque Jurásico» resulta también evidente, pero con un mayor sentido del humor y alguna que otra dosis de mala leche. Habrá quien se ponga estupendo, pero «Kong» resulta una producción muy entretenida y que respeta profundamente al auténtico protagonista de esta fabulosa aventura, ese enorme y furioso animal que, a su manera, también es un superviviente de otra injusta guerra.